miércoles, 16 de octubre de 2013

“Justin y la Espada del Valor”, de Manuel Sicilia y otros.



Es una pena que el ministro Montoro ningunee de tal modo el cine español como para despreciar su existencia y  por mera ignorancia o directamente mala fe a la hora de disparar al bulto esté pasando por alto que la animación española es por calidad una de las mejores del mundo sin que nada tenga que envidiar a otras más cacareadas. El último ejemplo lo tenemos con “Justin y la Espada del Valor”, obra enteramente española que nada tiene que envidiar a los productos anglosajones de Pixar o Dreamworks, dando un poco de pena que por falta quizás de mayor promoción pueda pasar desapercibida (este fin de semana éramos menos de doce personas en la sala).

Justin es un joven hijo del mayor abogado del reino y nieto de su principal caballero que sueña con emular las gestas de su abuelo a pesar que la caballería ha sido prohibida en el Reino y su padre pretende que estudie leyes como él. Apoyado únicamente por su abuela, Justin partirá en busca de la espada de su abuelo para convertirse en el caballero con el que sueña ser y de paso salvar al Reino de los malvados planes de Heraclio, el caballero renegado que asesinó a su abuelo y reúne un ejército para conquistar el desprotegido Reino.

Justin y la Espada del Valor” es la mejor película de animación que llevo vista a lo largo de año y lo digo con conocimiento de causa ya que por la edad de mi peque me he tragado unas cuántas. Quizás visualmente no sea la más impactante pero sí la que, sin el resguardo del aparato comercial de las grandes corporaciones ni el cobijo de ser continuación de éxitos anteriores o estar protagonizadas por personajes de tebeo, me ha enganchado más gracias al cuidado que se percibe en cada uno de los detalles y la construcción de una historia apta para niños de todas las edades pero con los suficientes guiños cómicos como para resultar también atractiva a los adultos (no como la tendencia actual que es precisamente la contraria, que los gags son tan adultos que se olvidan casi de que los niños han de entender sus guiños ya que se supone son su público potencial). “Justin y la Espada del Valor” practica un humor blanco e inteligente para contar una historia cargada de aventuras y repleta de una galería de personajes estupendamente diseñados por los que el espectador no puede más que sentir simpatía.

Con una animación más que correcta y el trasfondo de una historia de ribetes clásicos modernizada solo lo justo para satisfacer los gustos de los más jóvenes, “Justin y la Espada del Valor” no inventa nada pero revalida las fórmulas clásicas en una historia para disfrutar en familia e incorpora valores de siempre que nunca han estar trasnochados.  

Ideal para que el ministro Montoro lleve a sus hijos o nietos aunque quizás ya los haya llevado y se haya creído que era una peli yanqui.