domingo, 15 de marzo de 2009

Cómic y Nostalgia 1: los Cómics de MI infancia.

Y llegamos a la última tanda de los Cómics de MI infancia, que, entre otras cosas, me ha permitido poner fecha real a muchos recuerdos difuminados en mi memoria. Ahí van:


5º.-El Jabato”. Una buena forma de conseguir material nuevo cuando eras niño y no tenías ni paga ni recursos propios, era portarte bien con tus padres. Y qué mejor para ablandarles su corazón que ir de paseos con ellos hasta Cibeles. Para esos ocho o nueve años que yo tenía por entonces era un trayecto largo desde mi casa pero se me hacía corto porque en la plaza había un kiosco donde vendían una colección de Bruguera de 12 números que reunía buena parte de la historia del guerrero íbero y sus fieles Taurus y Fideo. Gracias a mis padres, logré hacerme con los doce números y me quedé con ganas de más pero la colección no continuó. De las obras de Víctor Mora, “El Capitán Trueno” es la más famosa pero yo siempre he preferido “El Jabato”.


4º.- “El Guerrero del Antífaz”. Ya les he hablado por aquí de mis primos y nuestro fructífero intercambio de tebeos. No recuerdo que les dejaba yo, pero sí tengo conciencia que a los ocho o nueve años me dejaron una colección completita de El Guerrero del Antífaz a color de Editorial Valenciana que había llegado a sus manos merced herencia de un tío suyo con el que yo no guardaba parentesco. Durante meses, almacené debajo de la cama en bolsas de plástico del mercado la colección, que leí y releí con avidez disfrutando de los enfrentamientos de El Guerrero y Alí Kan merced a Don Manuel Gago. ¡Qué duro fue el momento de la devolución!...


3º.-Dan Defensor”. En mi infancia, aparte de unos días en alguna zona de playa, siempre íbamos a pasar unos días al pueblo de Cáceres del que procedían mis abuelos maternos. Allí el bochorno durante el día obligaba a pasar el día metido en el frescor de las casas algo bastante aburrido para un niño de ocho años, sobre todo si, además, era bastante complicado conseguir cualquier tipo de lectura. Sin embargo, un año descubrí un sitio donde tenían algunos números de Vértice. Entre ellos, este tebeo de “Dan Defensor” (hasta varios años más tarde no descubrí que por esas cosas simplonas de la censura Dan Defensor en realidad era Daredevil). ¡Un tipo ciego por mucho radar que tenga tenía que tener algo especial para enfrentarse a tres tipos tan duros como El Cobra, Mr Hyde y El Gladiador (El Bufón siempre hizo honor a su nombre)!


2º-Los Vengadores 28”. Mayo de 1985. Voy a cumplir doce años y llevo una temporada desconectado de los tebeos. En el kiosco de referencia, descubro un número de Los Vengadores protagonizado por un tal Chaqueta Amarilla, personaje que no conozco, el título “La Corte Marcial de Chaqueta Amarilla”. En la portada, Chaqueta de cuerpo entero está rodeado por los rostros flotantes de sus compañeros; en el interior, Chaqueta, de pie y de espaldas al lector, es juzgado por el resto de los Vengadores, sentados en una mesa en la Mansión por algo que ha pasado en el número anterior que no he leído. Fuera de la mansión llueve intensamente. Al finalizar, el tebeo me he hecho fan de Chaqueta Amarilla (probablemente, soy el único fan que Hank Pym ha tenido en su trayectoria), el superhéroe más maltratado y atormentado de la historia de los cómics marvel encontró mis simpatías de preadolescente atormentado.


1º.-La Patrulla-X 4”. Junio 1985, acabo de cumplir doce años y soy un atormentado preadolescente obsesionado con la injusticia cometida con Chaqueta Amarilla y con las chicas que ni me miran. En el kiosco más cercano a mi casa, tras hacerme con el imprescindible nº 29 de "Los Vengadores", descubro entre un montón de cómics apilados otra portada que me llama la atención. En segundo plano, un cartel con un montón de nombres de superhéroes señalando que están muertos o prisioneros y una chica y un tipo con garras en las manos en posición defensiva respecto a una amenaza desconocida. El tipo me recuerda a un personaje que ví en un Pocket de Ases de La Masa pero aquel llevaba un uniforme amarillo. Devoro el tebeo y me enamoro perdidamente de Kitty Pryde. Por mor de Claremont y Byrne mi suerte está echada: me convierto conscientemente en coleccionista de cómics.

A partir de aquí, el resto es historia. Pero ya se la cuento otro día.