miércoles, 27 de junio de 2012

“Arzak, El Vigilante”, de Moebius.



 Muchos sentimientos encontrados al volver a leer la última obra de Moebius, este “Arzak, El Vigilante” publicado en España por Norma Editorial hace unos meses, poco antes del anuncio del fallecimiento del genial artista. Por un lado, reencontrar de nuevo las aventuras de mi personaje favorito del francés – Blueberry es de Giraud- un Arzak nacido en las páginas en “Metal Hurlant” a mediados de los setenta y comprobar cómo ha evolucionado. Por otro, la nostalgia melancólica del que sabe que la historia no tendrá continuidad.

En esta  entrega  encontramos a Arzak patrullando el desértico y misterioso planeta Tassilli, cuna de la civilización Werg un imperio desaparecido cuyos  miembros se dispersaron tras la irrupción de los humanos y ahora han empezado a ser cazados por cazarecompensas sin escrúpulos. Arzak investigará quién está detrás de los cazarecompensas en el inhóspito planeta jugándose su propia vida. Mientras en el espacio una nave humana que transporta a  miembros de la nobleza sufre el acoso de los piratas wergs que quieren secuestrarlos.

Parece ser que Moebius rescató esta historia tras muchos años de olvido en un cajón para contar en tres partes los orígenes de Arzak. Por desgracia, solo pudo completar la primera parte de la trilogía que ahora nos ofrece Norma en un cuidado álbum y dejarnos con la miel en los labios sobre cómo seguiría una historia con ecos de la más pura Ciencia Ficción narrada por uno que la ha mamado y amado pero también con guiños al Western que tanto amó. 

No deja de ser cierto que este moderno Arzak dialogado, frente a la concepción muda del original, pierde parte de la poética onírica de aquél renunciando a su virtud más destacada que permitía al lector experiencias lectoras únicas pero, a cambio, Moebius deja patente su maestría narrativa para construir interesantes historias de género con ecos herbertianos potenciadas por su inigualable talento en el dibujo a la hora de imaginar y trasladar al lector sorprendentes mundos lejanos y tecnologías imposibles gracias a un estilo de dibujo único basado en trazos aparentemente sencillos y un tratamiento exquisito del color y la perspectiva que en realidad está al alcance de muy pocos.

En fin, espero que nadie intente continuar dentro de unos años esta obra y Arzak junto a Moebius continúen  tranquilos su vuelo en pos a la eternidad.