Ed Brubaker sigue haciendo –cada vez peor- de las suyas con el personaje de Steve Rogers que ha convertido en objeto de cierta enfermiza obsesión persecutoria. Si desde aquí, aplaudí como uno más su muerte y como pocos critiqué su resurrección, el derrotero que ha tomado la evolución del personaje en la última miniserie de cuatro números publicada por Panini en la colección "100% Marvel" deja la impresión que Bru no tiene muy claro que hacer con el que antaño fuera el Capitán América hasta que decida devolverle el escudo y las mallas que le corresponden. Os cuento.
El que fuera el Capitán América, Steve Rogers, actualmente comandante Rogers y miembro de los vengadores secretos –desconfiad cada vez que veáis acompañada el sustantivo vengador de un adjetivo detrás – se entera que el nieto del científico que descubrió y le aplicó la formula del supersoldado anda investigando para sintetizar el invento y vendérselo al mejor postor. Eso no le gusta a Rogers pero lo que le sienta peor es que el hombre se haya casado con una antigua novia suya de la época de la IIGM que se conserva joven y lozana como casi todos los de aquella época con los que trata Steve. Para enterarse que ha pasado con su novia y evitar la propagación de supersoldados, Rogers interviene para reencontrarse con un antiguo y olvidado enemigo.
Flojita miniserie la que se ha marcado Brubaker para buscar acomodo a las aventuras superheroicas de Steve Rogers mientras ejerce de Capitán América Bucky Barnes en la serie principal. Y es que es peligroso este tipo de juegos que ha planteado Bru porque Rogers sin ejercer de capi (tiene un escudo holográfico, eso sí) es un personaje desdibujado y simplón o, al menos, Bru no le ha cogido todavía el aire –ya le vale- en una historia en la que en esta versión se encuentra a medio camino entre agente secreto, vigilante y superhéroe sin convencer en ninguna de esas opciones. La trama es bastante plana, trillada y poco desarrollada con un final abierto, eso sí, que indica que Bru va a estirar el tema en nuevas miniseries protagonizadas por Rogers en solitario, los vengadores secretos esos o la colección del Capitán América en algún momento, esperemos que con mayor inspiración y tino.
En el apartado gráfico, Dale Eaglesham se muestra como un dibujante bastante correcto pero algo frío y hierático sin llegar a transmitir demasiado con su dibujo en una historia que a pesar de su pobre argumento le permitía un mayor lucimiento, limitándose a cumplir con el encargo sin gran entusiasmo. Las espectaculares portadas de Pacheco cumplen su objetivo.
Se completa el tomo publicado por Panini con "Post Mortem", una historia autoconclusiva publicada en la serie "I am an avenger" (ni idea de qué es el invento este), realizada por Michael Lark y Greg Rucka ganadora de un premio Eisner. Una historia que me ha gustado bastante más y en la que en unas cuantas páginas se da una mayor profundidad e intención acerca de la riqueza del personaje y el partido que se le puede sacar que en toda la artificiosa miniserie anterior (Bru debería tomar buena nota de cuando a él se le ocurrían cosas como esa) . En fin, que cada cuál saque sus propias conclusiones pero, de momento, las aventuras de “Steve Rogers, Supersoldado” son bastante prescindibles.
El que fuera el Capitán América, Steve Rogers, actualmente comandante Rogers y miembro de los vengadores secretos –desconfiad cada vez que veáis acompañada el sustantivo vengador de un adjetivo detrás – se entera que el nieto del científico que descubrió y le aplicó la formula del supersoldado anda investigando para sintetizar el invento y vendérselo al mejor postor. Eso no le gusta a Rogers pero lo que le sienta peor es que el hombre se haya casado con una antigua novia suya de la época de la IIGM que se conserva joven y lozana como casi todos los de aquella época con los que trata Steve. Para enterarse que ha pasado con su novia y evitar la propagación de supersoldados, Rogers interviene para reencontrarse con un antiguo y olvidado enemigo.
Flojita miniserie la que se ha marcado Brubaker para buscar acomodo a las aventuras superheroicas de Steve Rogers mientras ejerce de Capitán América Bucky Barnes en la serie principal. Y es que es peligroso este tipo de juegos que ha planteado Bru porque Rogers sin ejercer de capi (tiene un escudo holográfico, eso sí) es un personaje desdibujado y simplón o, al menos, Bru no le ha cogido todavía el aire –ya le vale- en una historia en la que en esta versión se encuentra a medio camino entre agente secreto, vigilante y superhéroe sin convencer en ninguna de esas opciones. La trama es bastante plana, trillada y poco desarrollada con un final abierto, eso sí, que indica que Bru va a estirar el tema en nuevas miniseries protagonizadas por Rogers en solitario, los vengadores secretos esos o la colección del Capitán América en algún momento, esperemos que con mayor inspiración y tino.
En el apartado gráfico, Dale Eaglesham se muestra como un dibujante bastante correcto pero algo frío y hierático sin llegar a transmitir demasiado con su dibujo en una historia que a pesar de su pobre argumento le permitía un mayor lucimiento, limitándose a cumplir con el encargo sin gran entusiasmo. Las espectaculares portadas de Pacheco cumplen su objetivo.
Se completa el tomo publicado por Panini con "Post Mortem", una historia autoconclusiva publicada en la serie "I am an avenger" (ni idea de qué es el invento este), realizada por Michael Lark y Greg Rucka ganadora de un premio Eisner. Una historia que me ha gustado bastante más y en la que en unas cuantas páginas se da una mayor profundidad e intención acerca de la riqueza del personaje y el partido que se le puede sacar que en toda la artificiosa miniserie anterior (Bru debería tomar buena nota de cuando a él se le ocurrían cosas como esa) . En fin, que cada cuál saque sus propias conclusiones pero, de momento, las aventuras de “Steve Rogers, Supersoldado” son bastante prescindibles.