lunes, 31 de marzo de 2014

“Ojo de Halcón 2: Pequeños Aciertos”, de Matt Fraction, David Aja, Steve Lieber, Francesco Francavilla y Javier Pulido

 


Oye, que si os dicen que la serie de “Ojo de Halcón” es un tebeo de superhéroes no os lo creáis. Es un cómic excelente, pero como confirma esta segunda entrega publicada por Panini, que recoge los números siete a doce de la serie regular norteamericana, David Aja y Matt Fraction están por la labor de hacer otra cosa, mucho más vistosa y original incluso, de lo que se acostumbra en los tebeos de tipos y tipas con mallas ajustadas y superpoderes y sin ningún pudor ni complejo en esta serie reinventan un Clint Barton/Ojo de Halcón a su medida, más cercanos a los antihéroes introspectivos del cómic indie norteamericano, que a lo que los mandamientos de Papa Lee mandan.

Clint Barton sigue con su labor de construirse una vida más allá de las mallas y tras comprarse el edificio en el que vive, lo que ha provocado la ira de los mafiosos rusos de la barriada, empieza a confraternizar con sus vecinos. Sin embargo, para un tipo tan desorganizado como Barton le resulta complicado llevar una vida “normal” sobre todo cuando se lía con una escultural bailarina con problemas que no cuenta con la aprobación de sus ex superheroicas ni de Kate Bishop, la joven Ojo de Halcón que le okupa el apartamento. Y, mientras los mafiosos rusos, mueven ficha contratando un asesino profesional, Fortu, el perro de Ojo de Halcón, es el único capaz de desentrañar tanto lío.

Marvel parece haber encomendando a una serie de autores de lo más talentoso una línea de cómics para que a los treinteañeros de la generación hipster puedan seguir comprando sus tebeos sin sentirse culpables y el estandarte de esta nueva manera de enfocar los superhéroes es precisamente esta serie de “Ojo de Halcón” en la que Matt Fraction se suelta la melena y demuestra su versatilidad ofreciendo una interesante trama alejada de las convenciones propias del género para dotar de una mediocre vida corriente al pobre de Ojo de Halcón, cargando al arquero eterno del Universo Marvel de unas series de obligaciones  humanas para las que no está muy acostumbrado. De este modo, el argumento de la serie gira en torno a un Barton en plena crisis de identidad que se convierte en el buen vecino ideal de cualquer vecindario de sitcom al uso al que se le pegan para más inri un perro y un hermano callejeros a los que también adopta. Mientras vamos descubriendo número a número entre boquiabiertos y sorprendidos todo este rico mundo interior que desconocíamos de Ojo de Halcón  buena parte del protagonismo de la historia se lo roba al arquero marvelita, Kate Bishop, la Ojo de Halcón de los Jóvenes Vengadores, que gracias al lápiz mágico de Fraction acaba convertida en una Hopey marvelita, gruñona, refrescante y divertida que ofrece el adecuado contrapunto al deprimente y deprimido protagonista que sin las mallas ni el arco – pocas flechas se disparan en este tebeo- se queda en poca cosa (de hecho, Burton es el menos interesante de los personajes de la historia, incluido el perro).

Mucho me temo que la fresca premisa de Fraction se habría quedado en mucho menos si no contase en el apartado gráfico con un descomunal David Aja que desde sus comienzos bajo la alargada sombra de Steranko se puso como límite su propio talento y todavía no ha tocado techo. Aja es la salsa de este invento y sin su sorprendente ingenio para adaptar las últimas tendencias y hallazgos narrativos a tramas convencionales en las que sobre una base mazzuchelliana logra compaginar el frío diseño minimalista a lo Ware con la euforia pop de Jaime Hernández y sin las sorpresas visuales que se esconden página a página esta serie no tendría ni la mitad de gracia que la que tiene. Además, para cubrir los huecos cuando se ve apurado con las entregas cuenta con la colaboración de dos compinches de la talla de Francesco Francavilla y Javier Pulido, quién dibuja el Anual 1, que comparten parecidas inquietudes formales y dan lo mejor de sí para mantenerse a la altura de la locomotora desbocada de la creatividad de Aja..

En fin, “Ojo de Halcón” es la única serie que puede lograr que Chris Ware se interese por los superhéroes, ya que cuentan con protagonistas deprimentes presentados a través de un acabado gráfico exquisito. La modernidad ha llegado al género de superhéroes con “Ojo de Halcón” -bueno, ya venía intuyéndose desde unos años antes- y, aunque creo que su vigencia dependerá exclusivamente de su rentabilidad económica, series como esta están llamadas a convertirse en pocos años en delicatessen de las llamadas de culto. Disfrutemos de la fiesta mientras dure.

Mi reseña de la primera entrega, aquí.