martes, 8 de abril de 2008

36-39 2: Malos tiempos” de Carlos Giménez




Todavía sin tiempo de releer con calma el primer álbum de la nueva serie de Carlos Giménez ambientada en la Guerra Civil Española aparecido hace sólo unos meses, nos llega la segunda entrega en la que Giménez se centra en contarnos las pequeñas historias de las gentes atrapadas en el Madrid sitiado por las tropas franquistas.

Tomando como hilo conductor de estas historias cortas a la familia de Marcelino, el personaje protagonista de la mayor parte de las historias en el primer álbum de la serie, Giménez nos acerca a las historias de miseria y miedos cotidianos entre la población civil alejada del frente de combate de ese Madrid castizo que tan bien conoce y describió en “Barrio”. Sin embargo, en esta ocasión, Giménez se aleja del costumbrismo esperanzado de esa serie de posguerra para escribir un álbum mucho más cercano a su mejor serie y por la que más reconocimientos ha obtenido, “Paracuellos” al convertir a los niños en los principales protagonistas de los sucesos narrados en este álbum. Niños que pasan hambre, niños que se asustan ante las alarmas y los bombardeos nocturnos, niños obligados a madurar demasiado pronto para buscar alimentos pero, al tiempo, niños que mantienen intacta la inocencia como bálsamo para los horrores a los que se enfrentan cotidianamente y ofrecer una vía de escape en su ingenuidad al lector que no puede dejar de esbozar una sonrisa ante sus reacciones frente a los horrores descritos por el autor. De las historias recogidas en el álbum la más destacable, sin duda, es la que lo cierra, “Sito”. Una historia que rompe la estructura del álbum tanto por su extensión como por los recursos que Giménez emplea. Si el resto de historias son de cinco páginas divididas en seis viñetas, en esta historia Giménez rompe esa estructura de página para aumentar la carga dramática de la historia y desarrollar una narración tan patética como hermosa y que por sí sola justifica la compra del álbum.

Marcelino y su mujer, son personajes arquetípicos, que representan al hombre y mujer anónimos dispuestos a enfrentarse con dignidad a lo injusto de la situación que les ha tocado vivir, sacando adelante a su familia y sirviendo de contrapunto con su posicionamiento profundamente humano a la brutalidad de los milicianos que saquean y provocan disturbios aun sin renunciar por ello, al igual que el autor, a su ideario personal ni sus principios.

Giménez escribe y dibuja un álbum excelente con buen pulso narrativo y una planificación que le lleva a dosificar perfectamente la tensión de las historias que narra. Como bien señala Hernán Migoya en el artículo que sirve de introducción al álbum, el uso que hace Giménez del lenguaje escrito es perfecto para el tipo de historias breves que lo forman, situando la acción y creando el estado de ánimo necesario para que luego sus conmovedores dibujos apuntillen la sensibilidad del lector. No esperen en este álbum sorpresas estilísticas ni novedades en el estilo de Giménez. El autor no hace más que mostrar aquéllos recursos de los que está dotado sin trampas ni cartón y los exprime al máximo con la sabiduría y lucidez que ha demostrado a lo largo de toda su carrera haciendo aquello que mejor sabe hacer: contar historias conmovedoras. Es tan absurdo pedirle a Carlos Giménez a estas alturas de su carrera que “evolucione” como sería pedirle a Goscinny que dibujase Asterix de una manera diferente. Giménez es un clásico de nuestra historieta y un clásico vivo y en forma por lo que creo que todos debemos felicitarnos y disfrutar de la sabiduría y humanidad que desprenden sus historias. Y este álbum es una buena muestra de ello.


La edición de Glénat es bastante buena aunque se le pueden achacar un par de errores graves. En mi ejemplar (no sé si afectará a toda la tirada o sólo una parte de ella) las páginas 32 y 33 están intercambiadas con lo que si no se lee en su orden se pierden el hilo narrativo) y en la página 49 segunda viñeta escriben “habrían” del verbo abrir (¿Cuándo las editoriales se van a molestar en contratar un par de correctores para subsanar los errores ortográficos?). Por lo demás, el artículo laudatorio de Migoya y el más contextualizador de Antonio Martín resultan interesantes y correctos.

Si quieren leer más sobre “36-39: malos tiempos” en El lector impaciente pueden hacerlo aquí.

Si quieren leer sobre otras obras de Carlos Giménez en El lector impaciente pueden hacerlo aquí.
ACTUALIZACIÓN: Gracias al aviso de Walter me entero que Glénat va a sacar en el plazo de tres semanas una nueva edición corrigiendo el error de las páginas intercambiadas. Informan que todo aquél, que como yo tiene un ejemplar en mal estado, puede cambiarlo por uno nuevo en su librería habitual. La noticia aquí.