
En “La hora de la verdad” nos encontramos con un Scott Pilgrim deprimido, en un estado si cabe más lamentable de lo habitual, tras la desaparición de su enamorada Ramona Flowers. Sin embargo, tras una “inspiradora” estancia en el campo, Scott volverá a la ciudad para enfrentarse al más temible de los enemigos, Gideon, el último y más poderoso de los novios malvados de Ramona, intentar recuperar a su novia desaparecida e intentarse encontrar a sí mismo.

No se puede decir que O’Malley no haya sido consecuente consigo mismo y sus seguidores aficionados desde peques a esas series de anime y manga de cientos de capítulos que enfrentaban al protagonista de turno con los más variopintos enemigos en batallitas interminables que episodio a episodio repetían sin rubor la misma estructuras. O’Malley se ha mantenido fiel a esa referencia fundamental que entiende perfectamente hasta el final hinchando la serie en este último tomo con la más confusa y absurda de las batallas con el último novio malvado de Ramona Flowers añadiendo un bello y romántico final abierto que, sin embargo, nos escamotea la serie cuando la cosa se ponía realmente interesante con el enfrentamiento de Ramona y Scott con una madurez que como peterpanes modernos se niegan a aceptar.

No hay que obviar sin embargo que, tras todo el rollo de batallitas que construye el autor para la chavalería, la obra resulta interesante por su sustrato metafórico, mostrándose como un autor inspirado capaz desde las asumidas limitaciones del amerimanga más frívolo de construir una historia con sustancia y trasfondo para quien quiera entrar sin prejuicios en el juego que propone y escarbar en el trasfondo de la obra. Con todo, O’Malley es un autor a seguir en el futuro si se atreve a ampliar sus perspectivas y “Scott Pilgrim contra el mundo” está llamada a convertirse en una obra de referencia pese a sus limitaciones, quizás el “Odio” del nuevo milenio. Y si no me creen, dentro de unos años, me lo contáis.
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