jueves, 22 de abril de 2010

El que faltaba…

A través del excelente blog de David Safari Nocturno llego a la penúltima salida de tono que un “intelectual” de las Españas ha tenido a bien dedicarle al mundillo del cómic. Al dúo dinámico que venían formando Vicente Molina-Foix y Fernando Trueba se ha unido Enrique Vila-Matas, escritor de prestigio en determinados ambientes y azote de dibujantes al parecer, que se ha aupado en la Tercera Persona de la Santísima Trinidad del Desacierto: ¿Qué de qué hablo? En la “Babelia” del 17 de Abril, Enrique Vila-Matas escribió esto:

Consejos a un principiante para enfrentarse a la página en blanco: tratar de driblar a la plúmbea tradición acumulada y buscar percepciones, ideas nuevas. Ahora bien, para driblar es necesario haber leído previamente mucho. Puede parecer paradójico, pero sólo habiendo leído mucho se puede intentar la aventura de ir en busca de la frescura, del gesto que devuelva al arte la potencia que tuvo en sus orígenes. Por eso me sorprenden los escritores jóvenes que dicen escribir sin previamente haber leído demasiado. A los que dicen pasar de Dickens y Proust quiero advertirles que, como la escritura es una carrera de fondo, a la larga pueden quedarse sin una bombilla en su cerebro literario y convertirse en dibujante de cómics, pero no en escritores".

No voy a entrar a refutar a Vila-Matas ni en el “tú más”. Sergio Bleda le dedica una respuesta en su blog muy atinada, pero sí quiero resaltar que empieza a parecerme sospechoso que “intelectuales” en horas bajas parezcan buscar promoción en este tipo de declaraciones. ¿Tan pernicioso se está convirtiendo el Cómic para algunos que tienen que realizar ese tipo de ataques? Me recuerdan a los típicos abusones del colegio que pegaban a los más chiquitos a los que sabían que podían y se escondían con los que les sacaban un palmo.

Unas declaraciones que están más cercanas al amarillismo calculado de ciertos programas televisivos de sobremesa que a la opinión mesurada del que se supone piensa antes de hablar (o escribir). Pernicioso y peligroso que esas conductas contaminen incluso por aquellos que se supone deben ser ejemplo para el resto.

No sé, que tengan cuidado estos señores, los chiquitos suelen acabar haciéndose mayores y los dinosaurios se acabaron extinguiendo, olvidados durante siglos, por incapacidad para adaptarse al mundo que les rodeaba. Sergio, Vicente, Fernando…Evolucionad.

Un consejo a los jóvenes proyectos de escritores de un lector: tiene razón Vila-Matas, hay que leer a los clásicos lietrarios…pero también a los modernos... y los cómics clásicos y modernos. Un escritor debería ser siempre lector antes que escritor para aprender su oficio y para aprender a reflexionar antes de escribir.

Leamos todos y, por supuesto, leamos también a Vila-Matas.
¿Quién será el próximo intelctual español en usar el Cómic y su entorno como punching ball? Apostad, apostad...

"Los Perdedores”, de Andy Diggle y Jock.



Antes del estreno de la película, le he dado esta Semana Santa un repaso a “The Losers”, la serie del sello Vertigo en la que se inspira y que fuera publicada en España inicialmente por Norma y Planeta -al perder Norma los derechos a favor de Planeta, la primera publicó los primeros dos arcos arguméntales y la segunda los tres últimos- y que Planeta acaba de reeditar de manera unitaria en un único tomazo que debe reunir la serie original completa.

En esta serie asistimos a las peripecias de un grupo de comandos de operaciones especiales del ejército estadounidense supuestamente asesinados por sus superiores cuando se mostraron demasiado independientes en el curso de una misión secreta. Los perdedores viven en la clandestinidad intentando descubrir quién los traicionó para lo que intentan desmantelar las operaciones encubiertas de un grupo secreto que existe dentro de la misma la CIA. En el fruto de sus operaciones, descubrirán que el poder en la sombra que casi acabó con ellos en Afganistán no es otro que Max, un misterioso y ubicuo agente que parece ser el centro de todas las conspiraciones desde hace más de cincuenta años, planeando todas las operaciones sucias que han provocado guerras y asesinatos desde la Guerra Fría hasta nuestros días. Los Perdedores irán descubriendo las claves del plan maestro de Max para asegurar la supremacía norteamericana durante el próximo milenio, un delirante plan que puede poner en peligro la estabilidad mundial y desencadenar la III Guerra Mundial. Si queréis saber si lo consiguen o no, tendréis que leeros el tebeo.

En 2003, Diggle y Jock tomaron un grupo de personajes de guerra de la II Guerra Mundial que vegetaban en el trastero de DC y los relanzaron en un cómic moderno de acción desenfrenada en el que firmaron el que probablemente haya sido el mejor trabajo de ambos hasta la fecha. Si en el primer arco argumental, la historia quizás resulte un tanto deslavazada (al principio la serie se planificó como una miniserie de seis episodios para prolongarse debido a su éxito hasta los 31 finales) es a partir del séptimo número en el que los autores empiezan a mostrar las distintas piezas de un puzzle que no acaba de encajar perfectamente hasta los últimos números gracias a una original narración que huye de la linealidad y facilitar la lectura a los lectores. Diggle y Jock utilizan múltiples referencias cinematográficas y televisivas de éxito probado que van desde “El Equipo A” hasta “Sospechosos Habituales” mezclada en un cómic de acción que se desarrolla a un ritmo frenético sin olvidar por ello ir profundizando progresivamente en las motivaciones de los principales personajes.

Andy Diggle se muestra como un guionista muy competente e informado ambientando perfectamente la acción de la historia en el bullicioso panorama mundial de la primera década del milenio cuando conflictos como los de Afganistán o Irán estaban en plena ebullición dando verosimilitud a las increíbles aventuras de sus personajes. Diggle se beneficia de la ausencia de continuidad y contar con mano libre sobre los personajes para hacer lo que le da la gana y describir todo tipo de traiciones, engaños y enfrentamientos en una trama compleja de espionaje y conspiraciones de la que los protagonistas son meros instrumentos.

Si bueno es el guión de Diggle, el punto fuerte de la serie es el apartado gráfico donde brilla con luz propia el británico Jock quién a través de una agresiva composición de página y forzadas perspectivas aportar originalidad a un género en el que todo está inventado logrando ir equilibrando sus complicadas composiciones con el sentido narrativo de una historia en la que nada queda al azar. El estilo de Jock es enérgico, minimalista y conciso centrando el desarrollo de las escenas de acción en el uso de onomatopeyas y reduciendo el uso de fondos en la medida de lo posible para trasladar al lector toda la fuerza de las acciones de los personajes jugando con el ritmo de lectura sabiamente. Jock gusta de usar de colores desvaídos y fríos que dan a toda la historia una atmósfera oscura que casa bien con el espíritu y los tiempos en los que se desarrolla la historia. Jock mama de Steranko, Mignola y Miller y demuestra haber asimilado muy bien sus lecciones. Jock realizó, además, todas las portadas de la serie, una faceta en la que es uno de los mejores artistas del momento.

En fin, esperemos que la película esté a la altura de este estupendo cómic. Crucemos los dedos.


Los arcos de la serie son:

Doble o Nada.
No va más.
Trifecta.
Cuerpo a Cuerpo.
Fin del Juego.

Otras obras de Jock en El lector impaciente:
Faker