sábado, 23 de junio de 2007

“Las Olivas Negras 1” de Guilbert y Sfar.



Parece que desde hace dos semanas en casa somos incapaces de tener un sábado tranquilo como cualquier hijo de vecino trabajador para dedicarlo al goce del rencuentro ininterrumpido con la almohada sin la condena del despertador y el consabido madrugón.
Este sábado nos hemos metido en la aventura de la instalación del aire acondicionado en previsión de los calores con los que nos amenazan a diario los meteorólogos y que este año parece que no llegan. A medio día ya estaba terminada la instalación sin embargo la casa la teníamos completamente patas arriba e invadida por un polvo rojizo y pesado que calaba en los bronquios y congestionaba nuestra respiración. Armados de escoba, fregona y aspiradora nos enfrentamos a nuestro enemigo y tras más de cinco horas de desigual lucha al fin nuestro esfuerzo ha tenido su recompensa y hemos dejado la casa como los mismísimos chorros del oro (¿de dónde vendrán estas frases hechas?). Sin embargo, el esfuerzo ha sido tremendo, nuestros cuerpos extenuados exigían su ración de descanso y su encuentro aplazado con la cama. Sin embargo, yo no puedo acostarme sin dejar de comentarles mi último gran descubrimiento: “Las olivas negras” de Guilbert y Sfar.
Emmanuel Guilbert (“La guerra de Alan”, “El fotógrafo”) y Joann Sfar (“La Mazmorra”, “El gato del rabino”,etc) nos ofrecen un verdadero soplo de aire fresco (no acondicionado) en el mundo de la Bandée Desinée a través de una hermosa parábola sobre el antimilitarismo y la religión hebrea, dos temas recurrentes en la obra de estos autores. La historia se ambienta en la Judea de hace dos mil años dominada por los romanos en la que el movimiento de los zelotes parece la única alternativa de resistencia. Un padre y su hijo pequeño acuden al Templo en Jerusalén para realizar el tradicional sacrificio de la Pascua. Sin embargo, se ven envueltos en un altercado y son separados por los romanos que consideran al padre un alborotador peligroso al que buscan mientras retienen al niño. El padre logra rescatar a su hijo y acompañado por la joven Tsiporah y los desertores romanos Camulos y Cotus intentan escapar juntos de la ciudad pero al ser descubiertos los hechos se precipitan (¿no pensarían que les iba a contar toda la historia, verdad?).
Sfar en este primer tomo de “Las olivas negras” realiza probablemente uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. A través de una historia cargada de sensibilidad, humor e imaginación se pregunta acerca de las paradojas de su religión con momentos impagables como el diálogo entre el padre y el hijo acerca del sacrificio de Abrahám o la circuncisión de Camulos y Cotus en el campamento zelote. En ocasiones a través desde los ojos ingenuos del niño o a través de la sorpresa de los extranjeros Camulos y Cotus, Sfar deja preguntas abiertas sobre las paradojas del judaísmo, unas paradojas que hoy como hace dos mil años continúan vigentes. Son preguntas sin respuesta en la que el autor no se decanta por ningún posicionamiento dejando las respuestas a la reflexión del lector.
Mención aparte merece el trabajo gráfico de Guilbert, un autor en el que a través de un aparente clasicismo demuestra un conocimiento del medio y un dominio de la narración gráfica sobresaliente. Guilbert es capaz de encauzar a través de una narración contenida el aluvión de ideas de Sfar administrando los tempos de la historia con maestría única. Guilbert nos hace observadores a través de estudiados planos intermedios de las peripecias de los personajes con una construcción de página a seis viñetas soberbiamente aprovechada. Guilbert es capaz de desarrollar a partir de estas premisas escenas llenas de dramatismo, como las de el altercado en el Templo, humor, como las conversaciones de mujeres en el campamento zelote, y ternura, en la relación padre e hijo
Pocos autores son capaces de contar tantas cosas y tan bien contadas en tan sólo cuarenta y ocho páginas y pocas veces he leído un cómic tan medido e inteligente para aunar reflexión y diversión dejando pendiente en el entrañable “continuará…”, tan perdido hoy en día en el Cómic, las ganas de seguir disfrutando de la peripecia de unos personajes tan sabiamente construidos.
Esperemos que Kraken Ediciones no se demore mucho en la publicación de los dos tomos que completan la serie y siga demostrando tan buen criterio como hasta ahora a la hora de recuperar grandes obras del cómic europeo.
Me voy a la cama que estoy roto. Eso sí, con aire acondicionado.