miércoles, 31 de octubre de 2012

“Batman: Caballero Maldito”, de Jeph Loeb y Tim Sale.




Pasa el tiempo como si no pasara y ya nos están dando otra vez la matraca con las calabazas y la mercadotecnia de la anglosajona fiesta de Halloween, respetando cada vez menos nuestras visitas a los muertos, los ricos buñuelos y los golosos huesos de santo. Como uno, a pesar de sus manías, es un hombre de su tiempo y toda fiesta (y esta quizás incluso más) da alimento para este blog toca hablar de cómics de Halloween para la ocasión. En concreto, un tres por uno que como Especiales de Halloween publicaron el equipo formado por Tim Sale y Jeph Loeb para la serie “Leyendas del Caballero Oscuro” (Legends of the Dark Knight) entre 1993 y 1995 y que han sido agrupados en tomo bajo el título de “Batman: Haunted Knight” en Estados Unidos, contando asimismo con varias ediciones en España, primero por parte de Planeta y, actualmente, de ECC Ediciones.

La primera de estas historias, en un principio titulada “Elecciones” (Choices) para ser rebautizada para la recopilación como “Miedos” (Fears), narra el enfrentamiento durante Halloween de Batman con el Espantapájaros mientras su confundido alter ego Bruce Wayne sucumbe a los encantos de una cazafortunas que hace tambalear su destino.; la segunda “Locuras”  narra una nueva misión de Batman junto al comisario Gordon en pos del alucinado Sombrerero quién ha secuestrado durante Halloween a la hija del policía para convertirla en su nueva Alicia; mientras que el tercero, “Fantasmas”, muestra como si de un Mr Scrooge cualquiera en su “Cuento de Navidad” se tratase a un malherido Batman se le van apareciendo unos peculiares fantasmas que ponen en tela de juicio su vida.

Buena parte de la larga trayectoria posterior relacionada con Batman del dúo Loeb/Sale se fundamenta en el buen hacer demostrado en estas tres historias que comparten como único punto en común la fiesta de marras, tratándose en su conjunto de tres sencillas y entretenidas historias que funcionan a la perfección gracias a un Loeb más centrado y comedido de lo que se mostraría posteriormente en otros trabajos más ambiciosos. Frente a la cuidada trama en paralelo construida en “Miedos” y la inteligente adaptación al modelo dickensiano que es “Fantasmas”, quizás la historia intermedia, “Locuras”, sea la que resulte más irregular y apresurada, aun cuando no deja de leerse con agrado.

En el apartado gráfico, Tim Sale deslumbra con su buen hacer habitual haciendo gala de su brillante repertorio basado en su fluido y personal estilo cartoon y toda una galería de elegantes recursos narrativos que refuerzan el atractivo de la trama más acartonada
.
En definitiva, si no pensáis salir a asustar el personal una buena opción para pasar un buen rato en esta noche tan especial no deja de ser el repaso de este interesante conjunto de historias que, eclipsadas por obras más ambiciosas de los mismos autores pero quizás no tan logradas,  me da la sensación que no  han recibido toda la atención que merecen.  

martes, 30 de octubre de 2012

“Gonzo: La Historia Gráfica de Hunter S. Thompson”, de Will Bingley y Anthony Hope-Smith.


451 Ediciones sigue ampliando sin prisa pero sin pausa su cuidado catálogo de cómics con la reciente publicación de “Gonzo: La Historia Gráfica de Hunter S. Thompson”, en la que Win Bingley y Anthony Hope-Smith cuentan la vida y milagros del siempre polémico Hunter S. Thompson, creador del llamado Periodismo Gonzo.
Hunter S. Thompson es una de las figuras más originales y polémicas del periodismo del siglo pasado. Desde su infancia conflictiva hasta sus reportajes para la revista “Rolling Stone” o sus novelas de las que “Miedo y Asco en Las Vegas” es quizás la más conocida, Thompson ha ido ganando reconocimiento desde su muerte en 2005. Influido por el movimiento Beat en sus inicios, irreverente y adicto a todo tipo de sustancias, Thompson vivió su profesión y su vida intensamente.

El cómic biográfico realizado por el guionista Will Bingley y el dibujante Anthony Hope-Smith no deja de ser un buen aperitivo antes de zambullirse en la obra de Thompson, un leve atisbo que se lee de un tirón  en  el que el contenido supera con creces el continente logrando sobradamente el que para mí es su objetivo básico invitar a profundizar en la vida de este tipo singular aunque no rasque  más allá de su superficie. Narrada en primera persona a un ritmo frenético intentando imitar el estilo de Thompson –incluso, creo, que reproduciendo algunos de sus textos- , Bingley realiza una labor correcta, pero sin sacar quizás el máximo partido a todas las posibilidades que la salvaje biografía de Thompson le proporciona pecando si acaso de una de las cosas que más odiaba el protagonista de su historia, una excesiva corrección.
En el apartado gráfico Anthony Hope-Smith realiza un trabajo aceptable con un estilo poco dado a las florituras, conciso y esquemático sin llamar demasiado la atención aun cuando su labor complementa perfectamente la información que los textos describen se limita a cumplir con su cometido pero manteniendo un tratamiento distante y frío en la exposición que no ayuda al lector a identificarse ni empatizar con la figura del protagonista.

Resulta especialmente interesante dado el poco espacio que le dedican los autores a caracterizar a las personas importantes en la vida de Thompson leer con atención el prólogo de la obra escrito por Alan Rintzler que complementa perfectamente el cómic y aporta otra luz en torno a la dispersa personalidad del protagonista.

En definitiva, “Gonzo: La Historia Gráfica de Hunter S. Thompson” satisfará y motivará a adentrarse en la obra de Thompson a aquellos que lo desconozcan por completo pero que seguramente deje con ganas de más a los seguidores de este periodista único.

lunes, 29 de octubre de 2012

“Saga 1”, de Brian K. Vaughan y Fiona Staples.




Tras probar suerte por otros mundos, uno de los guionistas más interesantes de la década pasada, Brian K. Vaughan, regresa al cómic con las pilas cargadas para ofrecernos una interesante incursión en la Ficción Hard a través de “Saga”, su nueva serie para Image de la que Planeta acaba de publicar un primer recopilatorio reuniendo los seis primeros números de la serie regular.

Alana y Marko son una extraña pareja procedentes de mundos diferentes que llevan generaciones enfrascados en una guerra que se ha extendido por toda la galaxia. Sin embargo, Alana y Marko lo único que quieren es ser felices criando a su pequeña recién nacida en algún lugar tranquilo. Mientras la pareja intenta escapar, en sus respectivos planetas de origen se ponen en marcha los mecanismos para detenerlos.
Brian K. Vaughan abandonó los cómics hace unos años buscando los pastos mejor pagados de la televisión cerrando “Ex Machina” abruptamente y dejándonos con la sensación que la historia planteada podría haber dado más de sí. Ahora regresa al cómic planteando una atractiva historia de ficción en la que no solo construye como ya hiciese  en “Y, el último hombre una original road movie sino que además introduce el atractivol tema de la paternidad y la crianza, influido al parecer por el reciente nacimiento de su hija.
Vaughan empieza la serie con muchas ganas con interesantes novedades en su estilo respecto a obras anteriores. Por un lado, la aparición de un narrador interpuesto – la hija de los protagonistas que desde el futuro cuenta su historia-; por otro, la inevitable desaparición de las constantes referencias culturetas en los diálogos de sus anteriores obras. En cambio, mantiene su habilidad para aportar un giro original y atractivo a tópicos de género una y mil veces explotados, subvirtiendo las convenciones  en torno al género.
De este modo, más allá de la huida de los padres primerizos pertenecientes a razas diferentes – ella, perteneciente a una raza de humanoides alados con una sociedad avanzada tecnológicamente; él, a una raza de humanoides cornudos que luchan con espadas y magia- que no es especialmente original, ya que algo así vimos los mayorcitos en la televisiva “V” (serie respecto a la que Vaughan se permite su única referencia cultureta. Ains…) o planteó Garth Ennis en un atractivo arco de su “Hellblazer” hace ya unos años, lo que nos gana sobre todo de la historia de Vaughan, por lo menos a mí y a los que presumo vivan la paternidad intensamente todavía, es la veracidad con la que en ese marco tan distinto sus personajes reflejan sus miedos y anhelos en torno a su criatura, dejando como moraleja que la paternidad y sus consecuencias son universales en cualquier lugar del universo.
No yendo más allá de plantear en estos primeros números la base y el motor de la historia Vaughan, presenta una galería de atractivos secundarios que a su modo plantean las mismas cuestiones que los protagonistas más allá de sus pintorescas pintas y profesiones. Por lo escrito hasta el momento, se podría pensar que Vaughan se alinearía en un planteamiento de la Ficción intimista e introspectiva cercano al de  un autor tan alejado como Frederick Peeters en obras como “Lupus” o “Aama”. Sin embargo, esto es cómic norteamericano y Vaughan busca atraer a un público lector más heterogéneo por lo que incorpora las consabidas dosis de acción y un imaginario de ficción que articula con muy pocas mimbres gracias en buena medida al excelente trabajo de Fiona Staples, la encargada del apartado gráfico
La Staples es una dibujante elegante y sutil que suma a su buena narración un estupendo acabado de las variadas localizaciones extraterrestres en la que se mueven los personajes y crea un universo propio visualmente muy atractivo en el que fácilmente pueden rastrearse múltiples referencias -desde Chaykin a Tolkien, de Moebius a Loisel- que al aficionado veterano le resultarán familiares aún manteniendo la dibujante su propia personalidad..
La buena (¿ciencia?) ficción que nos hace disfrutar es aquella que utiliza las imágenes y los tópicos para aportar una visión renovadora de nuestra aburrida y monótona realidad mediante poderosas metáforas que la cuestionan constantemente. Quizás sea algo pronto, pero “Saga” tiene todos los elementos para convertirse en ese tipo de ficción a poco que su autor mantenga la implicación que demuestra en estos primeros números. El tiempo y Vaugán  nos dirán hasta donde puede llegar esta “Saga” pero sus inicios son realmente prometedores.

viernes, 26 de octubre de 2012

“JSA”, de James Robinson, Geoff Johns, David S. Goyer, Stephen Sadowsky y otros.


Más allá de los distintos relanzamientos que cíclicamente suele acometer la compañía, una de las señas de identidad de DC son sus peculiares supergrupos, que se alejan de los cánones que la modernidad proclama para un grupo de superhéroes como pecios de otras épocas en las que los superhéroes no eran necesariamente prisioneros de la lógica racionalidad –bueno, quizás sí, pero era otra lógica que con los años se perdió-  de los aficionados y el cálculo de beneficios ultranza que ahora cuantifica cada aspecto de la vida, superhéroes incluidos. Me estoy refiriendo a grupos como La Legión de Superhéroes o la Sociedad de Justicia de América (JSA). En concreto esta última, con el paso de los años, ha mantenido el concepto de gran familia que unida enfrenta a las amenazas globales con una sana alegría alejada del tópico del supergrupo práctico y atormentado por las tensiones internas impuesta desde la "Silver Age". Lejos, muy lejos, de sus tiempos dorados de la “Golden Age”, el grupo se ha mantenido con distintas cabeceras en Estados Unidos gracias al empeño de un grupo de fieles fans a lo largo de las décadas  aunque sus series nunca han gozado de excesivo éxito en España, por lo que no deja de ser digno de elogio que ECC Ediciones se haya decidido a recuperar en cuidados tomos uno de esos volúmenes, en concreto el que entre 1999 y 2006 realizaron James Robinson y Geoff Johns, aun cuando parta de partida con la desventaja de su carácter minoritario. En concreto este primer tomo incluye los primeros nueve números de la serie y el especial “JSA: Secret Files”.



A lo largo de las aventuras reunidas en este tomo, veremos como una formación de la JSA se vuelve a reunir cuando algunos de los viejos miembros y amigos del grupo están siendo asesinados. La JSA descubrirá que el asesino es Mordrú, el señor oscuro del siglo XXX, que anhela hacerse con los objetos de poder del Dr. Destino (Fate) antes que la nueva reencarnación del mago ocupe su puesto. El grupo también hará frente en estos primeros números a enemigos como Black Adam y un desquiciado Obsidian, el hijo de Guardián (Green Lantern) que ha sido manipulado por Ian Karfull.
Para acometer la puesta a punto de la JSA a finales de los noventa una vez más, en DC tuvieron la sabia idea de poner al frente del proyecto a todo un especialista de la Golden Age como había demostrado en “Starman”, un hábil e inspirado James Robinson que supo en apenas los cinco primeros números que se mantuvo al frente de la serie fijar los tres parámetros sobre los que se iba a mover esta nueva alineación:1) una sabia alineación que unía a los clásicos veteranos como Jay Garrick/ Flash 1, Scott Lang /Green Lantern 1 o Wildcat junto a los descendientes de antiguos miembros procedentes de “Infinity Inc” y nuevas revisiones de personajes que se habían relacionado con el grupo a lo largo de su dilatada historia; 2) un ritmo desenfrenado que permitía encadenar una historia con la siguiente sin transición otorgando una vivacidad destinada a mantener la atención del lector;  y 3) mantener la esencia única de un grupo que se identifica más con el concepto de familia en el que todos tienen algún parentesco que un grupo institucionalizado como tal. Tras el paso de Robinson, el relevo lo tomó un bisoño Geoff Johns, apoyado en David S. Goyer,.en su primer gran encargo. En estos primeros números incluidos en este tomo, Johns mantiene inalteradas las pautas establecidas por Robinson sin incorporar todavía ninguna novedad significativa en una fórmula que funcionaba.

En el aspecto gráfico, es donde la serie no acaba de despuntar y realmente nunca despuntó. El dibujante habitual Michael Sadowsky es un profesional competente pero ni su estilo poco espectacular emociona en la revisión de los personajes ni su narrativa plana y lineal, carente de recursos, ayuda a dotar a la serie del vértigo que los motivados y Johns buscaban imprimir. Como curiosidad, uno de los números incluidos en este volumen es dibujado por el español Marcos Martín en su primera incursión en la industria norteamericana aun lejos aún de las virguerías que está haciendo en “Daredevil” pero ya demostrando su elegancia de líneas. Las portadas de Alan Davis, que ya podía haber dibujado la serie, tampoco están nada mal.

 
En fin, este primer volumen de “JSA” no deja de ser una entretenida lectura superheroica hard que adapta modernizada la esencia de uno de los grupos más veteranos y presentó en sociedad a un Geoff Johns llamado a convertirse en una de las figuras de DC en los años venideros. Lo mejor estaba por llegar.

jueves, 25 de octubre de 2012

“Superior”, de Mark Millar y Leinil Francis Yu.



Mark Millar, desde una perspectiva en ocasiones altanera y algo cínica, siempre ha mantenido una coherente trayectoria dentro del género de superhéroes que ha despertado tanto filias como odios enconados aunque al contrario que otros compañeros de generación hasta ahora nunca ha apostatado del género que le dio fama, dinero y mujeres (es un decir) en busca de pastos más verdes.
Millar , que es a los cómics de superhéroes lo que Tarantino al cine,  ha mantenido una saludable fidelidad por el género apostando por su renovación y adaptando a los nuevos gustos de las nuevas generaciones en pos de mantener una vigencia que parece menos amenazada que nunca. Introdujo con éxito los superhéroes Marvel al siglo XXI con "The Ultimates" en una línea que ha acabado imponiéndose dentro del mainstream y exportándose a otros soportes y, desde su propio sello editorial dentro de Icon, ha explorado las convenciones del género en historias que han cosechado el aplauso del público, como “Kick-Ass” y “Némesis”. “Superior”, su última obra publicada  por Panini vendría a completar esta terna de obras en las que Millar ha explorado los límites del género y, hasta el momento, es la que más me ha gustado.
Simon es un niño minusválido con esclerosis múltiple que ha visto como su vida se ha visto mediatizada por la enfermedad. Tras ver en el cine una película de Superior un viejo superhéroe de ficción con treinta años de existencia, a Simon se le aparece un genio mágico en forma de mono que le concede su deseo de convertirse en Superior incluso con la apariencia del actor que interpreta al héroe en la pantalla. Durante una semana, Simon disfrutará de su condición de superhéroe, acabando con todo tipo de amenazas y solucionando accidentes al tiempo que realiza sus sueños infantiles. Sin embargo, transcurrida la semana, Simon se enfrentará al dilema que el mono de los deseos le platea: su alma a cambio de seguir siendo Superior o volver a su patética vida de enfermo.

Millar saca partido de su profundo conocimiento del género y sus convenciones para, más allá del realismo sucio que imprimió a “Kick-Ass” o el histrionismo operístico y bufo de “Némesis”, dar a su nueva obra la forma de una fábula moral, un cuento de hadas moderno que entronca con los elementos antiguos y siniestros que estos tenían en origen pero al mismo tiempo manteniendo su función ejemplificante e inspiradora que en su momento compartía con los primeros cómics de superhéroes.
Para ello, Millar utiliza para construir su “Superior” conceptos propios de los superhombres primigenios - Superman o el Capitán Marvel- y va un paso más allá que Roger Stern en la clásica y excelente historia “El niño que coleccionaba Spiderman” haciendo que sea el niño enfermo el que se convierte en el mismo superhéroe y no en un mero fan al tiempo que incorpora ideas que Brian K. Vaughan ya había explorado en “Runaways”. Así, a través de sus ojos alucinados  de un admirado amigo infantil y una ambiciosa periodista trasunto de Lois Lane que aporta una perspectival adulta, vemos como va experimentando la alegría de tener poderes, sí, pero también a valorar la vida normal que los que tenemos salud disfrutamos y damos por natural. Si en “Kick-Ass” el que los niños jugasen a convertirse en justicieros tenía consecuencias nefastas y salvajes, el mensaje de “Superior” es en clave positiva y lleva a Simon a enfrentarse con nuevos ánimos a sus difíciles problemas.
Más allá de su profundo trasfondo, “Superior” es un cómic de acción muy entretenido y ágil que no da respiro al lector y se ve reforzado por la acertada caracterización de todos los personajes. Especialmente elogiable me parece una vez más el uso de los diálogos por parte de Millar ya que resultan en todo momento creíbles, especialmente destacando las conversaciones entre los críos, que resultan muy verosímiles. También es destacable  el artificio morrisoniano de hilvanar distintos planos de ficción –las películas que ven los niños, la supuesta vida real- para reforzar el carácter inspirador y fantástico de la historia al presentarla en una elegante elipsis que deja abierta su interpretación al lector .

En el aspecto gráfico, el filipino Yu imprime su espectacular estilo a la historia a través de cuidadas splas pages y sin obviar las referencias a elementos ya conocidos con un Superior que es clavadito al Mon-El de la “Legión de Superhéroes” (no olvidemos que en origen un confundido viajero del espacio y el tiempo) luciendo un cinturón de campeón de wrestling. Si Yu cumple en clave superheroica, sus caras acartonadas e inexpresivas quitan intensidad a los momentos más intensos y personales de la historia y el tratamiento por ordenador del color llena a los personajes de brillos y contrastes donde no tendría que haberlos lo que resulta muy irritante. Y es que para esta historia, Millar no precisaba a un émulo de Lee sino a un Ron Frenz o un John Romita.


En “Superior” parece que Millar se baja de su pedestal de enfant terrible y logra por fin una obra de madurez en la que da con la clave para transmitir la grandeza de los superhéroes a los chavales del siglo XXI más allá de lo guay que sería tener superpoderes o ser un supervillano. Esperemos que no sea demasiado tarde y el mensaje llegue a sus destinatarios.

miércoles, 24 de octubre de 2012

“Catwoman: Si vas a Roma”, de Jeph Loeb y Tim Sale.



ECC Ediciones reedita esta entretenida miniserie del Dúo Dinámico formado por el guionista Jeph Loeb y el dibujante Tim Sale quienes a finales de siglo pasado y principios de este se dedicaron a limpiar, dar brillo y esplendor al universo del Hombre Murciélago. Otras series y arcos argumentales como “El Largo Halloween” o “Victoria Oscura” han contado con más aplauso por parte del fandom, aunque en mi opinión este evocador monumento kitsch que es “Si vas a Roma” mostrando en su máxima expresión la ambivalencia que suscita la colaboración de los dos creadores en sus obras relacionados con Batman con un Sale que firma uno de sus mejores trabajos y un Loeb cuya ambición y aciertos quedan eclipsados por sus defectos.

Si vas a Roma” es un spin off de “El Largo Halloween” y “Dark Victory” y narra la estancia de Selina Kyle, Catwoman, en la capital de Italia investigando sus orígenes acompañada como sidekick por Eddie Nigma, El Acertijo (¿?). En los meses que pasa en Roma investigando sus orígenes, la escultural y alucinada Selina se verá envuelta en la violenta sucesión de la mafia local y roba un influyente anillo al tiempo que se verá las caras con unos cuantos villanos de Batman que al parecer también estaban de turismo en la Ciudad Eterna.

Más allá de lo disparatado de la confusa trama ideada por un Jeph Loeb que como siempre encuentra en la huida hacia delante su mejor arma, “Si vas a Roma” es un tebeo en el que hay que disfrutar de la espectacular labor de un inspirado Tim Sale sin hacerse demasiadas preguntas en torno a un argumento que hace agua por todos lados. Con un cuidadoso tratamiento de la aguada potenciado por un Dave Stewart que en trabajos como este cimentó su fama de mejor colorista de la industria, Sale se recrea en su interpretación de una sensual y espectacular Selina Kyle directamente inspirado en el diseñador René Gruau y por extensión en el impresionismo de todo un Touluse Lautrec. Como ya se viera enEl Largo Halloween y “Victoria Oscura”, Catwoman es un personaje por el que Sale siente predilección y en esta miniserie disfruta explorando todas sus posibilidades y registros aprovechando la experiencia adquirida. Sin embargo, la caracterización no es el único punto fuerte de Sale en esta obra mostrando una amplia variedad de recursos gráficos para introducir los flashbacks y momentos oníricos de Selina que dan vistosidad al guión de Loeb.
Profundizando en  la historia ideada por Loeb, tengo la sospecha que el guionista se ha inspirado vagamente en la cinematográfica “Vacaciones en Roma” de Wyler. Sin embargo, está claro que Loeb no es Dalton Trumbo y acaba cayendo en el confusionismo de una trama de mafiosos –que parece ser que son las que más le gustan- y supervillanos a tutiplén que no acaba de ir a ninguna parte,  preocupado más por reforzar  la ambientación desenfadada, cómica y surrealista con lo que invita a no  tomar demasiado en serio una historia ideada para el ensalzamiento de Sale.
Si vas a Roma” es un divertimento menor que no hay que tomar demasiado en serio para disfrutar completamente y que encuentra en el enorme trabajo de un Tim Sale su principal argumento. Un tebeo para mirar y remirar.

martes, 23 de octubre de 2012

“Conan Rey: La Ciudadela Escarlata”, de Timothy Truman y Tomás Giorello.


Tras un incomprensible paréntesis de algunos meses, Planeta retoma la publicación de las series de Conan de Dark Horse con “La Ciudadela Escarlata”, una miniserie de cuatro números editada en tomo que adapta el relato original de Robert E. Howard. Una tarea como siempre compleja ya que entre los aficionados a las aventuras del cimmerio es recordada la excelente adaptación realizada por Roy Thomas y Frank Brunner, publicada en España en la mítica “La Espada Salvaje de Conan” desde hace décadas. Sin embargo, una vez más, Timothy Truman y Tomás Giorello pasan el examen con nota.



En “La Ciudadela Escarlata”, nos encontramos con un Conan maduro quién siendo ya rey de Aquilonia ha caído prisionero de sus enemigos, los reyes de Ophir y Koth. Tras intentar que Conan abdique sin conseguirlo, los reyes rivales parten con sus ejércitos a la conquista de Aquilonia mientras dejan a Conan prisionero en las lóbregas catacumbas de la Ciudadela Escarlata del brujo Tsotha-lanti para que los espantajos que las habitan acaben con él. Sin embargo, en las mazmorras de la Ciudadela, Conan hallará un aliado inesperado que le ayudará a escapar y poder enfrentarse de nuevo en el campo de batalla a sus enemigos.

Si para mí hay un relato que se ajusta como un guante a la manida expresión dragones y mazmorras –sí, ya sé que hay un juego de rol; que sí, que ya sé que hay una serie de dibujos basada en el juego de rol, pero…- es este estupendo relato escrito de Howard cuando andaba el hombre inventando sin saberlo la llamada Fantasía Heroica. Un relato complejo que incorpora elementos de terror lovecraftiano junto a maquiavélicas tramas políticas de derrota y venganza que ponen al maduro Conan en una difícil tesitura y le hacen afrontar sus responsabilidades como hombre de estado o continuar su alegre vida de espadachín vagabundo.

Tim Truman, gran conocedor de la obra howardiana, hace una interesante y ágil adaptación del relato incorporando como viene siendo habitual en las adaptaciones de Dark Horse de los relatos de Howard realizados por él mismo y Busiek un narrador interpuesto que en esta ocasión es el mismísimo Conan lo que incorpora una interesante novedad a la historia. Truman además dota de cohesión aprovechando el relato en flashback del viejo Conan para dar cohesión a la trama haciendo alusión a otros personajes conocidos por el cimmerio a lo largo de su reinado como Rinaldo en una digresión que refuerza el relato oral del anciano rey Conan y aporta una pista acerca la siguiente adaptación a acometer por el dúo dinámico Truman/Giorello, “El Fénix en la Espada”.


Si Truman hace un trabajo más que correcto el que literalmente se sale y disfruta como un enano es Tomás Giorello que en esta historia se desata para dar rienda suelta a toda la épica oscura de la que es capaz. Si en su momento a Giorello se le ha comparado con John Buscema ahora se le comparará con el maestro del cómic de terror setentero que es Jack Brunner en su única incursión en el mundillo de Conan (en una historia que se ajustaba perfectamente a sus capacidades). Sin embargo, a estas alturas, creo que Giorello por derecho ya tiene su propia impronta y personalidad para poder disfrutar de su trabajo sin la dichosa comparación.

En “La Ciudadela Escarlata”, Giorello realiza un trabajo espectacular retratando en diversos momentos al Conan maduro y caracterizando no solo a los secundarios de la historia magníficamente sino dando rienda suelta en el desarrollo de las espantosas criaturas que pueblan la mazmorra de Tsotha-lanti. Pero, además, Giorello realiza un magnífico de síntesis para reflejar en espectaculares splash page batallas o incluso la trayectoria vital de Conan. En esta ocasión, merece mención aparte el espectacular trabajo del colorista Jose Villarrubia para darle un tono sombrío a toda la obra que refuerza el carácter crepuscular de la historia. Recomiendo que le echéis un vistazo a los lápices que  Giorello ha subido a su blog y disfrutéis con su magnífico trabajo. Las recargadas e hipertrofiadas portadas de Darick Robertson tampoco están nada mal.

En fin, “La Ciudadela Escarlata” es una gran adaptación de la obra de Howard y deja con ganas de más…A ver si se animan en Planeta con “El Fénix en la Espada” pronto.

lunes, 22 de octubre de 2012

Premios, premios.


Leo en El País que al asturiano  Alfonso Zapico le han otorgado el Premio Nacional del Cómic 2012 por su “Dublinés” del que escribí por aquí. Felicidades.


Y, por otro lado, me hago eco del merecidísimo Premio Nacional de Ilustración 2012 a Andrés Rábago GarcíaEl Roto, por reflexiones tan oportunas y certeras como la de arriba. Nuevas felicitaciones.

“Vapor”, de Max.





En estos días tan grises que nos está tocando vivir últimamente, siempre es un aliciente la publicación de nuevas obras de los grandes de la historieta patria. El último que se ha animado a salir de su mutismo de años ha sido Francesc Capdevilla más conocido como Max que desde su multipremiado “Bardin el superrealista” no nos ofrecía ninguna nueva obra original más allá de reediciones de sus primeras obras. Ahora regresa en plena forma con “Vapor”, editado por La Cúpula.

Nicodemo –Nick para los amigos- se aleja de la civilización y el mundanal ruido para buscar en el desierto, la abstinencia y la vida contemplativa el sentido de la existencia. Pero Nicodemo irá comprobando poco a poco que el anacoretismo y el aislamiento pleno no son tan fáciles de conseguir en un desierto poblado por curiosos personajes como el gato Moisés –Mosh para los amigos-, la Reina de Saba, naúfragos y bandidos y en el que el misterioso y huidizo Vapor es el ser supremo.

Max vuelve a sumergirnos en su particular universo onírico de envolvente poesía visual en el que prima sugerir ante que afirmar y se busca la complicidad del lector con una parábola existencialista abordada desde un prisma amable, irónico y divertido que tomando el anacoretismo como punto de partida reflexiona  no solo sobre la banalidad de la existencia material sino también  la banalidad del yo frente a una existencia inaprensible que por todos lados se nos escapa. Una preocupación existencialista que no estaba ausente de obras anteriores pero que en "Vapor" aborda con un tratamiento humanista y cercano que me recuerda al de un maestro aparentemente tan distante como Osamu Tezuka.


Max es un autor hipnótico que, desde sus inicios underground influidos por la estética de línea clara del rupturista Chaland, ha ido desarrollando un estilo personal que ha sabido interpretar y adaptarse a las nuevas corrientes imperantes en el cómic encabezadas por Chris Ware como quedó patente en “Bardin”. En “Vapor”, Max ha ido más allá en su búsqueda de la simplicidad y prescindiendo del color por un efectivo blanco y negro ha puesto su mirada en los mismos orígenes del cómic moderno, tomando como referencias a clásicos del cómic norteamericano como Herriman y su “Krazy Kat” o el semidesconocido “The Wiggle Much” de Herbert E. Crowley.

Por este motivo, es difícil no relacionar el desierto en el que se mueve Nick -cuyo aspecto recuerda poderosamente al de otra de las creaciones de Max, un Gustavo al que los años hayan minado su radicalismo- con el Coconino de Herriman y a Moisés con la gata del mismo autor (aunque a mí me recuerde también al Pumby de José Sanchís) y los inevitables ladrillazos que recibe Nick con los que tan alegremente Ignatz lanzaba a Krazy Kat, más allá del explícito homenaje a la obra de Crowley .





Sin embargo, dejando aparte  la mera curiosidad de desentrañar el panteón referencial que puebla las páginas de “Vapor”, lo interesante estriba en disfrutar el cómo. Max construye la historia desde su elegante dominio del lenguaje gráfico que se plasma no solo en las transiciones entre los diferentes capítulos de la historia enlazadas por páginas ocupadas por una única viñeta central sino además en las elipsis que poco a poco harán meditar al lector en torno al plano en que transcurre la historia - ¿es la vida real?¿es la imaginación de Nicódemo?¿la de Max?¿un lugar intermedio? ¿todos y ninguno?...- por el que los diversos personajes transitan. Max elabora ese elegante artificio narrativo desde la simplicidad y el esquematismo que ha ido marcando progresivamente su trayectoria y que en “Vapor” alcanza su máxima expresión sin dejar por ello de resultar fascinante, especialmente en las páginas que Nick dialoga con su sombra utilizando esta como elemento separador de las viñetas.
Vapor”, como la mayor parte de la obra de Max, es enigmática e indisoluble, un misterio en el que las preguntas se superponen a las respuestas en una perfecta unión de simplicidad y sofisticación, esquematismo y complejidad, una elipsis existencial y onírica que nos sugiere hacer parón en nuestras ajetreadas vidas contemporáneas para, desde la sonrisa, leer y releer, pensar y repensar. No es mal consejo.

Max ha creado un blog en el que explica los secretos de la obra.