Peter Milligan es un guionista que me gusta especialmente. Sus trabajos, más allá de su calidad, que generalmente suele ser superior a la media en el comic mainstream, ofrecen dosis de originalidad e independencia (entendiendo por tal el hacer lo que le apetece sin atender a las modas imperantes y, lo que me parece más importante incluso, lo que pueda esperarse de él) que no suelen dejarme indiferente y, como mínimo, resultan entretenidos. No está siendo una excepción, en este sentido, su actual etapa en “Hellblazer” en la que aporta nuevos aires a las desventuras de John Constantine.
En el primer volumen publicado por Planeta, que reúne los números 251 a 255 de la colección regular, titulado “Costra” –aunque lamentablemente no se haya traducido el título- y que reúne los dos primeros arcos firmaos por Milligan ya se aprecian las pautas que el guionista inglés va a desarrollar en la serie. En el primer arco que da título al tomo, nos encontramos a un enamorado y feliz Constantine afectado por una rara dolencia cutánea que le produce una enorme pústula consecuencia de sus malas artes pasadas sobre un sindicalista liverpooliano que le acarrearán la primera crisis sentimental en su bucólica relación, mientras que en el segundo arco de dos números, "Regeneración", Constantine en su intento de sabotaje de las obras de las Olimpiadas de Londres da con el supuesto fantasma de un doctor de la peste del siglo XVII y un drama familiar que se remonta tres siglos atrás.
En apenas cinco números Milligan se las apaña para introducir críticas a los últimos coletazos del sindicalismo preblair hasta a las actuales Olimpiadas de Londres aprovechando su conocimiento de primera mano del tema gracias a su origen británico en entretenidas e imaginativas tramas de terror urbano barkeriano repletas de gólems cutáneos y demonios mesopotámicos con pinta de colegiala, recuperando parte de la esencia de un personaje desgastado tras pasar quizás por demasiados autores en los últimos tiempos y construyendo una versión de Constantine falible y enamorada que irá desarrollando en las siguientes entregas.
En el aspecto gráfico, en estos números parece que se pretende un giro radical a la serie abandonado el tono oscuro y tenebrista que es casi su seña de identidad para apostar por voluntariosos autores sin demasiado bagaje como Giuseppe Camuncoli y Goran Sudzüka que no lo hacen mal dentro de sus limitaciones, aunque queden en evidencia frente a la historia corta que ilustra Eddie Campbell, a la espera de un enorme Simon Bisley que se unirá a la serie a partir del siguiente volumen. Pero de eso ya hablamos otro día.
En el primer volumen publicado por Planeta, que reúne los números 251 a 255 de la colección regular, titulado “Costra” –aunque lamentablemente no se haya traducido el título- y que reúne los dos primeros arcos firmaos por Milligan ya se aprecian las pautas que el guionista inglés va a desarrollar en la serie. En el primer arco que da título al tomo, nos encontramos a un enamorado y feliz Constantine afectado por una rara dolencia cutánea que le produce una enorme pústula consecuencia de sus malas artes pasadas sobre un sindicalista liverpooliano que le acarrearán la primera crisis sentimental en su bucólica relación, mientras que en el segundo arco de dos números, "Regeneración", Constantine en su intento de sabotaje de las obras de las Olimpiadas de Londres da con el supuesto fantasma de un doctor de la peste del siglo XVII y un drama familiar que se remonta tres siglos atrás.
En apenas cinco números Milligan se las apaña para introducir críticas a los últimos coletazos del sindicalismo preblair hasta a las actuales Olimpiadas de Londres aprovechando su conocimiento de primera mano del tema gracias a su origen británico en entretenidas e imaginativas tramas de terror urbano barkeriano repletas de gólems cutáneos y demonios mesopotámicos con pinta de colegiala, recuperando parte de la esencia de un personaje desgastado tras pasar quizás por demasiados autores en los últimos tiempos y construyendo una versión de Constantine falible y enamorada que irá desarrollando en las siguientes entregas.
En el aspecto gráfico, en estos números parece que se pretende un giro radical a la serie abandonado el tono oscuro y tenebrista que es casi su seña de identidad para apostar por voluntariosos autores sin demasiado bagaje como Giuseppe Camuncoli y Goran Sudzüka que no lo hacen mal dentro de sus limitaciones, aunque queden en evidencia frente a la historia corta que ilustra Eddie Campbell, a la espera de un enorme Simon Bisley que se unirá a la serie a partir del siguiente volumen. Pero de eso ya hablamos otro día.
Mñas "Hellblazer" en El lector impaciente:
"Hellblazer" de Warren Ellis.