lunes, 22 de diciembre de 2008

“Estudio en Escarlata” de Arthur Conan Doyle



Inicio con esta entrada un repaso del canon sherlocksiano y, por extensión, de la obra de Arthur Conan Doyle, uno de mis escritores preferidos, siguiendo la edición incompleta comentada por Juan Antonio Molina Foix que la Editorial Valdemar publicó hace ya unos años.

Estudio en Escarlata”, la primera novela que Conan Doyle publicó sobre el inmortal habitante del 221 de Baker Street, es probablemente la más floja de las cuatro novelas largas que el autor publicó sobre el personaje pero al ser la primera resulta indispensable para adentrarse en el universo sherlocksiano al incorporarse en ella todos los elementos característicos del detective que se irían desarrollando en las siguientes entregas.

Estudio en escarlata” narra el primer encuentro entre un convaleciente Watson, licenciado como médico militar tras su servicio en la campaña de Afganistán, y Sherlock cuando por mediación de un amigo común deciden compartir el alquiler de una vivienda. A Watson le va seduciendo la personalidad de su excéntrico compañero de casa, sobre todo cuando este le explica su teoría deductiva y va averiguando como se gana la vida como detective al solucionar un complicado caso de asesinato relacionado con la aparición de un hombre muerto en una casa abandonada junto a una pared en la que aparece escrita con sangre la palabra “rache” (venganza, en alemán).

En “Estudio en escarlata”, Conan Doyle da los primeros pasos hacia la inmortalidad sin ser demasiado consciente de ello. Conan Doyle era un médico de poco éxito que languidecía en su consulta de oftalmología. El autor decidió entonces escribir una novela sobre un trasunto de los héroes de folletín que triunfaban por aquel entonces y que él despreciaba como Lupin o Lecoq, incorporando las características que a él le parecían que les faltaban a esos antecedentes. Conan Doyle, escribió la novela escasamente convencido de su éxito e introdujo una larga elipsis en su segunda parte que poca relación tenía con los hechos narrados hasta el momento, situada veinte años antes en Utah en un relato del Oeste al gusto de la época que servía de explicación a los asesinatos pero sin cohesión con el resto de la trama y sin que Sherlock o Watson aparezcan por ningún lado, con lo que “Estudio en escarlata” realmente es un “dos en uno” de lo más curioso, dos relatos independientes con algunos personajes en común. La trama detectivesca está bien hilvanada pero artificialmente alargada con la segunda parte que alarga en exceso una novela que como relato hubiera funcionado mejor. A pesar que Conan Doyle vio como esa primera novela fue rechazada por varias editoriales, finalmente fue publicada por la editorial Lock&Co en 1888 y el resto, como ya saben, es historia.

Otras novelas con Sherlock Holmes como protagonista en El lector impaciente aquí y aquí.

“Fabulas: El buen príncipe” de Bill Willingham, Mack Buckingham y Aaron Alexovich

Nueva entrega de “Fábulas” probablemente el título más comercial y entretenido de los que engloban la línea Vertigo en la actualidad y que por los misteriosos designios de Planeta coincide su publicación en fechas con “El Príncipe Malo” de la colección hermana “Jack of Fables” del que ya les hablé hace poco por aquí.

Este nuevo tomo, que engloba los números 60 a 69 de la colección original, se centra en las aventuras de uno de los secundarios de la serie, Papa Moscas, y como acaba convirtiéndose del fregona de la Comunidad de las Fábulas en un príncipe encantado portador de la mítica Ex Calibur, capaz de mantener a raya a los ejércitos del Adversario y mantener su propio reino, Santuario, en el mundo de las Fábulas.

Willingham lleva varios arcos arguméntales de “Fábulas” escribiendo la serie con el piloto automático. Entiéndanme, no quiero decir con ello que me aburra pero la serie ha caído en una dinámica monótona en la que no sorprende desde que averiguamos la identidad del Adversario, tras haber descubierto los autores quizá que la serie se mantiene simplemente profundizando en la historia de los distintos personajes que habitan Villa Fábula. Lo que los autores cuentan lo cuentan bien, en historias como “El buen príncipe” narradas con mucho oficio, imaginación y habilidad para retomar algunos de los personajes que conocimos en los primeros números de la serie y que el guionista “mató” antes de poder desarrollar todo su potencial, y resolver algún misterio como el del Pozo Encantado, mientras se va demorando en los preparativos de la que se augura sea la gran batalla entre las fábulas y el Adversario, pero la serie ha perdido la originalidad de los primeros números y se hace necesario que Willingham vaya planteándose introducir alguna sorpresa inesperada que renueve su interés porque el que los buenos den pál pelo a los malos no es tan divertido como al contrario.

En el aspecto gráfico, Buckingham sigue dando la talla manteniendo un estilo que ya se ha vuelto característico de la serie (en este arco argumental hay un interludio de un episodio titulado “El secreto de cumpleaños” protagonizado por los lobeznos dibujado por un autor con un estilo completamente divergente al de Buckingham, Aaron Alexovich, y no vean como chirría la cosa) y mostrando su capacidad para llevar tanto la narración de las tramas ideadas por Willingham como enriquecerlas incorporando gran cantidad de personajes sin que se recarguen las viñetas ni sufra la historia. Buckingham se ha convertido en un maestro en introducir viñetas corales, repletas de personajes perfectamente definidos un poco al estilo de George Pérez (salvando las distancias) pero manteniendo como su principal influencia a un Kirby cuya sombra cada vez es más patente en su estilo. No importa demasiado, pues Buckingham toma lo mejor de los mejores y su estilo tiene la suficiente personalidad como para resultar reconocible por sí mismo sin caer en el plagio. Las portadas de James Jean son auténticas maravillas de las que nos queda ya poco por disfrutar pues el portadista abandonará la serie próximamente

En definitiva, “Fábulas” sigue manteniendo el interés de sus incondicionales pero la serie empieza a necesitar de un giro o una sorpresa que renueve la expectación alcanzada en anteriores entregas pues la fórmula empieza a dar síntomas de agotamiento. Esperemos que Willingham y Buckingham se hayan dado cuenta de ello y nos tengan guardada alguna buena en los próximos números.
Más sobre "Fábulas" en El lector impaciente aquí, aquí, aquí y aquí.