Creo que no me cansaré nunca de glosar los méritos de
Robert Kirkman en “
Los Muertos Vivientes”. Un autor que no ha descubierto la pólvora pero con buenas dosis de sentido común y mucho oficio escribe historias coherentes y entretenidas sin insultar la inteligencia del lector, destinadas con los años a convertirse en obras de referencia en el mundillo de los cómics (y de los zombis, que no es lo mismo aunque pueda parecerlo). Ese es el caso de “
La calma antes…” , el último prestigio publicado por
Planeta hasta la fecha, que reúne los números 37 a 42 de la edición yanqui, donde demuestra su talla como autor contando sin trucos –aunque en realidad use muchos- las historias más complicadas para un guionista mainstream, las banales entre grandes acontecimientos en las que aparentemente no pasa nada.
Y es que de eso va este prestigio, de la “normalidad” cotidiana del grupo de supervivientes que protagonizan la colección tras los traumáticos e impactantes acontecimientos del volumen anterior. De nacimientos, bodas y muertes que suponen un paréntesis en el frenético ritmo de la serie y que
Kirkman utiliza para, a lo largo de cinco capítulos, ahondar más en el carácter y las relaciones entre sus personajes en el nuevo mundo que les ha tocado vivir, al tiempo que siembra las dosis justas de tensión con las que mantener atrapado al lector y culminar en el magnífico
cliffhanger final que anuncia auténticas calamidades para los supervivientes tras el lapso de momentánea calma.
Kirkman en esta serie hace lo que le da la gana y lo hace muy bien, contando una historia de zombis con una complejidad y profundidad como no han visto nunca los muertos vivientes, acostumbrados a ser retratados en otros soportes más inmediatos como el cine que impiden dotar a la historia de la madurez, profundidad y sabiduría de la que la dota este guionista.
En el aspecto gráfico
Charlie Adlard mantiene el nivel aunque quizás en este tomo sus limitaciones resulten más evidentes que en entregas anteriores ya que se trata de historias que exigen del dibujante algo más que una correcta narrativa a la hora de reflejar las expresiones humanas y las relaciones interpersonales. Sin embargo, la historia de
Kirkman es tan interesante que se olvidan esos detalles técnicos frente al interés de lo narrado.
En fin, que quedo mordiéndome las uñas y mascando la tensión –sí, soy poco dado a montar mulas y cazar sapos virtuales, ¿qué pasa?- a la espera que
Planeta tenga a bien ofrecernos la siguiente entrega. Y si hay algún aspirante a guionista por ahí le recomiendo encarecidamente la lectura de esta serie para descubrir los secretos del oficio de uno de los mejores autores mainstream del momento en una edición adecuada en la relación calidad-precio pero en la que se echa a faltar la inclusión de las portadas de los capítulos originales.
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