lunes, 21 de octubre de 2013

“Creepy Bernie Wrightson” y otros.




En la estela de la línea en la que recupera los clásicos Creepy” y “Eerie” y tras un primer volumen monográfico dedicado al gran Richard Corben, Planeta publica un segundo tomo dedicado a recopilar las obras que el no menos carismático Bernie Wrightson realizara para la Editorial Warren en sus cabeceras principales, “Creepy”, “Eerie” y "Vampirella". Realmente pocos autores con una trayectoria tan corta causaron tanto impacto como las pocas historias que un Wrightson en su mejor momento realizase para Warren y quizás por eso, tanto años después, siguen siendo recordadas y reeditadas.

En este cuidado tomo unitario que ha contado con la supervisión de José Villarrubia para que las tintas del maestro brillen en todo su esplendor se recogen historias fundamentales del terror en el noveno arte, como las historias que realizase junto a uno de sus compinches habituales, el guionista Bruce Jones en las que seguramente son las cimas más altas de su asociación, en historias como  “El hombre que Ríe”, “Pastelito Campestre”,  “Clarice” y, sobre todo, la destacadísima  Jenifer”. Aunque sea esta última la que más loas ha alcanzado por parte de la crítica especializada con razón y  una de las cimas de la historieta corta de terror made in E.C. Cómics y  por extensión Warren, cualquiera de las otras tres es buena muestra la gran compenetración existente entre guionista y dibujante siendo mi preferida de las cuatro la experimental “Clarice” en la que complementando perfectamente texto y dibujo se desarrolla una intensa y romántica historia de terror gótico más allá de la muerte.

Estas cuatro historias ya justificarían la compra del tomo, pero el resto del contenido también es de lo más destacable mostrando como el talento de un Bernie Wrightson que daba lo mejor de sí inspirado y con amplios plazos para desarrollar sus historias puede desarrollar todo su potencial para el dibujo de los monstruos más macabros y la consecución de climax terroríficos es casi sobrenatural.  En ese sentido, como bien se señala en el prólogo Villarrubia, Wrightson logra llevar un paso más allá dos influencias tan distantes como Frazetta o Ingles, reinterpretando el primoroso estatismo ilustrado del primero junto a la capacidad para el golpe de efecto mostruoso del segundo

Del resto de historias incluidas en el tomo mención especial merecen la estupenda “Anochecer”, con guión del editor Bill Dubay, la impresionante “El gato negro” y la climática “Aire Frío“ (guionizadas ambas por el propio dibujante) o “Una Saga Marciana” con guión de Nicola Cuti. En estas historias quedan patentes en el esplendido dibujo de Wrightson sus influencias literarias adaptando  historias de Poe y  Lovecraft, mientras que en las otras dos historias se homenajea a clásicos del cómic como el “Little Nemo” de Windsor McCay o el “Flash Gordon” de Alex Raymond, respectivamente. También resulta interesante en ese sentido “Dick Swift y su anillo de energía eléctrica”, una tierna historia fantástica guionizada por Bill Dubay y que Roger Stern debió tener en mente a la hora de inspirarse para la famosa “El niño que coleccionaba Spiderman”.
También en este tomo se recogen las historias en las que Wrightson exclusivamente realizó tareas de entintandor de otros dibujantes mostrando que en este terreno fue/es uno de los mejores, reforzando el trabajo a los lápices de un  dibujantes ya consagrado por aquella época como Carmine Infantino en ““Pastelito Campestre” y “Dick Swift y su anillo de energía eléctrica”, o un joven talentoso llamado Howard Chaykin en Reuben Youngblood: ¡Detective privado!”, un pastiche detectivesco guionizado por Budd Lewis que para mí es la peor historia de todo el tomo.
Sin embargo, sus historias en solitario como “El monstruo de Pepper Lake -una revisión del mito del monstruo del lago Ness- y sobre todo la historia que cierra el volumen “El monstruo del fango”, la única en color que es un claro referente precursor de otra de las grandes obras posteriores del dibujante. “Frankenstein”, vuelven a dejar constancia de su solvencia artística primando la fuerza de sus composiciones frente a la sencillez de sus tramas..
Aparte de todas las historias mencionadas el libro recoge cuidadosamente restauradas las diversas ilustraciones que Wrightson realizó para las revistas Warren y que demuestran el descomunal talento como ilustrador del dibujante.

En fin, es una pena que la etapa de Bernie Wrightson en los cómics Warren no se prolongase más a pesar de contar con todos las ventajas para ello (Wrightson era la niña de los ojos de Warren y el dibujante hacía lo que más le gustaba, historias de terror, aplaudidas por el público y la crítica). Sin embargo, duró poco y probablemente por ese motivo las historias recogidas en este volumen son tan  recordadas y destacables. Un tomo imprescindible para entender toda una época del cómic.