A estas alturas ya se habrán enterado todos que hemos padecido un terremoto de 5,1º de magnitud en la escala de Richter (siempre quise usar esta frase) que ha venido a romper la lenta monotonía del veranito.
Si estuviéramos en Japón la cosa sería de lo más cotidiana pero por aquí no deja de ser algo excepcional. No sé en otros lugares, pero en los madriles y, más en concreto en mi casa, se ha notado bastante. Todo el edificio ha temblado y la cama se movía como si un “polstergeist” hubiera decidido hacernos una visita inesperada. Tan sólo ha durado unos segundos pero la sensación ha sido lo suficientemente perturbadora como para hacerme pensar lo que puede ser un terremoto más fuerte y no querer expermentarla. Sin embargo, la calle permanecía tranquila y ningún sonido anormal perturbaba una mañana como otra cualquiera. Extraño, ¿verdad?
Y, ustedes, ¿han notado algo?...Cuenten, cuenten.
Si estuviéramos en Japón la cosa sería de lo más cotidiana pero por aquí no deja de ser algo excepcional. No sé en otros lugares, pero en los madriles y, más en concreto en mi casa, se ha notado bastante. Todo el edificio ha temblado y la cama se movía como si un “polstergeist” hubiera decidido hacernos una visita inesperada. Tan sólo ha durado unos segundos pero la sensación ha sido lo suficientemente perturbadora como para hacerme pensar lo que puede ser un terremoto más fuerte y no querer expermentarla. Sin embargo, la calle permanecía tranquila y ningún sonido anormal perturbaba una mañana como otra cualquiera. Extraño, ¿verdad?
Y, ustedes, ¿han notado algo?...Cuenten, cuenten.