
Hace cincuenta años Eisner, queriendo o sin querer, revolucionó el lenguaje del cómic mediante “The Spirit”, un cómic que se desarrolló durante años y en el que incorporó soluciones gráficas novedosas y universales que siguen siendo válidas en la actualidad, creando un personaje ajeno a lo que se hacía por aquel entonces ni superhéroe ni detective pero con un poco de los dos en historias cortas repletas de humor y plasticidad.
Tengo la sensación que Miller ha pretendido hacer lo mismo que aportó Eisner al cómic en el cine de una manera deliberada y consciente, prescindiendo en su obra de cualquier atisbo del humor inteligente de Eisner para sustituirlo por la cansina apología del héroe solitario rompecorazones que todo lo resuelve a puñetazos que ha explotado con mayor o menor brillantez durante años en el mundo del cómic. Miller quiere renovar el lenguaje cinematográfico marginando el argumento, la trama y casi hasta el guión en función de la fuerza visual de las imágenes y la narración hueca y monótona del protagonista narrador durante larguísimos períodos para pasar a unos diálogos ridículos entre personajes planos y estúpidos dando un paso más adelante en la exploración del estilo que impactó en “Sin City”. Sin embargo, ese paso le ha llevado a tirarse por el precipicio de cabeza llevándose por el camino a actores tan notables como Samuel L. Jackson, Gabriel Match o Scarlett Johansson que en el despropósito montado a su autoproclamada gloria no tienen nada a lo que agarrarse.
Me gustaría decir algo positivo de esta película pero les mentiría. Miller perpetra el bodrio definitivo. La peor película de la década aunque seguramente encontrará por ahí alguien que defienda lo indefendible. Yo que ustedes ni me acercaba al cine.