lunes, 6 de mayo de 2013

“Batman contra Robin”, de Grant Morrison, Andy Clarke y Cameron Stewart.




ECC Ediciones sigue recuperando sin prisa pero sin pausa en cuidadas ediciones la reciente etapa de Grant Morrison en la serie “Batman y Robin”, que Planeta ya publicase en grapa hace un par de años, de cuyo primer tomo ya escribí algo por aquí. He de decir que he disfrutado como un enano este puente con la relectura de esta segunda entrega, titulada “Batman contra Robín” que recoge los números 6 a 12 de la serie norteamericana, en el que queda patente cómo  progresivamente el genial guionista escocés va perfilando su plan para el regreso de un Bruce Wayne presuntamente fallecido, al tiempo que consolida la extraña pareja de Batman y Robin que le sustituye formada por Dick Grayson y Damian Wayne, sacando provecho incluso de las imposiciones editoriales como el correspondiente cruce con el megaevento que absorbió la mayor parte de las series del universo DC hace un par de años (parece que fue hace una década…), “La noche más oscura”.

En el primer arco, “El Caballero Más Oscuro”, Dick Grayson viajará a Inglaterra para, ayudado por Catwoman, Caballero y Escudero, intentar resucitar  a Bruce Wayne en una olvidada fosa de Lázaro por la que disputan los señores del crimen londinense, mientras en “Batman contra Robin”, el recuperado Damian volverá a asumir sus funciones como Robín aun cuando se encuentre dividido entre su lealtad por su madre, Talia al Ghul, y su creciente afinidad con el nuevo Batman y se pongan al descubierto los planes de control de aquella. Batman y Robin junto al misterioso Oberon Sexton asumen la investigación de las pistas que un Bruce Wayne desde el pasado parece haber sembrado por toda la Mansión Wayne mientras esta es asediada por un misterioso culto al demonio murciélago Barbatos.

Dudo mucho que cualquier otro guionista en el género superheroico fuese capaz de sacar adelante, ni mucho menos le dejarán intentarlo, una trama tan embrollada como la que ideó Morrison en su etapa en “Batman y Robin” pero que, al mismo tiempo, fuese tan coherente en esencia con las características del personaje. Morrison es capaz de colar con toda naturalidad en la continuidad personajes de nuevo cuño ideados por él para una imaginada serie sobre Caballero y Escudera (¿?) para sin solución de continuidad embarcarse una entretenida trama detectivesca a partir del árbol genealógico de los Wayne tomando como referentes personajes presentados y  olvidados por diversos autores a lo largo de los años. Y aunque en ocasiones sospechemos que estamos ante la obra de un avispado que nos está tomando el pelo o de uno de esos autistas geniales poco a poco vamos comprobando conforme avanza la lectura de la serie que el astuto Morrison tiene un plan dentro del caos que ha montado y va situando las diversas piezas en su lugar para componer poco a poco un fresco multireferencial y poliédrico en el que presentar todas las encarnaciones y versiones del Hombre Murciélago a lo largo de todas estas décadas.

En el aspecto gráfico, en este tomo Frank Quitely se limita a dibujar las portadas para dejar los interiores a cargo de Cameron Stewart y Andy Clarke, dos dibujantes más que correctos pero que en estos números se limitan a cumplir con las directrices de Morrison sin destacar demasiado. Especialmente irritante me ha parecido la versión que ambos autores ofrecen de Talia al Ghul uno de los más atractivos personajes femeninos que pueblan el panteón batmaniaco desde los tiempos de Neal Adams al que no son capaces de retratar adecuadamente, en mi opinión.

A pesar de ello, “Batman contra Robín” es una lectura clave para disfrutar y entender la controvertida labor de Morrison al frente de las colecciones de “Batman” previa al NUDC dotando al personaje y su mundo de un riesgo autoral, dinamismo y frescura que llevábamos tiempo echando de menos. Solo por ello merece la pena echarle un ojo.