viernes, 7 de septiembre de 2012

“Invencible 1”, de Robert Kikman, Ryan Ottley y Cory Walker.



Dolmen /Aleta recopila los catorce primeros númeross de “Invencible” en un tomaco de cuatrocientas páginas lo que a mí me da la excusa perfecta para sacarme la espinita por no haber comentado en todos estos años nada de la serie más fresca que el género superheroico ha dado en los últimos tiempos y la que es, en dura competencia con la  mediática “ Los Muertos Vivientes”, la mejor obra de Robert Kirkman. Como digo el tomo reúne los tres primeros arcos argumentales – “Asuntos de Familia”, “Con ocho basta” y “Auténticos Desconocidos”- en los cuáles Kirkman - con Walker primero y Otltley después - establece las bases de la serie y marcan el primer gran giro argumental  para mantener atrapado al lector a lo largo de una historia de la que, hasta la fecha, el guionista ha sabido seguir manteniendo el control.

La premisa es sencilla. Mark es un joven adolescente blanco de barrio residencial de clase media norteamericana  que de repente descubre que tiene superpoderes, algo natural teniendo en cuenta que su padre es en realidad Omniman, el protector más poderoso de la Tierra. Mark, convertido en  el superhéroe juvenil Invencible, se lo pasa guay fardando de superpoderes, perteneciendo a un supergrupo adolescente y peleando con pintorescos supervillanos mientras se prepara para ir a la Universidad hasta que los cimientos de su vida se tambalean cuando su superpoderoso padre no es el modelo intachable que había idealizado.

Kirkman ha estudiado el género superheroico y a partir de sus convenciones se marca un cómic referencial sin caer en la pedantería friqui, usando de sus iconos para lustrarlo y  abrillantarlo, adaptádolo a la dinámica historia que plantea al ritmo de las comedias televisivas de situación  costumbristas  para adolescentes a las que rinde constante homenaje en el título de los distintos arcos argumentales pero añadiendo altas dosis de una desbordante imaginación a la que da rienda suelta sin complejos.

Sin los enconrsetamientos contractuales de los iconos mediáticos de las grandes editoriales, Kirkman inspira fuertes bocandas de libertad creativa para experimentar con la materia prima del género  y expulsarla manufactura y renovada en una serie divertida y fresca en la que siempre va un paso por delante de unos lectores a los que todos les resulta familiar y  reconocible aun cuando el guionista marca las cartas para introducir nuevas reglas en el juego que le permiten despachar de la manera más gore situaciones y personajes en un tour de force frenético en el que es capaz de la humorada al drama casi sin transición en continuos  cambios de registros que provoca en el lector ganas de leer más y más.

En el aspecto gráfico, el cocreador Cory Walker establece los parámetros de la serie mediante un dibujo elegante y dinámico de figuras esquemáticas y líneas rectas aunque no exente de carencias  en el que primaba la narración frente al detalle. Walker se desenvolvía con solvencia en los distintos registros de la serie aunque con cierta predisposición a la reiteración de viñetas con mínimas modificaciones, un tic reiterativo muy característico en Kirkman sobre el que él mismo ironiza en  uno de los mejores momentos de la serie,  y que a mí personalmente me irrita bastante. A partir del número 9 debido a su dificultad para cumplir con los plazos de entrega, Walker fue sustituido por Ryan Ottley un dibujante que suma a las virtudes de Walker un mejor acabado y una mayor espectacularidad lo que acaba enriqueciendo el conjunto de la serie y potencia el clímax que marca el final de este volumen.

En definitiva, “Invencible” es un soberbio tebeo de superhéroes realizado sin complejos por alguien capaz de sacarle todo el partido a sus recursos para desarrollar una historia en la que prima el entretenimiento y pasar un buen rato. En la humildad de sus pretensiones radica la clave de su éxito. Si no te gusta "Invencible", no te gustan los superhéroes.