viernes, 28 de marzo de 2008

“La Carretera” de Cormac McCarthy


Si hay algún autor que está hoy en día de moda y en boca de todo el mundo ese no es otro que Cormac McCarthy a raíz de la recientemente oscarizada adaptación que los hermanos Coen realizaron de su anterior novela “No es país para viejos” y el Pulitzer 2007 obtenido por la novela que hoy nos ocupa, “La Carretera”.

A grosso modo, “La Carretera” es la historia del éxodo sin esperanzas de un padre y un hijo por una Tierra arrasada víctima de algún tipo de desastre no precisado. El mundo es un erial en el que nada crece, la comida escasea y la civilización es un vago recuerdo en una tierra en la que los escasos supervivientes luchan por sobrevivir a toda costa llegando hasta el canibalismo. Padre e hijo transitan por una carretera sin fin rumbo al sur con la esperanza ciega que en la costa o en algún sitio se esconda un vestigio de humanidad.

En muchos sitios he leído que consideraban “La Carretera” como una novela de ciencia-ficción (“la mejor novela de ciencia ficción de todos los tiempos” (sic.)) y aunque no soy yo quién para negarlo, en mi opinión, esta es una novela que se escapa de cualquier concepción de género y se convierte en una gran novela sin necesidad de limitarla a un género concreto.

En “La Carretera”, McCarthy escribe una hermosa, triste y patética, en ocasiones, metáfora sobre la paternidad que sobrepasa cualquier ambientación de género (aunque sí, siendo estrictos es una novela de ficción aunque su estilo sea realista) y que cualquiera que sea padre (y aquellos que no lo sean, también) se sentirán reflejados hasta lo más hondo en el profundo amor que el padre siente hacia su hijo: el hijo se convierte en objeto y depositario de las más secretas esperanzas del padre, en sentido de la existencia cuando todas las ilusiones de la juventud desaparecen con la lucidez que suele llevar asociada la paternidad y en razón de sacrificio final cuando ya no queda más que ofrecerle que la propia vida. Todo eso queda reflejado en esta intensa parábola en forma de novela crepuscular. Un mensaje que se ve reforzado por el carácter anónimo de los protagonistas que simplemente el autor denomina “padre” e “hijo”quienes en su deambular por esa tierra de nadie y sin normas en la que el mundo se ha convertido son depositarios de la última semilla, la llama, de humanidad – y esperanza- que el mundo atesora.

Se ha comparado el estilo de McCarthy con el del gran William Faulkner y algo de ello hay porque a mí esta novela me ha recordado mucho en su estilo y mensaje brutal y sin concesiones hacia el lector a una de las grandes obras del de Mississippi, “Mientras Agonizo”. Sin embargo, McCarthy va un paso más allá en la ambientación del mundo y el carácter de sus protagonistas a través de párrafos cortos y medidos como pinceladas en la conciencia del lector que poco a poco dibujan el cuadro del horror sin esperanza en el que los personajes transitan y conviven con la crudeza de su destino. McCarthy no adjetiviza ni se pierde en descripciones ni ambientaciones estériles dejando que la historia fluya por sí misma e impregne la imaginación del lector hacia un climax final que, aunque predecible, conmoverá hasta al más duro de corazón llevado hasta la extenuación por el “tour de force” que propone McCarthy.

La Carretera” se puede disfrutar como una aparentemente sencilla y llana novela de evasión, y agradará, pero para el lector atento McCarthy esconde en poco más de doscientas páginas una de las historias más conmovedoramente bellas y humanas que he leído en los últimos años. No se la pierdan.