lunes, 8 de junio de 2009

“Terminator Salvation” de Joseph McGinty.

El viernes acudí a la primera sesión a ver el flamante estreno de “Terminator Salvation”, la cuarta entrega de la saga “Terminator” que tan buenos momentos nos deparó a los que vimos las dos primeras entregas dirigidas por James Cameron, que supusieron en su momento una autentica revolución de los efectos especiales, y la más prescindible tercera entrega de Jonathan Mostow de la que guardo un vago recuerdo. Una serie que parecía completamente finiquitada pero que, por obra y gracia de los productores de turno, vuelve a nuestra pantalla remozada y revitalizada en una cuarta película tramposa, irregular y entretenida, de final abierto, pero con los suficientes aciertos como para dejar abierta la duda sobre las siguientes entregas.

La historia ya la conocerán: en 2018, nos encontramos en plena guerra entre las máquinas, encabezadas por el programa Skynet, y lo que queda de la Humanidad, dirigida por un estado mayor de generales de distintas nacionalidades y un líder espiritual en la persona del célebre John Connor, quién está obsesionado por dar con el paradero de su futuro padre, Kyle Reese. En una incursión contra Skynet, aparece un nuevo personaje en escena, Marcus, un misterioso humano con innatas capacidades para la lucha pero que no recuerda nada de su pasado más allá de su ejecución en la cárcel mucho antes de que empezase todo el berenjenal de Skynet. ¿Quién es Marcus y por qué parece no haber envejecido en veinte años? ¿Podrá John Connor vencer a Skynet? ¿Saldra Schwarzenegger en esta película? Tendrán que ver la peli para averiguarlo.

Lo primero de todo, decir que es una auténtica papeleta para los guionistas y el director contar una historia interesante de una franquicia de la que ya los espectadores conocemos el principio y el final. Sin embargo, en este caso salen bastante bien parados y la película cuanto menos resulta entretenida gracias a unos efectos especiales desbordantes. Se nota el esfuerzo tanto de los guionistas como del director de mantenerse respetuosos con la obra de sus predecesores y no caer en contradicciones con las anteriores entregar y ofrecer al tiempo algo original que renueve el interés de los ya talluditos seguidores de la franquicia. McG propone una historia completamente nueva aun cuando resulte respetuosa con las convenciones previas que podrían provocar la ira de los fans más recalcitrantes y pone todo el esfuerzo en las secuencias de acción y en mimar la caracterización de unos humanos exhaustos y atormentados que intentan sobrevivir un día más frente a unas máquinas a cuál más letal en un mundo agonizante, apoyado en ese sentido en las excelentes interpretaciones de un perturbado Christian Bale/John Connor, y , sobre todo, un Sam Worthington/Marcus, que se erige en el verdadero protagonista de la historia y sobresale sobre el resto del reparto ( Schwarze ya tiene un digno sucesor). McGinty aprovecha muy bien los magníficos efectos especiales de los que dispone y la película cuenta en este sentido con dos o tres momentos realmente espectaculares, de esos que parece que te vas a estrellar tú en la butaca.

Sin embargo, dicho lo positivo, también hay que comentar que la historia resulta plana y predecible falta de una mayor carga dramática y no se le saca partido del excelente elenco de secundarios del que se disponía. (¿Por qué Helena Boham Carter, Michael Ironside o ese bombón que es Moon Bloodgood salen tan poco?¿Por qué Anton Yelsin/Kyle Reese) de repente deja de existir?¿Y qué pintaba la niña muda en la película?). Alguna situaciones y reacciones de los personajes se han resuelto de la manera más burda y tramposa posible, esperando que el espectador acepte por las buenas que estamos ante un espectáculo palomitero en el que todo vale, incluidos los guiños a anteriores entregas que a mí, personalmente, me resultaron un poco cansinos y fáciles, sobre todo en lo que es el enfrentamiento final, aunque, eso sí, las dos horas que dura la película se hacen cortas a pesar de ciertos cortes en el montaje demasiado bruscos y que hacen suponer se corregirán en la versión extendida (¿Por qué los espectadores que pagamos la entrada tenemos que ver últimamente tantos productos mutilados adredes a la espera de la película final a la venta en soporte? Alguien debería hacer algo porque se están cargando el cine y no se dan cuenta)-.

En fin, “Terminator Salvation” cumple como producto palomitero y ha superado mis expectativas que tampoco les voy a engañar tampoco eran muchas. A la espera quedo de la siguiente entrega en 2011 que espero mejor que esta una vez asentado el nuevo giro que se le va a dar a la saga. Ya veremos que nos encontramos.

Sayonara, babies (no he podido resistirme).

Salinger vigila su centeno.


No sé si ustedes están al tanto de la historia pero si no pueden ponerse al día aquí o aquí. Salinger, nonagenario, ha salido de su retiro de más de sesenta años para demandar a una editorial sueca, Nicotext, que está promocionando la publicación de una continuación de su obra maestra “El guardián entre el centeno”.

La editorial, al parecer, obviando que los derechos de la obra pertenecen a Salinger ha encargado a un autor bajo seudónimo, J.D. California, la continuación en una nueva novela titulada “60 Years Later: Coming Through the Rye” (“Sesenta años más tarde: llegando a través del centeno”) en las que un Holden Caufield anciano se escaparía de un geriátrico para vivir nuevas aventuras.

Más allá del oportunismo económico de Nicotext y J.D. California que bajo un supuesto homenaje a Salinger lo que buscan es simplemente aprovechar el prestigio de la obra del neoyorkino y la promoción gratuita que genera la polémica para su negocio, aquí el debate se centra en determinar a quién pertenece una obra y unos personajes inmortales. ¿Al autor? ¿A los editores? ¿A todos?...

En este caso, está claro porque Salinger ejerce sus derechos de autor reconocidos legalmente, pero dentro de unos años cuando los derechos expiren, ¿se podrán realizar continuaciones gratis por cualquiera? ¿Hasta que punto una vez publicada una obra sigue perteneciendo al autor? ¿Dónde finaliza el homenaje y empieza el plagio?...

Todo el tema de la propiedad intelectual de las obras es enormemente confuso y lleno de vacíos que permiten que se puedan encontrar argumentos de peso de todo tipo pero ante todo creo debe defenderse el derecho del autor a proteger su obra y poder vivir de ella.

Por otro lado, si Salinger puede reclamar, ¿por qué los autores de cómics no?

En todo caso, Salinger vigila su centeno. Y me parece muy bien.