lunes, 10 de diciembre de 2007

“Odio” de Peter Bagge



En medio de un fin de semana frenético lleno de cumpleaños y encuentros con futuros lectores (besitos para Eire, Asier y Marco y sus respectivos papás) encontré un hueco de tranquilidad para leer por fin el primer integral publicado por La Cúpula de “Odio” y todavía ando alucinado de la capacidad gráfica del corrosivo amigo Bagge.
A un precio muy competitivo La Cupula nos ofrece una de las mejores series “underground” de todos los tiempos en la que Peter Bagge narra las aventuras (y sobre todo desventuras) de BuddyBradley , un joven sin demasiadas expectativas existenciales, sus novias y sus lamentables compañeros de piso en el Seattle de los primeros noventa, una ciudad bulliciosa en la que el “Grunge” empezaba a dar sus primeros pasos en un cómic que para muchos es uno de los mejores retratos generacionales de lo que se ha venido a definir como “generación X”. Buddy Bradley establece un diálogo directo con el lector para, como si de un colega más se tratara, incorporarlo a su alucinante tribu en la que la falta de expectativas, el pasotismo y la marginalidad son razón de ser.
En “Odio”, Peter Bagge realizó una crítica radical, irónica y divertida de la sociedad norteamericana de los primeros noventa sin ningún tipo de autocomplacencia. Usando a Buddy Bradley como motor, un personaje que vio la luz en los ochenta en la serie “Mundo Idiota”, Bagge construye un fresco abigarrado de personajes histriónicos, grotescos y tremendamente humanos para acercarnos a la realidad de una época no demasiado lejana con la autenticidad del que ha sido testigo de primera mano.
Bagge es un autor de variadas referencias que van desde las evidentes al mejor Robert Crumb, (Bagge fue incluso durante algunos años editor de “Weird”, la revista de Crumb) o el Harvey Kurtzman de “Mad” - del que el mismo Buddy se muestra firme defensor en estas mismas páginas – hasta las más sutiles como las del genial y más oscuro André Franquin (nótese las similitudes evidentes entre Buddy y el entrañable Gaston LeGaffe) desde las que construye un estilo propio y personal en la que lo caricaturesco es la nota primordial y en la que deformación radical de la figura corporal en función de la caracterización de los personajes o del contenido del gag cómico sus principales características. Porque si hay algo que Bagge realiza como nadie es unir lo que es el bizarro relato costumbrista y desencantado de los jóvenes desarraigados de Seattle con la comicidad de unas situaciones hilarantes en un universo lleno de referencias reales tan deformadas por la vitriolica mirada de Bagge, como los títulos de las películas a las que el autor rinde homenaje al titular sus historias.
En definitiva, un cómic estupendo que nadie debería perderse en una edición que La Cúpula ha cuidado con esmero. Así que ya están tardando, que ya ha salido el segundo tomo. Yo no me lo pierdo.