lunes, 12 de septiembre de 2011

“Conan, El Cimmerio: Kozak y Sombras de Hierro en la Luna”, de Timothy Truman, Tomás Giorello y José Villarrubia.

A galope tendido –tres grapas yanquis en el último número, el diecisiete- Planeta ha concluido “Conan El Cimmerio”, la continuación de la ya notable “Conan, La Leyenda” que actualmente viene reeditando en tomos. Una recomendación, si os gustó o está gustando “Conan, La Leyenda” probad con “Conan, El Cimmerio” porque el guionista Timothy Truman, el dibujante argentino Tomás Giorello y el colorista español José Villarrubia igualan si no superan el trabajo de los Busiek-Nord-Stewart (y sin envidiar tampoco nada a los adaptadores del bárbaro “clásicos”, BWS, Thomas, Buscema, Alcala, etc…). con un colofón de la serie simplemente espectacular a lo largo de las dos historias, “Kozak” y “Sombras de Hierro en la Luna” publicadas en las tres últimas grapas de Planeta, números 15 a 17 de la numeración yanki.
Kozak” es una historia de creación propia de Truman y Giorello en la que a lo largo de tres grapas yankis nos narran el destino de la compañía de “Los Compañeros Libres” a la que pertenecía Conan al tiempo que sirve de perfecto preámbulo para la siguiente historia. En esta aventura, asistimos a como Conan, herido y derrotado se esconde en las marismas del Vilayet huyendo de las tropas turanias y haciendo frente a su delirio se enfrenta a los fantasmas, cuan un Scrooge de la Era Hyboria, hacer frente a las culpas de los fantasmas que se le aparecen para exigirle venganza. A través de esta curiosa estructura basada en elipsis (poco habitual en los tebeos de Conan), Truman propone una doble trama perfectamente hilvanada en la que en el presente muestra a Conan escapando de los turanios mientras que, en el pasado, narra las peripecias de los Compañeros Libres desde el punto en que quedaron tras los sucesos que les llevaon a abandonar Khoraja. Con todo, ese planteamiento no es tampoco una novedad dentro de la serie ya que Truman de un modo más dubitativo experimentó algo parecido en el arco de “Los Compañeros Libres” sin alcanzar la ambición y brillantez lograda en “Kozak” debido también en buena medida a que Truman se alternó en la labor gráfica con Giorello con lo que aquella historia está peor acabada. Además, en “Kozak”, Truman acaba de presentar a los últimos actores de la siguiente historia con la que se cierra la actual serie, “Sombras de Hierro en la Luna”.
Esta historia, “Sombras de Hierro en la Luna” es una nueva adaptación de uno de los relatos originales de Howard que ya contaran con una recordada adaptación marvelita en “La Espada Salvaje” número 12 de la primera edición española y 4 de la yanki obra de Thomas, Buscema y Alcala. Sin querer entrar en comparaciones que siempre producen urticaria, la adaptación de Truman, Giorello y Villarrubia brilla con luz propia y se convierte en un magnífico ejemplo del buen uso de la Continuidad para cohesionar la historia de Howard en un discurso único, una novela río cohesionada en la que los autores nos narran la vida ordenada de Conan por primera vez. De este modo, todos los personajes secundarios que confluyen en esta historia ya son conocidos por el lector que siga la colección de anteriores aventuras y sus motivaciones y reacciones aparecen perfectamente claras con lo que la excelente trama de terror, piratas y seres sobrenaturales hilvanada por Howard se retroalimenta y se ve reforzada. En esta historia, Conan escapa por fin de las marismas del mar interior de Vilayet junto a la bella Olivia, convertida por Truman en narradora interpuesta de la aventura, adentrándose en el mar. Cuando llegan a una isla en la que encuentran un templo ruinoso lleno de terroríficas estatuas parece que por fin estarán salvados. Sin embargo, la isla encierra numerosos peligros y misterios que se verán agravados cuando arriban los piratas de la Hermandad Roja capitaneados por Sergius de Khrosha con el que Conan tuvo algunas rencillas en el pasado.
Truman cierra la serie con una magnífica historia en la que mantiene el pulso a lo largo de los cuatro episodios estadounidenses en que se desarrolla para que, a pesar de lo previsible de su desarrollo, resulte vibrante y no se pueda dejar de leer. Los personajes y la ambientación están perfectamente presentados y la trama potencia el lucimiento de un Tomás Giorello que alcanza sus mejores momentos dentro de la serie dentro de su sobresaliente actuación a lo largo de toda la colección. Menudo descubrimiento ha sido el dibujante argentino…Giorello parece nacido para dibujar Conan ya que potencia lo mejor del trabajo de grandes del género como Buscema o Frazetta para lograr un dibujo personal y característico en el que tan importante es la fuerza visual de sus viñetas como la narrativa que encierran mostrándose como un excelente dibujante en ambos aspectos, perfectamente entendido por el colorista José Villarrubia quien realiza una excelente labor. El único pero que se le puede poner a estos números (y a la serie en general) en el aspecto gráfico son las portadas realizadas por distintos autores que, en mi opinión, no están a la altura ni de los contenidos interiores ni de las excelentes portadas de las que siempre han disfrutado las colecciones de Conan.
En definitiva, “Conan, El Cimmerio” ha finalizado en su mejor momento dejándome con ganas de más. La conclusión no ha sido a causa de las bajas ventas sino de la cuidada planificación que Dark Horse está desarrollando en sus adaptaciones del cimmerio y demás personajes howardianos. Habrá que echarle un ojo a las nuevas series y miniseries que ya se anuncian (especialmente la nueva serie de “King Conan”), pero mientras aquí se aclara cuándo empieza a publicarlas Planeta habrá que releer despacito los diecisiete números españoles de esta serie en la que las aventuras del cimmerio han alcanzado uno de sus puntos más altos en el medio que más las ha sobrexplotado, el cómic. Quién lo iba a decir a estas alturas…
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