

Tras un número de relleno que sirve para situar a Conan en el camino de Nemedia y para explicar acontecimientos posteriores a la aventura más importante del tomo, Busiek y Nord se meten de lleno en la adaptación de un relato clásico de Robert E. Howard, "El dios del cuenco", que ya tuviera un primer acercamiento al cómic bastante más libre en el lejano “Conan, The Barbarian 7”, de Barry Windsor Smith y Roy Thomas. En esta aventura, a Conan debe introducirse en un palacio para robar una joya por encargo para descubrir que el señor del lugar ha sido asesinado. Apresado por la guardia y sometido en la misma escena del crimen a interrogatorio por un magistrado, todos los presentes descubrirán que se enfrentan a una amenaza mucho más terrible que la presencia de otro ladrón. Estamos ante una brillantísima adaptación por parte de Busiek del relato original, mucho más fiel que la anterior de Thomas en la que pone de relieve todos los elementos “prestados” de la novela de detectives que el texano explotó en el original y que Thomas marginó en su guión, fijándose más bien en los elementos terroríficos de la historia. En el aspecto gráfico, Nord vuelve a brillar pero me temo que es incomparable para mí con la brillante representación que BWS realizara del temible “Dios del Cuenco” con lo que, en este caso, me quedo con BWS por una cuestión puramente sentimental. Un dato destacado de la historia además es que es la primera vez que se cruzan los caminos de Conan y Toth-Amon. De todos modos, invitaría a comparar una historia con la otra y comprobar como de una misma fuente pueden darse dos interpretaciones tan brillantemente distintas.

El segundo gran arco del tomo es otra historia de cosecha propia del dueto Busiek-Nord en la que retoman y profundizan en el personaje de Kalanthes al que se hace referencia indirectamente en “El Dios del Cuenco”. Conan se ve impelido por fuerzas que no controla a escoltar a este hasta su ciudad de origen junto a Janissa, La Enviudadora, donde ha de destruir una malefica reliquia que anhela Toth Amon. Quizás lo más interesante de esta entretenida historia es la minuciosida que Busiek pone de nuevo en rellenar y dar continuidad a los huecos entre relato y relato de Howard. En cuanto al guión, Busiek desarrolla una historia entretenida que naufraga conforme va alejándose del canon howardiano, cayendo en la tentación de incluir y dar demasiada importancia a un personaje propio, Janissa, bastante alejado de los arquetipos howardianos y con demasiadas similitudes a la Elektra milleriana. Con todo, la aventura se desarrolla a buen ritmo y, aunque la resolución esté tomada por los pelos, merece la pena por la labor gráfica de un Cary Nord que disfruta como un enano.

En definitiva, un tomo muy recomendable, especialmente por la excelente adaptación del relato de Howard, que sirve de prólogo para las nuevas y viejas aventuras de nuestro cimmerio favorito.