Tenía muchas ganas de leer este
libro que hace pocos años causo cierto revuelo en el panorama literario español
al conseguir David Monteagudo con su primera obra lo que muchos persiguen
durante toda una carrera literaria: el aplauso de la crítica y el público, cierta repercusión mediática y que
un director de campanillas como Alejandro Amenábar le compase los derechos para ver
en poco tiempo la obra adaptada al cine por Jorge Torregrossa.
Un grupo de amigos que
llevan años sin mantener contacto se reúnen de nuevo en un apartado refugio de
montaña. Los ya maduritos protagonistas guardan más de un fantasma en el
armario pero la tensión de ellos empieza a aflorar cuando descubren que todos
los aparatos mecánicos han dejado de funcionar. De camino a los núcleos urbanos
y teniendo la sensación de ser los últimos seres humanos vivos en el planeta,
los cada vez más atribulados amigos empezarán a desesperar cuando descubren que
van desapareciendo uno tras otro sin explicación aparente.
Tras su lectura, creo que
”Fin” es el caso más sorprendente de suerte del principiante del que he tenido
noticia, por no ponerme conspiranoico y empezar a elucubrar hasta que punto los
medios son capaces de elevar una obra tan primeriza muy por encima de su calidad real. “Fin” es una obra sencilla y poco ambiciosa que
incorpora con poca originalidad elementos y situaciones de
diversos géneros de ficción – terror, catastrófico, intriga- al servicio de una trama simple y escasamente desarrollada en el que el único interés es comprobar la evolución psicológica de los diversos personajes ante una situación catastrófica que escapa a su comprensión. Tras esa premisa, la obra se salva parcialmente solo gracias a la buena caracterización de los diversos
personajes que realiza Monteagudo y la frescura de unos diálogos directos,
llanos y creíbles que, sin embargo, no creo que justifiquen en absoluto el eco
que recibió esta obra dada la incapacidad de Monteagudo de trasladar al lector la intención de una novela que no funciona ni como parábola ni como mero divertimento de ficción provocando finalmente con su sosería la indiferencia de un lector que más pronto que tarde empieza a sospechar que le están dando gato por liebre.
En fin, hay gente que tiene
suerte y gente estrellada por mucho que lo intente... Se puede considerar a
Monteagudo un afortunado frente a la enorme cantidad de talentos que no reciben
tanto respaldo a pesar de contar con obras mucho más interesantes y mucho menos publicitadas. Espero
que, al menos, el éxito inicial le haya servido al autor para convertir su “Fin” en un principio a partir del que podrá
consolidar su oficio de escritor y una obra de mayor calado. A mí de momento la sobrevalorada “Fin” me ha dejado
bastante frío.