domingo, 22 de marzo de 2009

“Watchmen” de Zack Snyder

Una sensación de tristeza me embargó desde los créditos iniciales al ver que la tan voceada adaptación cinematográfica que Zack Snyder estrenó –por fin- hace unas semanas no incluía ninguna referencia al padre de la criatura, Alan Moore. Sí, ya sé que el de Northamptom pidió expresamente que su nombre no apareciera y que nada quiere saber de los atentados pasados, presentes y futuros, que tras una cámara se han perpetrado a sus obras pero, aun así, el que no apareciera su nombre junto al de Gibbons en la adaptación de la que es su gran obra era una muda constatación de su desaprobación. Sin embargo, tras acabar de ver la película, el nombre de Moore en los créditos no fue lo único que eché en falta.

Vaya por delante que “Watchmen” (la película) es una de las mejores películas de superhéroes que he visto. Un producto entretenido por momentos y con las dosis justas de intriga y acción para mantener atrapado al espectador durante las casi tres horas que dura y que seguramente habrá entusiasmado a la inmensa mayoría que no conoce la obra original gracias a que su argumento es mucho más complejo que lo habitual en las obras del género y Snyder ya en “300” demostró como sacar partido de los recursos que las nuevas tecnologías ofrecen hoy en día, permitiéndose en esta película de paso algún que otro homenaje a grandes como Scorsese o Coppola. Snyder sorprende, además, sacando bastante partido de un grupo de actores de limitado talento pero con el suficiente oficio como para no meter la pata entre los que destacan Jackie Earle Haley y la imponente Malin Akerman, aunque sea por distintos motivos.

Sin embargo, si son ustedes como yo aficionados a eso de los cómic y a las obras de Moore, se habrán dado cuenta que la película de Snyder es una mera sombra, incompleta y en exceso simplificada de la obra original. “Watchmen” de Moore y Gibbons es un cómic especialmente difícil de adaptar al cine porque utiliza elementos y recursos imposibles de extrapolar a otros medios y más cercanos, si cabe, a la música que al cine. Constantes elipsis, contraposiciones, simetrías y asimetrías con elementos que aparecen y desaparecen entorno a un tema principal que enriquece en una constante variación espiral al tiempo que conforma un homenaje al medio que le sirve de soporte perfectamente ensamblado, elegante y sutil. Nada de eso aparece en la película de Snyder aun cuando durante los primeros tres cuartos de hora de la película parezca que el director pueda lograr trasplantar a imágenes la enorme riqueza del cómic a partir de un guión que traslada directamente muchas de las viñetas de Gibbons a la imagen real y unas soluciones cinematográficas, que parecen buscar acercarse al ritmo de lectura del cómic. Sin embargo, a partir de ese punto Snyder, por propia iniciativa o por presiones ajenas, opta por el camino fácil y prescinde de buena parte de los elementos y tramas que convierten a la obra en la obra maestra que es, mutilándola y traicionando la esencia de la misma, simplificando en exceso y optando por una narración lineal y efectista, apoyándose únicamente en una conseguida e interesante banda sonora.

Soy de los que piensan que no hay obras intocables ni perfectas. Todo es objeto de revisión y mejora y las adaptaciones y versiones nunca están de más siempre que se hagan con respeto hacia la obra en que se basan. Por ese motivo, esta adaptación al cine de “Watchmen” a pesar de sus irregularidades y defectos era necesaria aunque en ningún caso se acerque al original. Sin embargo, estoy seguro que, a pesar de sus limitaciones, atraerá a un buen número de nuevos lectores a la obra original y por extensión al Cómic. Si con esta película, “Watchmen”, de Moore y Gibbons, deja de ser una obra maestra minoritaria y llega al gran público la obra de Snyder ya habrá merecido la pena.
Otras películas de Zack Snyder en El lector impaciente:
"300".

Will Eisner lo tenía muy claro.


EISNER: “Yo no tengo ninguna intención en absoluto de capturar la esencia de ningún otro medio. Persigo la conexión entre yo mismo y el lector. El único otro medio de entretenimiento que ofrece una conexión real y en directo entre el espectador y el actor es el teatro. En el teatro en vivo tú estas sentado ahí y ves eso que está ocurriendo. En el cine, tú solo eres una cámara. No hay sensación de contacto entre los actores y tú. Es una experiencia en la que te sumerges. Eres un espectador, mientras los cómics es un medio que exige la participación del lector.

Quiero que mi lector sepa que lo que está viendo es algo real. Empiezo todo lo que hago con las palabras “creedme”. “Creedme”, digo, “dejad que os cuente esta historia”.

Técnicamente, hoy en día me fijo en el teatro porque ya no me interesan las perspectivas a vista de pájaro y los ángulos de cámara especiales. Cuando la gente habla de las cualidades cinematográficas de “The Spirit”, es porque cuando estaba haciendo de “The Spirit” me di cuenta que el cine estaba creando un lenguaje visual y yo tenía que utilizar ese mismo lenguaje, porque cuando escribes para un público que habla en suajili, lo mejor será que escribas en suajili. Y eso es lo que hice”.

(Extracto del libro “Eisner/Miller”, publicado por Norma Editorial. Imprescindible para los admiradores de ambos autores).