jueves, 10 de abril de 2014

“Bandolero”, de Carlos Giménez.



Me da un poco de grima rebuscar de un tiempo a esta parte entre los saldos de algunas librerías y seguir encontrándome joyitas como el “Bandolero”, de Carlos Giménez, en su última edición, la de Glénat,  pues ello significa que una de las mejores obras de este autor, aunque seguramente también una de las menos conocidas por el gran público en las que con mano maestra dramatizó parte de la autobiografía de Juan Caballero, un bandolero auténtico del siglo XIX que formó parte de la cuadrilla de El Tempranillo, no contó con el respaldo suficiente para ver agotada la tirada en su momento y aún todavia la gente estando tirada de precio no ha arrasado con los ejemplares que quedan (ya sé, la crisis).

Juan Caballero, es el prototipo de bandolero galante, dispuesto a pesar de su profesión a hacer honor a su apellido por lo que en sus espectaculares golpes no solo roba a los ricos y reparte con los pobres sino que además se muestra generoso en la derrota con sus declarados enemigos, los migueletes. Y es que Juan Caballero es el ideal de bandolero respetado por sus colegas que le llegan a otorgar el grado de Comandante y el mando sobre diversas cuadrillas. Sin embargo, y a pesar de sus casi sobrenaturales habilidades Caballero también es humano y a veces comete errores.

Carlos Giménez, partiendo de una exhaustiva labor de documentación a través de la autobiografía del Juan Caballero real usa al personaje para ofrecer un completo retrato de la figura del bandolero galante en el que no solo no se limita a reforzar la idealización de los elementos de aventura y gallardía de estos personajes  sino que se preocupa especialmente en mostrar su lado oscuro y humano, reflejando a la perfección sus debilidades, su sentimiento de culpa y sus dudas en torno a la vida que llevan. En algunos textos, he leído que Giménez construye en "Bandolero" un Western a la española y aunque es válida la comparación creo que este cómci está más cercano a los Westerns crepusculares de los últimos tiempos protagonizados por antihéroes que a los brillantes pastiches protagonizados por héroes infalibles de su época dorada.

En el aspecto gráfico, “Bandolero” es brutal, quizás su mejor obra, y muestra a un Giménez inspiradísimo que callaría muchas bocas de los que tanto atacaron al autor acusándole de dibujar exclusivamente cabezones parlantes. En esta obra, Giménez muestra su talento para la acción construyendo todo tipo de lances y reflejando con especial cuidado la vestimenta y armamento de los bandoleros y soldados de la época, así como de los escenarios de la Andalucía atrasada y aislada por los que deambulaban. Bajo la aparente sencillez de su estructura, Giménez construye una narración circular sutil en la que el personaje protagonista acaba tan solo como al inicio de la historia, en una imagen más de lo ingrata que era la vida de estos bandoleros realmente, despojada de su patina novelesca. Por otro lado, la historia está tan bien planteada que en ningún caso se percibe que  fue ideada para su publicación inicial serializada en la revista “Totem” antes de ser recopilada por primera vez en álbum por Ediciones de la Torre y, posteriormente, Glénat.
En fin, os invito a rebuscar en los saldos porque quizás todavía estéis a tiempo de encontrar maravillas como “Bandolero”, un clásico por el que no han pasado los años y sigue deslumbrando como en el momento en que apareció por primera vez.