martes, 3 de julio de 2007

“100 Balas: Corrupto”, de Brian Azzarello y Eduardo Risso.



Este último mes Planeta nos ha ofrecido un nuevo recopilatorio de “100 Balas”, la multipremiada serie de Brian Azzarello y Eduardo Risso. El tomo recoge los números 68 al 75 de la edición norteamericana con lo que se han cubierto tres cuartas partes de la serie ya que los creadores anunciaron que la colección finalizaría en su número 100. 75 números y los lectores todavía no sabemos por donde van a ir los tiros (excusen el juego de palabras) de una serie en la que cada vez aparecen más personajes y resulta más difícil colocar las piezas del complicado rompecabezas creado por Risso y Azzarello.
En este último recopilatorio se recogen tres arcos “Sleep, Walter”, “A Wake” y “Amorality Play”. En ellos, asistimos a la muerte del jefe de la familia Nagel y como su desaparición abre un vacío de poder dentro del “Trust”, la poderosa organización criminal que secretamente controla todo. Mientras sus miembros intrigan entre sí en una lucha cruel y silenciosa para hacerse con el control que tendrá como principales víctimas a los herederos de Nagel, Lono se afianza como jefe de los Milicianos y se van activando los últimos Milicianos para el enfrentamiento final entre Graves y el Trust.
En “100 Balas: Corrupto” asistimos a una nueva demostración del talento para la serie negra de la que, probablemente, es una de las mejores parejas artísticas que hay actualmente en el cómic internacional. El éxito de la serie no se podría entender si los guiones secos, duros e irónicos de Azzarello (“Hellblazer” “Batman”) no fuesen ilustrados por los sabios lápices del argentino Eduardo Risso (“Parque Chas”, “Caín” “Chicanos”) un dibujante que bebiendo de las enseñanzas de grandes del cómic argentino como José Múñoz (“Alack Sinner”) es capaz de dotar de una riqueza a la composición de página al alcance de muy pocos. De este modo, Risso añade sordidez y sensualidad a las tramas planteadas por Azzarello desarrollando pequeños dramas mudos y cotidianos que son observados por los fríos y duros personajes que pueblan el cruel universo de “Cien Balas”. Azzarello desarrolla sus historias en dos escenarios bastante diferentes, los suburbios, clubs de alterne y bares de perdedores que frecuentan los antiguos milicianos, y el mundo de lujo en el que viven los jefes de las Familias del Trust. Azzarello se mueve como pez en el agua a través de unos diálogos secos y sin cortapisas pero sorprendentemente creíbles que recuerdan a los grandes del género negro como Raymond Chandler o Dashiel Hammett, modernizando el género sin dejar por ello de ser fiel a sus principios.
El planteamiento inicial de la serie ha evolucionado desde el maletín con 100 balas indetectables que Graves ofrecía en los primeros números a una historia de conspiraciones secretas y venganzas. Sin embargo, los seguidores veteranos de la serie debemos sufrir al haberse alcanzado prácticamente la periodicidad norteamericana (actualmente el último número aparecido en EEUU es el 83) y a la irregularidad en la aparición de nuevos episodios por lo que tendremos que esperar otro año para la aparición de un nuevo recopilatorio, con lo que resulta bastante complicado realizar una lectura continuada de la serie y poder hacer un análisis global. Más sencillo lo tienen los nuevos seguidores que pueden engancharse con la nueva edición que está haciendo Planeta de dos números yanquis mensuales desde hace algún tiempo y podrán asistir al final de la misma al tiempo que el resto.