Tras la lectura del quinto tomo de la opera prima del canadiense Bryan Lee O’Malley tenía curiosidad por ver cómo finalizaba esta sexta entrega y si abundaba en la amplitud de registros que apuntaba esa penúltima entrega hacia un giro más “adulto” de la historia. Sin embargo “La hora de la verdad”, el sexto volumen que supone la finalización de la serie, sin dejar de tener el carácter de lectura entretenida que marca toda la serie ha sido una pequeña decepción por la elección de O’Malley de mantener hasta el final el tono desenfadado de las aventuras de Pilgrim sin hacer honor al subtítulo.
En “La hora de la verdad” nos encontramos con un Scott Pilgrim deprimido, en un estado si cabe más lamentable de lo habitual, tras la desaparición de su enamorada Ramona Flowers. Sin embargo, tras una “inspiradora” estancia en el campo, Scott volverá a la ciudad para enfrentarse al más temible de los enemigos, Gideon, el último y más poderoso de los novios malvados de Ramona, intentar recuperar a su novia desaparecida e intentarse encontrar a sí mismo.
No se puede decir que O’Malley no haya sido consecuente consigo mismo y sus seguidores aficionados desde peques a esas series de anime y manga de cientos de capítulos que enfrentaban al protagonista de turno con los más variopintos enemigos en batallitas interminables que episodio a episodio repetían sin rubor la misma estructuras. O’Malley se ha mantenido fiel a esa referencia fundamental que entiende perfectamente hasta el final hinchando la serie en este último tomo con la más confusa y absurda de las batallas con el último novio malvado de Ramona Flowers añadiendo un bello y romántico final abierto que, sin embargo, nos escamotea la serie cuando la cosa se ponía realmente interesante con el enfrentamiento de Ramona y Scott con una madurez que como peterpanes modernos se niegan a aceptar.
No hay que obviar sin embargo que, tras todo el rollo de batallitas que construye el autor para la chavalería, la obra resulta interesante por su sustrato metafórico, mostrándose como un autor inspirado capaz desde las asumidas limitaciones del amerimanga más frívolo de construir una historia con sustancia y trasfondo para quien quiera entrar sin prejuicios en el juego que propone y escarbar en el trasfondo de la obra. Con todo, O’Malley es un autor a seguir en el futuro si se atreve a ampliar sus perspectivas y “Scott Pilgrim contra el mundo” está llamada a convertirse en una obra de referencia pese a sus limitaciones, quizás el “Odio” del nuevo milenio. Y si no me creen, dentro de unos años, me lo contáis.
Más “Scott Pilgrim contra el mundo” en El lector impaciente, aquí y aquí.
En “La hora de la verdad” nos encontramos con un Scott Pilgrim deprimido, en un estado si cabe más lamentable de lo habitual, tras la desaparición de su enamorada Ramona Flowers. Sin embargo, tras una “inspiradora” estancia en el campo, Scott volverá a la ciudad para enfrentarse al más temible de los enemigos, Gideon, el último y más poderoso de los novios malvados de Ramona, intentar recuperar a su novia desaparecida e intentarse encontrar a sí mismo.
No se puede decir que O’Malley no haya sido consecuente consigo mismo y sus seguidores aficionados desde peques a esas series de anime y manga de cientos de capítulos que enfrentaban al protagonista de turno con los más variopintos enemigos en batallitas interminables que episodio a episodio repetían sin rubor la misma estructuras. O’Malley se ha mantenido fiel a esa referencia fundamental que entiende perfectamente hasta el final hinchando la serie en este último tomo con la más confusa y absurda de las batallas con el último novio malvado de Ramona Flowers añadiendo un bello y romántico final abierto que, sin embargo, nos escamotea la serie cuando la cosa se ponía realmente interesante con el enfrentamiento de Ramona y Scott con una madurez que como peterpanes modernos se niegan a aceptar.
No hay que obviar sin embargo que, tras todo el rollo de batallitas que construye el autor para la chavalería, la obra resulta interesante por su sustrato metafórico, mostrándose como un autor inspirado capaz desde las asumidas limitaciones del amerimanga más frívolo de construir una historia con sustancia y trasfondo para quien quiera entrar sin prejuicios en el juego que propone y escarbar en el trasfondo de la obra. Con todo, O’Malley es un autor a seguir en el futuro si se atreve a ampliar sus perspectivas y “Scott Pilgrim contra el mundo” está llamada a convertirse en una obra de referencia pese a sus limitaciones, quizás el “Odio” del nuevo milenio. Y si no me creen, dentro de unos años, me lo contáis.
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2 comentarios:
Interesantes reflexiones. Y hablando de metáforas, anoche escuchaba a Jack Nicholson (encarnando a un escritor que sufre el trastorno obsesivo compulsivo «TOC» en «Mejor imposible») diciendo que habría que matar (algo así) a todos los que hablan con metáforas. Por otro lado, la obra de Ray Bradbury (uno de mis escritores favoritos, su «Crónicas marcianas», por poner un solo ejemplo, es una obra maestra», le tendrían que dar el Premio Nobel) está llena de metáforas.
Un saludo.
Carlos Alberto,
Bienvenido. Sin metáforas seríamos poco menos que róbots.
Impacientes Saludos.
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