lunes, 30 de agosto de 2010

Entrevista a Fernando Fernández.

He encontradoun fragmento de entrevista en que el recientemente fallecido Fernando Fernández relata una anécdota de niñez sobre sus primeros recuerdos en el mundo del cómic.

“Sabre”, de Paul Gulacy y Don McGregor.

Hoy toca reivindicar otro clásico del cómic norteamericano injustamente olvidado por nuestros editores, un tebeos que no sólo por su calidad intrínseca es destacables sino también por protagonizar un pequeño capítulo en la historia de la industria del cómic nortemaericano. Me estoy refiriendo a “Sabre”, un cómic de ciencia ficción posapocalíptica, creación de Don McGregor y Paul Gulacy.
A finales de los setenta los hermanos Mullaney creron Eclipse Comics una editorial independiente que incapaz de competir con las grandes editoriales en cantidad de títulos publicados apostó por la calidad y la innovación para abrirse un hueco en el complejo mercado norteamericano. De este modo, Eclipse Comics supo reivindicarse gracias a la calidad con que editaba la mayoría de sus cómics superior a la habitual, el pago de suculentos royalties por ejemplar vendido y una libertad creativa que no constreñía a los autores tanto como era habitual en las grandes editoriales por aquella época y provocó que un buen número de autores de renombre se embarcaran en la nueva editorial. De este modo, atrajeron autores de talento como Marshall Rogers, Steve Englehart o Gene Colan, a los que pronto se unieron Paul Gulacy y Don McGregor que un año más tarde con “Sabre: Slow Fade of an Endagered Species” dieron un auténtico campanazo con la primera gran obra de Eclipse.

Por un lado, “Sabre: Slow Fade of an Endagered Species” fue el primer cómic que se comercializó en el llamado mercado directo (es decir directamente en las tiendas especializadas donde compraban los aficionados y alejándose de los canales mayoritarios donde se distribuían los comic-books generalistas en Estados Unidos y que englobaba colmados, farmacias y demás…) con un sorprendente éxito que pilló desprevenidas a las grandes y, por otro, por ser la primera “novela gráfica” publicada, adelantándose en unos meses a la aparición de la celebre y genial “Contrato con Dios” de Will Eisner. “Sabre: Slow Fade of an Endagered Species” ya cumplía con todas las características que los expertos identifican con la “novela gráfica” y quizás sino es considerada mayoritariamente como la primera quizás se deba al atractivo magnético del concepto ideado por Eisner de “novela gráfica” (graphic novel) que se impuso al aglutinado por McGregor de “comic novel”.

Y tras esta historieta para interesados en estas cosas, ¿“Sabre: Slow Fade of an Endagered Species” merece la pena? En mi opinión, sí. Se trata de una atractiva y barroca historia de ciencia ficción posapocalíptica que tan de moda estaban en la época (“Mad Max” se estrenaría un año después). “Sabre” sigue la estela del añorado “Killraven” que años antes popularizara en Marvel el propio McGregor junto a Craig Russell y narra las peripecias de Sabre, un héroe negro gemelo de Jimmy Hendrix–quizás en un postrer coletazo de la Blaxploitation setetentera-, que junto a su compañera la despampanante Melissa Siren se rebelan contra el poder fascista encarnado en el malvado Overseer y el descreído mercenario Blackstar Blood en un extravagante y delirante futuro lleno de peligros en un alocado año 2020 en el que lo mismo conviven mutantes y clones con galeones a vela y castillos medievales.

Sabre” bebe directamente de las cortapisas que en Marvel pusieron a McGregor en “Killraven” y, sobre todo, del espectacular trabajo de un Paul Gulacy sobresaliente, probablemente en uno de los mejores trabajos de su carrera. dando forma al mundo en que se desarrolla la acción plagada de amenazas contra los amantes y una cuidada y elegante composición que potencia una narrativa setentera que lamentablemente se ha obviado en el cómic mainstream actual.

Al éxito de “Sabre: Slow Fade of an Endagered Species” le siguió en 1982 una serie a color que siguió contando con los guiones de McGregor y llegó a los 14 números , contando en sus primeros episodios con Gulacy (los dos primeros números son una reedición de la novela gráfica previa) que posteriormente sería relevado por Bylly Graham y José Ortiz.

Más allá de la solvencia de McGregor en las epopeyas futuristas y el virtuosismo de la terna de dibujantes que pasaron por la serie, Sabre sorprende por la saludable libertad sexual que destila a la hora de mostrar cuerpos desnudos e introducir situaciones nunca vistas anteriormente en el cómic “mainstream” norteamericano como el primer beso gay.

En definitiva, “Sabre “ es un cómic de indudable interés que no debería pasar desapercibido para los aficionados españoles injustamente olvidada por nuestros editores (es curioso que habiéndose publicado en España casi todas las obras de Eclipse más relevantes esta continúe olvidada). A ver si alguna editorial se atreve a recoger el guante.

Si alguien duda de la calidad de “Sabre: Slow Fade of an Endagered Species”, aquí puede leer los dos primeros episodios que componen la novela gráfica.