Si yo tuviera el gen cuántico que poseen los protagonistas de la serie de Stalner y Boisserie, les transportaría a ustedes en el tiempo a lo que escribí en su momento respecto a la primera entrega de “Viajero”, la serie centrada en los viajes temporales que Planeta nos viene ofreciendo en los últimos meses, pero como no lo tengo, aparte de dejarles un enlace a aquella entrada más abajo, les cuento y reitero mi opinión sobre esta segunda entrega.
La serie está organizada en tres ciclos -Futuro, Presente y Pasado- y en Francia se han publicado hasta ahora siete álbumes (los cuatro de Futuro y tres de Presente) de los trece planificados. En esta segunda entrega, situada algunos años después de los hechos ocurridos en el primer álbum, asistimos al aprendizaje de los ya adolescentes Fish y Lou de sus poderes de teleportación mientras se esconden en los arrabales de Rivdroite. Fish, aventurero e irreflexivo, arrastra al más tranquilo Lou a aventuras que le ponen en peligro y en las que intenta averiguar nuevos datos sobre su origen. Mientras tanto, Markovich ha desarrollado nuevos clones de los jóvenes que se fugaron y está dispuesto a arrasar con todo Rivdroite para acabar con las misteriosas apariciones y desapariciones que se producen en su territorio.
Boisserie se muestra en este álbum avaro con la información y dilata perfectamente los misterios que rodean la serie demorándose en las travesuras de los chicos protagonistas sin ofrecer demasiada información sobre la trama principal de la serie. Sabemos poco –nada- de las motivaciones de los personajes principales y dada la estructura de la serie basada en los viajes en el tiempo me temo que vamos a tardar bastante en enterarnos de todas las sorpresas que el guionista ha preparado. El guionista juega con el lector planteando enigmas velados y bosqueja un futuro acuciado por la crisis energética en el que los gobiernos han cedido el poder a las grandes corporaciones y se han visto obligados a vender al mejor postor las principales ciudades y capitales del mundo en un escenario típico de Ciencia Ficción que no sorprenderá a los aficionados al género, centrando el atractivo de la serie en mantener al lector intrigado sobre las motivaciones y el origen de los personajes el máximo tiempo posible. En ese sentido, el álbum está bien conseguido dejando abiertos más interrogantes que los que resuelve, pero Boisserie puede acabar con la paciencia de más de uno si antes del final de este siglo no empieza a ofrecer soluciones satisfactorias a tanto misterio.
En el aspecto gráfico, Éric Stalner hace un buen trabajo, ofreciendo una versión decadente y romántica de París que me ha parecido tributaria del Neotokio de “Akira” y demuestra ser un buen conocedor de la fisonomía humana realizando una gran labor captando el movimiento de los personajes. El dibujante se muestra como un narrador coherente y sobrio en la ambientación y puesta en escena de los personajes, logrando un desarrollo fluido de una historia que en ningún momento se hace pesada y se compenetra muy bien con el colorista Jean Jacques Chagnaud. También es de destacar la colaboración de Juanjo Guarnido en la serie realizando las portadas de todos los álbumes publicados hasta el momento.
En definitiva, estamos ante una serie de género correcta y bastante entretenida con la que pasar un buen rato aunque por lo leído hasta ahora no creo que se convierta en una referencia del género. La edición de Planeta es bastante correcta.
Más "Viajero" en El lector impaciente:
-“Pasado 1”.
Página oficial de la serie, aquí.
La serie está organizada en tres ciclos -Futuro, Presente y Pasado- y en Francia se han publicado hasta ahora siete álbumes (los cuatro de Futuro y tres de Presente) de los trece planificados. En esta segunda entrega, situada algunos años después de los hechos ocurridos en el primer álbum, asistimos al aprendizaje de los ya adolescentes Fish y Lou de sus poderes de teleportación mientras se esconden en los arrabales de Rivdroite. Fish, aventurero e irreflexivo, arrastra al más tranquilo Lou a aventuras que le ponen en peligro y en las que intenta averiguar nuevos datos sobre su origen. Mientras tanto, Markovich ha desarrollado nuevos clones de los jóvenes que se fugaron y está dispuesto a arrasar con todo Rivdroite para acabar con las misteriosas apariciones y desapariciones que se producen en su territorio.
Boisserie se muestra en este álbum avaro con la información y dilata perfectamente los misterios que rodean la serie demorándose en las travesuras de los chicos protagonistas sin ofrecer demasiada información sobre la trama principal de la serie. Sabemos poco –nada- de las motivaciones de los personajes principales y dada la estructura de la serie basada en los viajes en el tiempo me temo que vamos a tardar bastante en enterarnos de todas las sorpresas que el guionista ha preparado. El guionista juega con el lector planteando enigmas velados y bosqueja un futuro acuciado por la crisis energética en el que los gobiernos han cedido el poder a las grandes corporaciones y se han visto obligados a vender al mejor postor las principales ciudades y capitales del mundo en un escenario típico de Ciencia Ficción que no sorprenderá a los aficionados al género, centrando el atractivo de la serie en mantener al lector intrigado sobre las motivaciones y el origen de los personajes el máximo tiempo posible. En ese sentido, el álbum está bien conseguido dejando abiertos más interrogantes que los que resuelve, pero Boisserie puede acabar con la paciencia de más de uno si antes del final de este siglo no empieza a ofrecer soluciones satisfactorias a tanto misterio.
En el aspecto gráfico, Éric Stalner hace un buen trabajo, ofreciendo una versión decadente y romántica de París que me ha parecido tributaria del Neotokio de “Akira” y demuestra ser un buen conocedor de la fisonomía humana realizando una gran labor captando el movimiento de los personajes. El dibujante se muestra como un narrador coherente y sobrio en la ambientación y puesta en escena de los personajes, logrando un desarrollo fluido de una historia que en ningún momento se hace pesada y se compenetra muy bien con el colorista Jean Jacques Chagnaud. También es de destacar la colaboración de Juanjo Guarnido en la serie realizando las portadas de todos los álbumes publicados hasta el momento.
En definitiva, estamos ante una serie de género correcta y bastante entretenida con la que pasar un buen rato aunque por lo leído hasta ahora no creo que se convierta en una referencia del género. La edición de Planeta es bastante correcta.
Más "Viajero" en El lector impaciente:
-“Pasado 1”.
Página oficial de la serie, aquí.