lunes, 5 de noviembre de 2007

Visiones de París



Con mucho retraso, les dejo algunas impresiones sobre mi reciente semana de vacaciones en la Ciudad de las Luces, como algunos de ustedes hábilmente adivinaron aquí.
Como tampoco quiero caer en la glosa fácil de los lugares comunes e imprescindibles de inevitable visita y que se disfrutan más conforme mejor acompañados vayan, les hablaré sobre aquellas pequeñas cosas que llamaron más mi atención y puedan resultarles útiles si alguna vez van por allí.
Lo primero de todo, las distancias. Efectivamente, amigos, París es una ciudad grande, excesivamente grande para mi gusto y en la que todo quedaría bastante lejos si no fuese por la estupenda red de metro de la que disponen nuestros vecinos (aunque el metro es antiguo no está demasiado sucio y es muy rápido) salvo... cuando deciden ponerse en huelga, en cuyo caso los parisinos se hacen con una buena bicicleta, patín o patinete y deambulan de aquí para allá sorteando el tráfico automovilístico que colapsa sus enormes avenidas mientras los pobres turistas juramos en arameo conforme se nos van hinchando los pies y desgastando las suelas de los zapatos. Admiración y un poco de envidia me provoca el tema este de la huelga, supuestamente sólo de transporte pero que en la práctica logró movilizar buena parte del sector público durante un día entero y parte del otro provocando, entre otras cosas,que los museos permanecieran cerrados todo un día cuando por las Españas no somos capaces de ponernos de acuerdo en la más mínima reclamación o defensa de nuestros derechos laborales.
Varios mitos se me cayeron en este viaje, que es lo que tiene conocer los sitios por uno mismo: por un lado, el del carácter altivo de los franceses y, por otro, que Francia es un paraíso para los aficionados al cómic en el que casi, casi los cómics buenos, bonitos y baratos llueven del Cielo como si fuese el maná o las treinta vírgenes prometidas que me esperan en el Paraíso (chicas, lo siento no sé lo que os toca a vosotras en el Paraíso, según el Corán).
Los franceses que tratamos fueron, en todo caso, bastante amables, intentando solventar nuestra confusión de turistas desamparados y haciendo acopio de paciencia para entender mis explicaciones en un limitadísimo francés. El inglés no recomiendo usarlo salvo como último recurso y si no tienen ni idea de otros idiomas hagan acopio de mímica y al toro con el español que al final les entienden.
Respecto a los cómics el sabor fue agridulce. Dado el respeto con el que el país vecino suele tratar a los autores y las cifras superventas que alcanzan algunos álbumes pensaba que iba a encontrar con cierta facilidad librerías especializadas en las que saciar el afán consumista del mayor de mis vicios con alguno de los títulos con los que por aquí me suelen poner los dientes largos, sin embargo no encontramos ninguna y en los centros comerciales a los que acudí (Galerias Laffayette) la sección dedicada al cómic era en cuanto tamaño similar a la del Fnac de Callao por poner un ejemplo, con un material muy comercial y unos precios bastante similares a los españoles (poco más baratos por lo general). Más suerte tuve en una cadena de librerías llamada Gilbert&Joseph donde si encontré bastantes más títulos y en la que aparte de material nuevo venden material de segunda mano a buen precio (tampoco esperen encontrar gangas no crean). Aquí me hice con los dos primeros álbumes de “Philemon” de Fred, una obra que desde leí glosada aquí había despertado mi curiosidad y mucho me temo que tardaremos en ver publicada en España salvo que se confirme la compra de Norma por Dargaud y esta editorial cuán Pepe Botella nos traiga la luz de la Ilustración (comiquera) ;-D . No, en serio… Evidentemente en Francia encontrarán mucha BD con ediciones integrales cuidadas de sus clásicos a un precio razonable junto a otros integrales cuyos precios no difieren mucho de los que se publican por aquí, y se consume bastante manga pero por lo que vi no hay tanto material norteamericano como aquí.
En definitiva, que me he quedado con morriña de conocer mejor París y, sobre todo, de más vacaciones. Se han quedado algunos sitios imprescindibles que visitar (el museo Dorsay, maldita huelga, y los cementerios de la ciudad) así que tendré que volver prontito. Ya les contaré en su momento.