No, no se crean que me he levantado levantisco y con ganas de insultar a todo el planeta empezando por ustedes, sino que se trata del último libro que he leído en mis tranqueteos matutinos en el metropolitano de Madrid en variopinta compañía. “Tonto, muerto, bastardo e invisible” no es lo último de Juan José Millás (creo que lo último es “Laura y Julio”, que todavía está pendiente) pero sí se trata de una buena muestra del universo particular de este autor, uno de los más originales y personales de los que publican actualmente en España.
“Tonto, muerto, bastardo e invisible” se publicó en 1995 y en esta novela Millás narra la historia de Jesús, un atribulado director de Personal de una importante papelera del sector que de la noche a la mañana se ve en el paro a causa de las prácticas socialdemócratas y, a partir de esta interesante premisa, que en la pluma de otro escritor menos talentoso sería carne de melodrama, Millás construye una novela divertida y entretenida en la que la locura del protagonista se convierten en el motor de la narración. Así desde la primera persona de Jesús, el protagonista, vemos como este va construyendo un mundo paralelo a la realidad (¿o quizás más real que en el que nos movemos los cuerdos?) en el que su imaginación y frustraciones infantiles se convierten en su razón de vivir. Jesús abandona su tranquila vida cotidiana de padre de familia y la aburrida “normalidad” para convertirse en un héroe en busca de sus padres verdaderos.
En esta novela Millás muestra una vez más su gusto por la novela psicológica aderezada de elementos surrealistas y fantásticos, de una manera que me recuerda poderosamente, y salvando las distancias, a las novelas de Boris Vian (“Que se mueran los feos”, “El lobo hombre”) en la que la cotidianeidad y el mundo acelerado en el que nos movemos se convierten en objeto de crítica a través de la mirada alucinada de sus personajes. Probablemente “Tonto, muerto, bastardo e invisible” no sea la mejor novela de Millás. Se trata de una novela irregular en la que la estructura se resiente como consecuencia de la enorme cantidad de ideas y propuestas que nos plantea el autor. Geniales resultan los cuentos que Jesús le cuenta a su hijo sobre Olegario, o la tórrida relación que mantiene con la china del “sex shop” pero en las fantasías del protagonista hay un momento en que el lector se encuentra perdido en medio del juego de Millás. No importa, porque cualquier novela de este hombre siempre es una oportunidad de leer algo diferente, que sugiere con humor e ironía lo absurdo de nuestra existencia y valores, en una apuesta contracorriente del realismo ramplón que tan de moda está hoy en día. Una novela que no le da todo hecho al lector y desde su gusto por lo simbólico le ofrece una oportunidad para la reflexión sin que deba aburrirse por ello.
Ya saben, si quieren disfrutar de literatura inteligente y divertida, busquen la obra de Millás en sus librerías o en los kioscos, que este hombre lleva años escribiendo los viernes una columna semanal en “El País”.
“Tonto, muerto, bastardo e invisible” se publicó en 1995 y en esta novela Millás narra la historia de Jesús, un atribulado director de Personal de una importante papelera del sector que de la noche a la mañana se ve en el paro a causa de las prácticas socialdemócratas y, a partir de esta interesante premisa, que en la pluma de otro escritor menos talentoso sería carne de melodrama, Millás construye una novela divertida y entretenida en la que la locura del protagonista se convierten en el motor de la narración. Así desde la primera persona de Jesús, el protagonista, vemos como este va construyendo un mundo paralelo a la realidad (¿o quizás más real que en el que nos movemos los cuerdos?) en el que su imaginación y frustraciones infantiles se convierten en su razón de vivir. Jesús abandona su tranquila vida cotidiana de padre de familia y la aburrida “normalidad” para convertirse en un héroe en busca de sus padres verdaderos.
En esta novela Millás muestra una vez más su gusto por la novela psicológica aderezada de elementos surrealistas y fantásticos, de una manera que me recuerda poderosamente, y salvando las distancias, a las novelas de Boris Vian (“Que se mueran los feos”, “El lobo hombre”) en la que la cotidianeidad y el mundo acelerado en el que nos movemos se convierten en objeto de crítica a través de la mirada alucinada de sus personajes. Probablemente “Tonto, muerto, bastardo e invisible” no sea la mejor novela de Millás. Se trata de una novela irregular en la que la estructura se resiente como consecuencia de la enorme cantidad de ideas y propuestas que nos plantea el autor. Geniales resultan los cuentos que Jesús le cuenta a su hijo sobre Olegario, o la tórrida relación que mantiene con la china del “sex shop” pero en las fantasías del protagonista hay un momento en que el lector se encuentra perdido en medio del juego de Millás. No importa, porque cualquier novela de este hombre siempre es una oportunidad de leer algo diferente, que sugiere con humor e ironía lo absurdo de nuestra existencia y valores, en una apuesta contracorriente del realismo ramplón que tan de moda está hoy en día. Una novela que no le da todo hecho al lector y desde su gusto por lo simbólico le ofrece una oportunidad para la reflexión sin que deba aburrirse por ello.
Ya saben, si quieren disfrutar de literatura inteligente y divertida, busquen la obra de Millás en sus librerías o en los kioscos, que este hombre lleva años escribiendo los viernes una columna semanal en “El País”.
4 comentarios:
Pues este libro no lo he leído, en realidad, de este autor sólo he leído "Hay algo que no es como me dicen" la historia de Nevenka Fernández, concejala del ayuntamiento de Ponferrada que fue acosada por el entonces alcalde de la misma localidad. Creo que mi indignación ante la historia no me permitió disfrutar de la agudeza e ingenio que dicen caracteriza a este autor. Tengo pendiente volver a probar con él, seguramente lo haga con su último libro que, puntualizando el lapsus de este lector impaciente, indico que se llama "Laura y Julio", aunque el titulo con que lo bautizaba nuestro impaciente tenía mucho más gancho. No creeis??
Besitos.
Ya, pero al César lo que es del César y a Millás lo que es de Millás. Si el título es como dices tendré que modificarlo. Es lo malo que tiene tanta impaciencia, que escribes de memoria y no contrastas los datos debidamente. :-(
En realidad no es más que un epigono de Toole y su conjura.
Como absolutamente todo salvo el Quijote, incluida la Iliada.
Y tengo mis dudas sobre el mismo quijote
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