miércoles, 19 de febrero de 2014

“Usagi Yojimbo 27: Una ciudad llamada Infierno”, de Stan Sakai.


Se habla y se comenta mucho en los cenáculos esos de los que entienden de la necesidad de ganar a los niños –y a los mayores, añadiría yo- con cómics “para todos los públicos” y que gusten a un público lector de 3 a 99 años. Y me parece una pena que no miremos a nuestro alrededor y no se ensalce más a los autores que sin teorizar han realizado tebeos de esas características que se vienen publicando exitosamente desde hace décadas, como es el caso del bueno de Stan Sakai y su “Usagi Yojimbo”, de la que Planeta acaba de publicar el 27ª recopilatorio que recoge  los números 124 a  131.

Estas aventuras giran en torno a la presencia de Usagi en Infierno, una ciudad sin ley ni orden donde dos jefes mafiosos pugnan por el control. Usagi se encontrará con el temible Kato, cada uno enrolado en un bando diferente, pero cuando ambos ronin son engañados unirán sus fuerzas para restablecer el orden en la ciudad y limpiarla completamente de granujas. Además, Usagi en su vagabundeo por el Japón del siglo XVI se las verá con un espíritu caníbal y ayudará a otro ronin a cumplir con la última misión que le encomendó su señor antes de morir.

Stan Sakai siempre cumple y una vez nos ofrece una estupenda lectura evasiva accesible a cualquier lector en la que demuestra su dominio de los secretos de la narración gráfica y la construcción de la historia de tal modo que cualquiera de sus libros sea disfrutable tanto por los que siguen las andanzas de su conejo samurai desde antiguo como por aquellos que se suben al carro esporádicamente. 

Este tomo, en concreto, gira en torno a la trama centrada en la ciudad de Infierno con un argumento que toma como punto de partida el “Yojimbo” de Akira Kurosawa, una de las grandes influencias del autor, pero además Sakai dosifica la acción insertando entre medias nuevas andanzas del protagonista en las que coquetea abiertamente con el terror y la comedia demostrando su cuidada documentación y profundo conocimiento del rico folklore japonés con la introducción de los nukekubi.

A lo largo de los años, Sakai ha ido puliendo su estilo de dibujo para sin perder en detallismo volverse cada vez más efectivo y dinámico con lo que las historias se desarrollan con una coherencia y aparente sencillez formal que esconde el esmero que pone Sakai en su construcción.

En fin, Stan Sakai, poco amigo de las estridencias y la mercadotecnia, es sin ningún género de dudas uno de los mejores autores y narradores en viñetas capaz a través de sus creaciones de llegar a un público diverso y popular que no puede más que rendirse y seguir fielmente  su buen hacer. Estos días que Sakai lo está pasando mal no hay mejor apoyo que hacerse con sus obras y leerle. Difícilmente defraudará.