miércoles, 12 de septiembre de 2007

Cómics en catalán, ¿qué pasa con las editoriales?



Vaya por delante que me parece estupendo que cada uno pueda leer en la lengua que quiera y que no quiero abrir ninguna polémica más allá de la peligrosa tendencia en algunas editoriales de usar una determinada sensibilidad lingüística como arma comercial.
A lo que voy, hace cosa de unos meses Ediciones Glénat inició la edición del cómic “Musculman” únicamente en catalán, lo que en mi opinión supone una discriminación para todos aquellos lectores castellanoparlantes que quisieran acceder al mismo. Se argumentará que en Cataluña es donde se ha emitido la serie de animación y donde posiblemente tendría más tirón la serie. De acuerdo, ¿es motivo para dejar a los catalanes que preferirían leer la serie en español sin esa posibilidad? ¿ es suficiente motivo para dejar a los españoles que no dominamos el catalán sin posibilidad de acceder a la serie? Yo creo que no.
Otro ejemplo, Planeta ha anunciado que para el próximo Salón del Manga a celebrar en Noviembre va a sacar la edición absolute del “Watchmen” de Alan Moore en catalán. Me parece bien, pero ¿por qué no lo sacaron coincidiendo con la reciente edición en castellano? ¿Pensarán que todos los catalanohablantes que se hicieron con la edición en castellano van a comprarla ahora de nuevo? No lo sé, pero temo la respuesta a estas preguntas.
Las editoriales pueden editar como les dé la gana. Están en su derecho porque es su negocio y arriesgan su dinero. Sin embargo, no creo que en ninguno de los dos casos a las editoriales les costase tanto sacar dos ediciones paralelas y conjuntas una en castellano y otra en catalán (y si me apuran también otras en vasco y en gallego) con lo que permitirían que los lectores pudieran optar en qué lengua leer la obra. Sin embargo, al no actuar de este modo, no hacen más que mostrar su escasa sensibilidad y respeto hacia unos lectores que, en definitiva, son los que les mantienen el cotarro. En lo que podría ser una buena oportunidad comercial no logran más que herir susceptibilidades y “forzar” tanto a unos como a otros a comprar los cómics en idiomas que no quieren para sacar “a posteriori” nuevas ediciones en los otros idiomas. Mal asunto. Esperemos que este tipo de situaciones no se repitan en el futuro.

“El club de los suicidas” de Roberto Santiago.



El cine patrio tan escaso de mordiente en muchas ocasiones para atraer público por la calidad de sus tramas gusta para suplir esta carencia incorporando a actores que han demostrado su tirón mediático en la televisión. Una vez más esta situación se repite en “El club de los suicidas”, la última película de Roberto Santiago (“Hombres felices”, “El penalti más largo del mundo”) y su protagonista, Fernando Tejero, archiconocido por la comedia “Aquí no hay quién viva”.
Probablemente, “El club de los suicidas” tiene más cualidades para atraer al espectador más allá del tirón de su protagonista. Una comedia negra razonablemente divertida en la que un grupo de desgraciados que acuden a una terapia de la seguridad social para eliminar sus tendencias suicidas deciden pasar de la terapia y siguiendo, el modelo del relato de Stevenson de mismo título, ayudarse unos a otros a suicidarse. La cosa va funcionando mal que bien hasta que Antonio, el personaje encarnado por Tejero, se enamora de Ana, interpretado por Lucia Jiménez.
“El Club de los suicidas” es una película que se deja ver y ayuda a pasar el rato con algunos momentos cómicos realmente graciosos (generalmente aquellos en los que aparece el chino) hecha a mayor gloria de Fernando Tejero, un actor del que ya todos conocemos sus registros cómicos y que en esta película no incorpora nada nuevo a lo ya conocido y, en muchas ocasiones, resulta redundante, por lo que hubiese sido más interesante haber dado mayor cancha a personajes secundarios que hacen que la trama, escasamente planificada y con algunos gags no excesivamente originales pero eficaces, funcione. En este sentido, hay que destacar la labor de los excelentes Luis Callejo, Juanma Cifuentes y Cristina Alcázar, actores con una “vis cómica” impresionante y que nos hacen confiar en que la gran tradición de cómicos en nuestro país tiene mimbres para continuar. De Lucía Jiménez hay que decir que está bastante correcta en su papel de guapa de la película y a Tejero hay que recomendarle que busque papeles en un registro diferente - ¿por qué no probar con un papel dramático? - si quiere evolucionar en su carrera como actor que como Benito – perdón, Antonio, en este caso – ya está muy visto. Ah, a los que no les guste la película y piensen salir de la Sala antes de tiempo aconsejarles que no lo hagan porque el mejor chiste se encuentra al final. Así que, ya saben, ármense de paciencia.