
El penúltimo intento de dotarle de mayor protagonismo lo acaba de publicar Panini en una novela gráfica (en realidad una miniserie de toda la vida en cinco grapas agrupadas en un tomo) donde se ha dado rienda suelta al equipo creativo, Peter Milligan y Esad Ribic, rienda suelta para contar la historia que les diera la gana. Y a fe mía que lo han hecho, porque pasando olímpicamente de la continuidad y la historia del Universo Marvel han montado una historia de terror llena de despropósitos en la que el personaje que le da título tiene una importancia marginal.

Ambientada en los años cincuenta –en la época en la que durante toda la vida nos contaron que Namor era un vagabundo barbudo y amnésico que andaba perdido por las calles de Nueva York- la historia se centra en una expedición de rescate que tiene como fin averiguar que ha pasado con una expedición anterior que buscaba la mítica Atlantis. Capitaneada por un aguerrido y racionalista explorador experto en destruir mitos y leyendas, el capitán pronto tendrá que empezar a enfrentarse tanto a los temores y desconfianzas de los supersticiosos marineros como a los sucesos extraños y terribles a los que se enfrentarán en el oscuro y opresivo océano para, finalmente, tener que tomar una terrible elección entre la verdad y la cordura.

En esta nueva incursión en el género superheroico, Peter Milligan se marca un tebeo de encargo en el que se nota una vez más que su conocimiento del personaje que maneja es más bien escaso (por no decir nulo) trasladando la historia a un registro en el que debe sentirse más cómodo, el del terror, para ambientar la historia en el ambiente claustrofóbico de un submarino en el que sus tripulantes se enfrentan a una amenaza indefinida. Una historia correcta, tópica y plana en la estela de películas como “Abbys” o “Alien” y que falla, por un lado, debido a que la amenaza indefinida no es tal ya que hasta el tato en la historia y, por supuesto, los lectores son conscientes quién la protagoniza; y, por otro, porque el dibujante croata Esad Ribic (cuando uno ve a otros dibujantes pintores es cuando realmente más aprecia lo bueno que es Alex Ross) se muestra incapaz de darle el tono opresivo y asfixiante que una historia ambientada en un submarino en la profundidad del océano requiere y su narrativa es más bien confusa.

En definitiva, que Namor se va a mantener en las profundidades del Universo Marvel hasta que un autor dé con la tecla para que conecte de una manera duradera con los lectores. Y es una lástima, porque es un personaje con enormes posibilidades pero ya se sabe que los superhéroes submarinos (mirad el caso de Aquaman en la competencia) están gafados.