lunes, 19 de mayo de 2008

“Apocalipsis Friki” de Peter Bagge


Tras el 11 de Septiembre de 2001, la sociedad norteamericana y la occidental, en general, quedó traumatizada y se desencadenaron una serie de acontecimientos históricos que a día de hoy no sabemos muy bien donde nos van a llevar. Un acontecimiento tan impactante como el atentado a las Torres Gemelas generalmente da lugar a montones de obras en distintos ámbitos que de una manera más o menos directa suelen tenerlo como referencia y buscan, en mayor o menor medida, encontrarle una respuesta o sentido más allá de su irracionalidad. En el cómic, esto se ha notado en la cantidad de obras que en Estados Unidos han aparecido tratando el tema con mayor o menor fortuna. Desde los panfletos que llaman a la unidad y la fortaleza estilo "Amazing Spiderman 36 (vol. 2)" de Joe Michael Straczynski y John Romita a inteligentes ucronías como “Ex Machina” de Brian K. Vaughan. Sin embargo, una de las aportaciones más interesantes se ha producido de donde menos cabía esperar: en la mente del ácido y corrosivo Peter Bagge y su hasta por el momento última obra “Apocalipsis Friki”, una serie limitada en seis números que La Cúpula nos ofrece en una cuidada edición en la que se echan a faltar las historias cortas sobre los padres de la nación con las que Bagge complementó los cómic-books originales para Dark Horse. Partiendo de un hipotético ataque nuclear de Corea del Norte a Seattle, Bagge nos ofrece ya desde el ambigüo título de la obra -nerd es una palabra polisémica en inglés cuyo significado oscila desde empollón informático (que hace referencia a Perry, el personaje principal) hasta directamente idiota- su particular, realista y cruda visión de la adaptación del americano medio - el friki, por antonomasia- a la nueva situación que plantea, a través de las experiencias de dos amigos, el timorato Perry, un programador de Microsoft, y el decidido y pragmático Gordo, de profesión sus trapicheos, quienes se salvan de la hecatombe al hallarse de acampada en una cabaña de las montañas, al tiempo que le da un inteligente y hábil repaso al género apocalíptico respetando todos sus cánones, sí, pero riéndose de ellos un poquito, también. La historia se centra en la adaptación de los dos amigos a la nueva situación que se produce tras la desaparición de la ciudad, las normas y reglas sociales. En este sentido, la visión de Bagge, de la situación, barnizada con toques de vitriólico humor no puede ser más ácida y descarnada. El autor construye un escenario en el que impera la “ley del más fuerte” en el que el egoísmo, la desconfianza y la falta de solidaridad se imponen incluso entre los grupos de supervivientes más organizados, incapaces de colaborar entre sí en lo que no deja de ser una traslación a pequeña escala y exagerada de los conflictos internacionales y el clima de desconfianza generalizado tras los sucesos del 11 de Septiembre, en el que los personajes, al igual que algunos países, disparan primero y preguntan después en un "salvese quién pueda" de incierto desenlace.

A partir de estas premisas, Bagge construye un trabajo mucho más autocontenido a nivel formal que en “Odio” o “Sudando Tinta” y el dibujo no se encuentra tan constreñido a buscar el “gag” visual inmediato –algo que Bagge domina como pocos y que en este cómic vuelve a dejar buena muestra de ello - como en centrarse más en el desarrollo de la historia, bien apoyado en una estructura en seis capítulos, para dosificar tanto los momentos dramáticos como los cómicos y lograr, de este modo, quizás, un efecto más duradero en el inconsciente del lector. Aunque la obra se sitúa en Seattle, el autor se aleja de los ambientes urbanos predominantes en el resto de sus obras para situarse en las montañas de los alrededores de la ciudad, y en escenarios por lo general más abiertos que en obras anteriores donde sus personajes tienden a vagabundear de un lado para otro sin rumbo fijo (algo que en una situación como la planteada sería bastante verosímil) que le obliga a optar por viñetas más amplías y a cuidar los fondos más de lo que nos tiene acostumbrados.




A diferencia de “Odio” en que en un contexto realista, Bagge sitúa a unos personajes tan exagerados, estrambóticos y deformados que resultan increíbles, en “Apocalipsis Friki” da una vuelta de tuerca más a ese planteamiento, desarrollando unos personajes perfectamente creíbles y coherentes en sus reacciones a lo largo de la serie, enfrentados a una situación increíble. Este cambio afecta al hiperbólico humor del de Seattle que sin dejar en ningún momento, de ser descarnado, negrísimo y exagerado en “Apocalipsis Friki” se muestra mucho más sutil que en obras anteriores.


La violencia está constantemente presente en la historia y su tratamiento es un elemento muy importante en la evolución de los personajes dentro de la misma (a Perry le da miedo cazar y ya ven como termina), resolviéndose esas situaciones de tensión dramática con un excelente uso de las onomatopeyas, recurso del que Bagge es todo un maestro. Violencia exagerada y explícita hasta puntos que rozan el esperpento pero que el propio Bagge limita con enorme maestría en alguno de las situaciones más truculentas del tebeo, dosificando la tensión con mucha habilidad. Por otro lado, los personajes hablan y hablan sin cesar en unos diálogos muy verosímiles que el autor inserta perfectamente en la página para que no afecten a la narración ni recarguen la viñeta al tiempo que alivian las transiciones de una situación dramática a otra en una narración que se resuelve con mucha agilidad, gracias al dinamismo con que Bagge dota a todo su trabajo, prescindiendo acertadamente de innecesarios cuadros de texto.

La historia se resuelve a traves de un final abierto que deja entreabierta la posibilidad de nuevas aventuras de Perry junto a su nueva pareja, Midge pero que quizás Bagge resuelve de una manera apresurada, limitado probablemente por tratarse de una miniserie.

En definitva, “Apocalipsis Friki” es un excelente tebeo no sólo por la mordaz crítica que esconde bajo su inocente presencia de tebeo de género sino por ser una buena oportunidad de conocer a uno de los mejores autores de cómic actuales en plenitud de facultades a una relación calidad-precio bastante aceptable. Yo no lo dejaría pasar. Otras obras de Peter Bagge en El lector impaciente aquí. Otras reseñas sobre “Apocalipsis Friki” en la blogosfera aquí y aquí.

John Phillip Law (1937-2008)



Por la excelente Crisei de Rafael Marín me entero de la muerte el pasado día 13 de John Philip Law , un actor que si bien nunca llegó a situarse a la altura de las grandes estrellas holliwoodienses si que ocupará un lugar para el recuerdo en mi corazoncito al haber protagonizado “El Viaje Dorado de Sinbad”, una de esas películas que ves cuando eres pequeño y se te queda grabada para toda la vida.

Aparte, John Phillip también participó en películas como “Diabolik” o “Barbarella” antes de ser poco a poco olvidado salvo por unos pocos irreductibles que siempre le envidiaremos las escenas protagonizadas junto a Caroline Munro, Jane Fonda o Marisa Mell.

“El viaje dorado de Sinbad” (1974)

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“Danger: Diabolik” (1968)





“Barbarella” (1968)






D.E.P.

(Una frivolidad...¿A qué no hay huevos a programar en ninguna televisión un ciclo dedicado a este hombre?)

No me digan que no tienen ganas…







No sé ustedes pero yo desde hace unos días duermo mal. Y no es sólo porque me haya acatarrado con tanto cambio de tiempo sino porque cada vez falta menos para volver a oír esa musiquilla que lleva un mes resonando en mi cabeza y ver a Indiana blandir el látigo contra los malos en el mejor “pulp” llevado al cine por ese mago del séptimo arte llamado Steven Spielberg.

Y, sin haberse estrenado todavía la cuarta, el astuto amigo Lucas ya empieza a allanar el terreno para una hipotética quinta parte al estilo de “La Última Cruzada” en la que Shia Labeouf sea el protagonista principal y Harrison Ford haría un papel similar al de Sean Connery en lo que supondría el pase de testigo de uno a otro. No sé, no sé…


De momento, aquí les dejo un enlace a la web oficial de la película (bastante chula) y una reseña subjetiva (y sin spoilers) de uno que dice que la ha visto.