sábado, 1 de diciembre de 2007

Viernes de Expocómic o el “Eterno Retorno”.

Un año más cumplí ayer viernes con la rutina anual de visitar un día el Expocómic de Madrid, que para bien o para mal es el “gran salón” dedicado al cómic en la capital. Salvo error creo que he acudido a siete u ocho de las diez ediciones que se han desarrollado y es desalentador lo poco que progresa este salón, que en ningún momento ha encontrado una ubicación idónea, pasando de los fríos del Palacio de los Deportes a las goteras del Conde Duque y asentándose desde hace unos años en el Pabellón de la Pipa de la Casa de Campo, bien comunicado pero deficiente en muchos otros aspectos.
Expocómic es un salón que se ha centrado más en lo que es el aspecto comercial y de mercadeo que en la difusión del Cómic como fenómeno cultural y participativo, haciendo huir al aficionado veterano para el que carece de incentivos y atrayendo básicamente a un público juvenil deseoso de tener una excusa para disfrazarse y hacer un poco el friqui al amapro del anime y el manga. Este fenómeno es especialmente notorio en el poco interés que se pone en promocionar las actividades y exposiciones que se desarrollan o el reducido espacio dedicado a los fanzines que directamente se sitúan en el vestíbulo del Salón. La mayor parte del espacio del Pabellón de la Pipa se lo comen los “stands” de las editoriales que colaboran y, los que me da la impresión, más partido sacan del mismo, que son los puestos de las librerías de segunda mano que cada año ocupan más espacio. Una anécdota: este año han puesto una tienda de chuches que ocupa más que el “stand” de una editorial como Astiberri que languidecía en la calle central. Las exposiciones se sitúan en una galería superior bastante aisladas del resto y dejadas de la mano de Dios cuando debieran ser, junto a las charlas, el elemento esencial de un salón. Sin embargo, este año se salvaron en parte debido al buen hacer y la simpatía del matrimonio (en realidad no sé si están casados pero bueno) Buckingham que fueron comentando los originales de Mark expuestos y lograron aglutinar a unos pocos que parecíamos ser los únicos enterados (o interesados) por esta actividad. Del resto de actividades a las que asistí, tampoco me llevé una buena impresión. El “Cómic en vivo” en el que este año participaba el amigo de esta casa, mojonshon, empezó con retraso y arrinconado al lado del taller de “fabricación de cotas de mallas” y consistió en sentar a Iván Sarnago, Mojonshon y Diego Moreno en unas mesas poco adecuadas para el dibujo, delante de unos paneles bastante inestables y que amenazaban con caer en cualquier momento sobre sus cabezas y ponerles a dibujar sin más indicación una tira (¿cada uno su tira? ¿una tira entre todos? Ustedes se lo guisen, ustedes se lo coman). Por lo demás, lo poco que escuché sobre el coloquio respecto a “Maus” se centró más en el Holocausto en sí que en el Cómic del que trataba lo que no deja de ser una lástima cuando se supone que estamos en un Salón del Cómic y el programa de actividades era más desorientativo que otra cosa.
Espero que hoy y mañana que son los días que más público se supone acudirá la cosa mejore aunque mucho me temo que sólo se ganará en calor dentro del salón y en pelillas en los bolsillos de los organizadores que al amparo de la juventud de la mayor parte del público que asiste venden humo antes que un salón de la categoría que se merece la ciudad de Madrid. El año que viene, más.

(Ah, me parece una lástima también que se haya obviado cualquier tipo de actividad o mención al cincuentenario de “Mortadelo y Filemón” y luego se realice un “miniexpomanga” el domingo que parece que es lo que verdaderamente tiene tirón y hay que reivindicar. Ya digo, una lástima).