miércoles, 1 de junio de 2011

“El Vals del Gulag”, de Rubén Pellejero y Denis Lapière.

No sé si Rubén Pellejero y Denis Lapière tenían en mente la novela de Pasternak o la posterior peli de Lean de “Doctor Zhivago” en la cabeza cuando ideaban “El Vals del Gulag”, pero a mí cada vez que releo esta hermosa historia de amor no puedo más que recordar aquellas obras y oír resonar en mi cabeza la melodía de Jarre. A pesar de ello, "El vals del Gulag" es una excelente obra por derecho propio.

A pesar que leáis por ahí sobre que “El Vals del Gulag” es un cómic que denuncia las crueldades de las purgas estalinistas (que también algo de eso hay), en realidad es ante todo una de esas románticas historias de amor “más grandes que la vida” que tanto gustaban a nuestras madres. La historia de Kalia, la protagonista, quién dedica su vida entera a intentar reunirse con su querido Vítor, primero superando la negativa paternal y, más tarde, la II Guerra Mundial y las Purgas Estalinistas que llevaron al bueno de Vítor al destierro en un campo de trabajo en Siberia. Siguiendo sus pasos durante años, Kalia descubriendo las inhumanas condiciones en que vivieron los prisioneros en esos campos, convirtiéndose el vals del gulag en la prueba definitiva a su inquebrantable amor de tantos años. ¿Que qué es el “vals del Gulag”? Tendréis que leeros el cómic para saberlo.

Denis Lapière escribe una hermosa historia en la que pone de manifiesto su maña para este tipo de tramas en las que mezcla el romanticismo arrebatado en contextos históricos especialmente complejos. Lo hizo anteriormente con Pellejero en “Un poco de humo azul” y lo volvió a repetir posteriormente con el mismo autor en“Un verano insolente” pero es quizás en esta obra donde el resultado es más logrado e intenso logrando mantener el interés de la historia evitando caer en todo caso en la sensiblería.

Buena culpa de ello la tiene un Rubén Pellejero que logra uno de sus mejores trabajos desplegando todo su buen hacer para que la historia mantenga intacto su interés hasta un cuidado final abierto que será del agrado de cualquier lector. Pellejero cuida con mimo todos los detalles para mantener la tensión de la historia sin que esta se desborde hacia el melodrama facilón, adoptando un enfoque narrativo alejado de la historia, muy al estilo de autores como Cosey, sacando buen partido a su estilo de trazo grueso y feísta, pero enormemente expresivo y detallista, que dota de mayor realismo y humanidad a las localizaciones y los personajes al tiempo que refuerza la atmósfera oscura y triste del relato, logrando con sus sabios encuadres y el elaborado tratamiento del color, llevar la historia a unas cotas que de otro modo el buen argumento de Lapiére no alcanzaría por sí solo. Pellejero logra quizás en este álbum su madurez como narrador centrándose siempre en lo esencial de la historia y prescindiendo de elementos y artificios superfluos para llegar al lector mostrando únicamente lo esencial de la historia que le lleva incluso a prescindir de cualquier tipo de texto.

En ese sentido, el análisis del tratamiento del color de “El Vals del Gulag” debería ser de estudio obligatorio en las escuelas de dibujo para que los futuros dibujantes de cómic aprendieran todas las posibilidades no solo descriptivas sino también narrativas que el color tiene y como su correcto uso puede influir en la percepción de la obra del lector. A través del uso de tonos fríos y neutros, Pellejero logra da cohesión a toda la obra, dotándola de una crudeza triste y melancólica que se transmite al lector, al tiempo que utiliza la preponderancia y el contraste de unos y otros colores para establecer cortes entre los diferentes lapsos temporales en la prolongada línea temporal en que se desarrolla la trama y dotar cada episodio de una identidad propia dentro de la historia, cuidando especialmente la luminosidad y el desarrollo de distintas atmósferas tanto exteriores como interiores. Lo cierto es que a pesar de su aparente sencillez resultaría apasionante analizar cada una de las viñetas del álbum, ya que se nota el cuidado especial que ha puesto en ellas el dibujante.

En definitiva, más allá del atractivo que a priori pueda despertar para cada lector la temática de “El vals del Gulag” este es un cómic que ningún aficionado debería dejar de conocer y valorar dado el acertado equilibrio que los autores han logrado en el mismo entre el guión y el dibujo para lograr que la historia funcione como un todo unitario sino especialmente por los recursos gráficos que un Pellejero especialmente inspirado maneja con maestría. Un tebeo excelente.