domingo, 12 de abril de 2009

“El Marqués de Anaon 4: La Bestia” de Fabien Vehlmann y Mattieu Bonhomme.

Todo lo bueno se acaba y yo he llegado de momento al final de la relectura de “El marqués de Anaon”, a falta de la publicación en España del quinto álbum aparecido el año pasado en Francia, “La chambre de Khéops”. Un cuarto álbum que deja el mismo agradable sabor de boca que las anteriores entregas y confirma a sus autores como la pareja a seguir dentro del género de época del cómic europeo, pero que supone también una repetición de la misma formula ofrecida en las anteriores entregas y deja abierto el interrogante sobre si los autores serán capaces de mantener el interés mucho más allá, si no incorporan nuevos elementos a la serie.

La bestia” nos devuelve al marqués de Anaon a los caminos de la Francia prerrevolucionaria, quien en compañía de su primo Xavier, un capitán de dragones de infalible puntería y su regimiento, deben acabar con una misteriosa bestia que está sembrando el terror en las aldeas de los Alpes franceses. En su persecución de la aparentemente sobrenatural bestia, los protagonistas irán sufriendo todo tipo de calamidades terrenas que irán mermando sus efectivos hasta que sólo queden el marqués y su primo quienes harán de la calamitosa cacería un medio para exorcizar sus miedos personales y demostrar su auténtica valía.

Ya he comentado en anteriores entregas la solidez de la propuesta de Vehlmann y Bonhomme quienes han encontrado en esta serie una fórmula que sabe aunar la calidad con el entretenimiento manteniendo en vilo al lector con la trillada formula de enfrentar al protagonista a una amenaza aparentemente sobrenatural que finalmente demuestra tener un origen terreno.

Si el trabajo de Vehlmann es más que correcto y desarrolla con oficio una historia en la que entremezcla la investigación de la amenaza de cada álbum con nuevos detalles que aportar a la biografía del conde, creo que es necesario para mantener el interés de la serie en el futuro que las historias adquieran un tinte más ambicioso, hasta ahora en exceso limitadas por el formato de álbum de cuarenta y ocho páginas (quizás una solución sería contar historias del doble de extensión), aunque el guionista le saque al mismo el máximo partido.

Sin embargo el que no admite dudas y cuyo trabajo hace que la serie merezca la pena es Mattieu Bonhomme, un dibujante en constante evolución a lo largo de la serie y que sabe aunar como muy pocos el clasicismo del cómic de época con las últimas tendencias de la BD, manteniendo un estilo personal fácilmente distinguible. En este álbum, sus soluciones gráficas se adueñan de la narración desde la primera viñeta, destacando la angustiosa y creciente ambientación con la que logra transferir toda la carga psicológica de una historia de supervivencia que se desarrolla en las inhóspitas y aisladas cumbres de Los Alpes, y dejando que la tensión de la historia vaya “in crescendo” sin necesidad del abuso de los cuadros de diálogo.

A la perfección de la fórmula pergeñada por el equipo artístico, sólo se le puede achacar en este álbum ciertos detalles que no quedan bien aclarados pero por lo demás nos encontramos con un excelente álbum que a la falta de la sorpresa de las primeras entregas o la depuración de la fórmula alcanzada en la tercera ofrece una cuidadísima puesta en escena, haciendo que la historia fluya de una manera constante y aprovechando el formato del álbum sin necesidad de alargar la historia en exceso.

Esperemos que el quinto álbum nos ofrezca algo más de lo ya visto hasta ahora para no caer en la sobreexplotación del mismo argumento uno y otra vez y “El marqués de Anaon” siga garantizando por igual entretenimiento y calidad.
El resto de álbumes de "El marqués de Anaon" en El lector impaciente: