“El marqués de Anaon” es dentro del marco del cómic europeo más comercial una de las colecciones que mejor aúna la calidad con el entretenimiento hoy en día, ofreciendo una estupenda combinación de elementos entroncados en la tradición del género de aventuras y de época que tan bien se ha explotado en décadas anteriores, con otros, que sin llegar a renovarlo, lo modernizan y lo hacen disfrutable por todos los públicos.
“El marqués de Anaon” es un cómic de época localizado en el siglo XVIII en el que se narran las aventuras de Jean-Baptiste Poulain, un misterioso joven de incierto pasado, que vaga por Francia investigando todos los hechos sobrenaturales de los que tiene noticia y descubriendo, gracias a su capacidad analítica y arrojo, como bajo la patina de superstición lo único que suele esconderse es la maldad humana. Sin embargo y, a pesar de los esfuerzos de Jean-Baptiste, su propia leyenda no hace más que aumentar.
En mi opinión, la tercera entrega de la colección publicada por Norma Editorial, “La Providencia”, es hasta el momento el mejor álbum de la serie y en el que mejor se sintetizan todos los elementos planteados en las anteriores entregas. Jean-Baptiste se embarca rumbo a España junto a una bella aristócrata andaluza para ayudarla a introducir los ideales de la del Siglo de las Luces en el país. La travesía se desarrolla sin incidencias reseñables, más allá de los inevitables mareos, hasta que el barco en que navegan se ve arrastrado a un terrible temporal en el que están a punto de ser embestidos por un navío desaparejado a la deriva, La Providencia. Cuando amainado el temporal, Jean-Baptiste y la tripulación de su barco abordan el navío fantasma descubren los restos de la tripulación. A partir del momento en que los miembros de la tripulación que acompañaron a Jean-Baptiste a bordo de La Providencia empiezan a enfermar y aparecer muertos, el marqués de Anaón inicia una carrera para averiguar la razón de las muertes antes que la supersticiosa tripulación de su barco se amotine y reproduzca el infierno que se vivió en La Providencia.
“La Providencia” es el mejor guión que ha ofrecido hasta el momento Vehlmann en la colección, un acercamiento a la leyenda del “Holandés Errante” en el que la tensión y la acción están perfectamente dosificados para mantener entretenido al lector durante cuarenta y ocho páginas que se devoran en un suspiro, concatenando perfectamente las claves que explican el misterio mientras mantiene abiertas todas las posibilidades hasta el final. Es difícil no ver en esta aventura marítima ecos de Melville o de Conrad y de una de sus más celebradas adaptaciones cinematográficas, “Alien, el 8º pasajero”, pero Vehlmann, siguiendo el esquema autoimpuesto a la serie y las enseñanzas de los escritores mencionados, prescinde de cualquier explicación fantástica para dejar que sea el miedo y la ignorancia de la tripulación la que se erija en protagonista final del drama que nos describe. Sin embargo, este estupendo guión habría quedado cojo sin la labor de Bonhomme, un magnífico dibujante, que en este álbum da el dó de pecho llevando todo el peso de la narración y mostrando su dominio para reproducir todo tipo de ambientación ya sea el mar embravecido, el macabro interior de un siniestro navío fantasma o un sofisticado salón dieciochesco. Bonhomme es un dibujante detallista y esquemático que se centra en lo esencial de la historia, sin dejar por ello de enriquecerla en cada viñeta y logrando algunas páginas soberbias (las páginas mudas de la tormenta son magníficas), buscando siempre jugar con las contraluces y los escorzos pero sin que por ello se resienta el hilo narrativo. Bonhomme cuenta con un buen aliado con el colorista Delf que juega muy bien con los contraluces y las combinaciones de diferentes tonalidades de color para potenciar las ambientaciones ideadas por Bonhomme, sacando el máximo partido de una paleta de colores bastante plana.
En definitiva, “La Providencia”, es un magnífico tebeo y el que mejor define la esencia de una serie que a pesar de repetir álbum a álbum el mismo esquema se relee con agrado gracias al buen hacer del equipo creativo que premia en cada nueva entrega al lector fiel ofreciendo nuevos datos sobre la vida de Jean-Baptiste.
Otras entregas de “El marqués de Anaon” en El lector impaciente:
“La isla de Brac”.
“La virgen negra”.
Y una demostración del trabajo de Bonhomme, aquí.
En mi opinión, la tercera entrega de la colección publicada por Norma Editorial, “La Providencia”, es hasta el momento el mejor álbum de la serie y en el que mejor se sintetizan todos los elementos planteados en las anteriores entregas. Jean-Baptiste se embarca rumbo a España junto a una bella aristócrata andaluza para ayudarla a introducir los ideales de la del Siglo de las Luces en el país. La travesía se desarrolla sin incidencias reseñables, más allá de los inevitables mareos, hasta que el barco en que navegan se ve arrastrado a un terrible temporal en el que están a punto de ser embestidos por un navío desaparejado a la deriva, La Providencia. Cuando amainado el temporal, Jean-Baptiste y la tripulación de su barco abordan el navío fantasma descubren los restos de la tripulación. A partir del momento en que los miembros de la tripulación que acompañaron a Jean-Baptiste a bordo de La Providencia empiezan a enfermar y aparecer muertos, el marqués de Anaón inicia una carrera para averiguar la razón de las muertes antes que la supersticiosa tripulación de su barco se amotine y reproduzca el infierno que se vivió en La Providencia.
“La Providencia” es el mejor guión que ha ofrecido hasta el momento Vehlmann en la colección, un acercamiento a la leyenda del “Holandés Errante” en el que la tensión y la acción están perfectamente dosificados para mantener entretenido al lector durante cuarenta y ocho páginas que se devoran en un suspiro, concatenando perfectamente las claves que explican el misterio mientras mantiene abiertas todas las posibilidades hasta el final. Es difícil no ver en esta aventura marítima ecos de Melville o de Conrad y de una de sus más celebradas adaptaciones cinematográficas, “Alien, el 8º pasajero”, pero Vehlmann, siguiendo el esquema autoimpuesto a la serie y las enseñanzas de los escritores mencionados, prescinde de cualquier explicación fantástica para dejar que sea el miedo y la ignorancia de la tripulación la que se erija en protagonista final del drama que nos describe. Sin embargo, este estupendo guión habría quedado cojo sin la labor de Bonhomme, un magnífico dibujante, que en este álbum da el dó de pecho llevando todo el peso de la narración y mostrando su dominio para reproducir todo tipo de ambientación ya sea el mar embravecido, el macabro interior de un siniestro navío fantasma o un sofisticado salón dieciochesco. Bonhomme es un dibujante detallista y esquemático que se centra en lo esencial de la historia, sin dejar por ello de enriquecerla en cada viñeta y logrando algunas páginas soberbias (las páginas mudas de la tormenta son magníficas), buscando siempre jugar con las contraluces y los escorzos pero sin que por ello se resienta el hilo narrativo. Bonhomme cuenta con un buen aliado con el colorista Delf que juega muy bien con los contraluces y las combinaciones de diferentes tonalidades de color para potenciar las ambientaciones ideadas por Bonhomme, sacando el máximo partido de una paleta de colores bastante plana.
En definitiva, “La Providencia”, es un magnífico tebeo y el que mejor define la esencia de una serie que a pesar de repetir álbum a álbum el mismo esquema se relee con agrado gracias al buen hacer del equipo creativo que premia en cada nueva entrega al lector fiel ofreciendo nuevos datos sobre la vida de Jean-Baptiste.
Otras entregas de “El marqués de Anaon” en El lector impaciente:
“La isla de Brac”.
“La virgen negra”.
Y una demostración del trabajo de Bonhomme, aquí.
4 comentarios:
Una serie excelente. Si aún no has leído el cuarto tomo, sospecho que quizás te guste más que este tercer tomo.
Ya nos contarás.
Buenisima reseña, no puedo estar más de acuerdo con todo lo aquí escrito.
En referencia a lo que dice Javi, el cuarto número es muy buen comic, Bonhomme sigue mejorando en el dibujo, buenisima la transformación de Jean-Baptiste, asumiendo su rol y volviendose más adulto y descuidado en su aspecto, nos sigue ofreciendo pistas sobre el pasado de Poulain, pero sin embargo yo cuando lo leí tuve la sensación de que los autores se salían un poco del argumento del resto de la serie. Como digo, es un gran comic de aventuras, de cacería, pero yo me quedo con el tercero.
Evidentemente ya se sabe lo de los gustos y el trasero :D
En fin, tengo la sensación que sobre "La Bestia" ya hablaremos por aquí ;)
Un saludo.
Pues sí, de "La Bestia" hablaré dentro de poco, pero no me parece superior a esta entrega. Ya les contaré.
A mi el que más me gusto es este de la providencia, pero hay que comentar la calidad tremenda de esta saga, que me lo paso de bien leyendo cada historia del Marqués de las almas en pena, que ya qusieran muchos comics parecerse a estos.
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