miércoles, 30 de noviembre de 2011

“Billy Bat 2”, de Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki.

Ejem, ejem…Mira que algunos me lo habíais advertido por aquí, pero no hice caso y mira…. La segunda entrega de “Billy Bat” no puede despertar más recelos respecto a los derroteros que puede tomar la serie, porque frente a las interesantes expectativas y el comedimiento de la primera entrega en esta nos encontramos con el Urasawa más delirante desatado, osease el peor Urasawa, que por momentos amenaza con ir más allá lejos que en sus peores momentos en “20th Century Boys”. Os cuento.

Kevin se encuentra refugiado entre los brazos de una prostituta y de momento se siente a salvo. Al menos lo suficiente como para volver a plantearse continuar las aventuras de su “Billy Bat”. Sin embargo, cuando la chica que le ha dado cobijo muere entre sus brazos, Kevin asume que ha de tomar una decisión y descubrir el misterio tras los murciélagos del manga y hacer caso a los que le instan a continuar la historia. Mientras tanto, descubrimos atónitos que las conspiraciones de los vampiros nipones se remontan a la muerte de Jesucristo y en el Japón feudal unos ninjas antiguos amigos de la infancia se desafían a muerte por hacerse con un misterioso manuscrito, en Estados Unidos un taxista aficionado al tebeo de Kevin se encuentra con la situación más rara de su vida.

La ambición de Urasawa no tiene límites y en este “Billy Bat” parece que se atreve con todo introduciendo una serie de subtramas completamente alejadas en el tiempo y el espacio que no tienen ninguna relación entre sí. Es tal la ambición de Urasawa que imitando las peores maneras de Dan Brown introduce con calzador una delirante teoría conspiranoica que relaciona la muerte de Cristo con la historia de Billy Bat. Si digo que la cosa queda forzada me quedo corto, pero le daré un voto de confianza a un Urasawa que en este volumen siembra desconcierto en sus lectores incapaces de prever por donde va a salir.

La verdad es que tengo curiosidad por ver por donde sale en la próxima entrega y tengo que comerme mis palabras pero, parafraseando a Kerouac, no tengo nada que destacar de esta segunda entrega más allá de mi propia confusión, fruto del sádico placer de Urasawa por liar una historia que ya de por sí no era sencilla. Ya si acaso lo comentamos cuando lea la tercera entrega pero, de momento, “Billy Bat” es una serie bajo sospecha y mucho va a tener que demostrar el japonés para mantener el interés.