Consecuente con su objetivo
de promocionar y dar a conocer nuevos talentos desde Underbrain Books nos ofrecen
“Desastre”, el primer cómic del multidisciplinar e inquieto murciano Fran
Fernández, un cómic de Ciencia Ficción oscura y paradojas temporales.
Dashiell es un buen padre de
familia y mejor policía en un pueblo de la Louisiana profunda de los años
veinte que por los azares de la existencia cae en un pozo y viaja en el tiempo
hasta el año 2074. Sin posibilidad de volver a su tiempo, prisionero de una era
que no es la suya y convertido en una celebridad local, el deprimido Dashiell
intenta adaptarse a su nueva vida en el futuro al tiempo que unos macarras
extraterrestres llegan a la Tierra con ambiguas intenciones.
Fran Fernández nos ofrece
una entretenida, pesimista y disparatada distopía sobre paradojas temporales,
hombrecillos azules y extrañas enfermedades cronembergianas. En poco más de 130
páginas y a toda pastilla, Fernández abruma al lector con toda la amplia y
variada galería de personajes imposibles y situaciones de serie Z que su imaginación irremediablemente
perjudicada por iconos de la cultura popular de derribo reune junto a otras referencias
más evidentes que van desde “Hellblazer” o “Predicador” a “ExistenZ”, “Terminator”
o “Doctor Who” para entremezclarlas en una
elaboración frenética en la que va presentando en capítulos aparentemente inconexos
una historia relativista sobre lo absurdo de la condición humana en unos
Estados Unidos futuros, racistas y crueles que en el fondo no han variado tanto de los presentes.
Fernández, que estética
y narrativamente maneja influencias eclécticas, que van de Toriyama al
underground contemporáneo de un Peter Bagge o un Daniel Clowes, derrocha
energías y entusiasmo en un cómic que parece elaborado de una manera febril,
automática y salvaje estirando una trama poco evidente en torno a tantos
elementos y personajes como al autor se le ha ocurrido en ese
momento incorporar para cimentar un mensaje quizás demasiado sutil en torno a
nuestro pequeño lugar en el universo y lo solitario de nuestra condición que puede pasar desapercibido al pacífico lector que solo busque la tranquilidad de
la lógica y el tópico y se pierda en la superficie de la historia gamberra que el autor se
marca.
En fin, “Desastre”, lejos de
hacer honor a su título, es un cómic caótico,
original y talentoso que muestra en bruto la capacidad y potencial de un autor
novel del que en próximas obras, más asentado, refinado y contenido debéremos
esperar cosas todavia más interesantes. “Desastre” es su sonora carta de presentación y
creo que no dejará a nadie indiferente.