He decidido escapar de esta prisión desesperante. Quizás en esa huida hacia delante no encuentre más que la muerte, pero voy a desafiar al caprichoso océano para intentar unirme con mis congéneres. He desmontado el baúl que me ha servido durante este tiempo de refugio y con sus tablas he construido una frágil balsa, que he unido al cocotero que a base de patadas he logrado derribar y con las páginas de algunos cómics –un último sacrificio- he confeccionado una enorme vela latina. A veces, en los días despejados veo en la distancia dispersos islotes como el mío en el que quizás alguno de mis antiguos compañeros de tripulación esté viviendo una experiencia similar a la mía. Hacia ellos me dirigiré. Si alguien lee estas notas encerradas en una botella, que recé por mí si cree en dioses y si no me deseé suerte. En la isla, he dejado por si algún otro naufrago sufre mi mismo destino, la última hornada de los cómics que tanto me han hecho disfrutar todos estos años. Con ellos, un hipotético naufrago tendrá la diversión asegurada y yo, en cuanto llegue a la civilización, procuraré hacerme con nuevas ediciones.
Los cinco últimos son:
Los cinco últimos son:
“Maus” de Art Spiegelman.
“The Spirit” de Will Eisner.
“Paracuellos” de Carlos Giménez.
“Watchmen” de Alan Moore y David Gibbons.
“Príncipe Valiente” de Hal Foster.
Tras escribir la última lista y lanzarla a la mar, el naufrago cuyo nombre no era Ismael, embarcó en su frágil balsa y desplegando la enorme vela de su embarcación, puso la proa hacia el ocaso.
En su viaje de regreso, vivió muchas aventuras y leyó muchos cómics, pero esa es otra historia y ya os la contaré en otra ocasión.