martes, 18 de septiembre de 2007

“Barrio” de Carlos Giménez



Para mí es difícil ser objetivo a la hora de escribir sobre “Barrio” del veterano Carlos Giménez porque por un lado se juntan las excelencias del retrato histórico de una época con los recuerdos personales ya que el “Barrio” de Carlos es mi propio barrio, el de mi madre y el de mis abuelos. Yo di mis primeros pasos (hace ya más de treinta) en la casa que había encima de la vaquería que describe Carlos en una de sus historias, pasaba todos los días para ir al colegio del portal donde vivió y mi tío y mi madre me contaron sobre las peleas a pedradas y la venta de tebeos en el Pasadizo o la Cuesta del Moyano. Así que, aunque no de primera mano, las historias que Carlos narra en estas páginas me resultan familiares y entrañables, como supongo que le pasará a muchos, de lo conocido pero no vivido personalmente, aunque sus calles también hayan sido mis calles, tanto por el recuerdo transmitido por unos padres y abuelos que fueron niños en la misma posguerra urbana que también retrata Carlos Giménez en su obra como por haber asistido a los últimos estertores de esa vida de barrio que hace ya muchos años se perdió.
A lo largo de los cuatro volúmenes que componen esta obra publicada por Ediciones Glénat Giménez ha ido evolucionando tanto en lo narrativo cediéndole el testigo del protagonismo de sus historias a amigos y compañeros de generación abandonando en parte el relato autobiográfico de los primeros volúmenes hacia una mayor variedad temática sin perder por ello del norte de lo qué es el objetivo de la obra, rememorar a través del conjunto de esas pequeñas intrahistorias cotidianas la dureza de un tiempo y lugar en el que también había espacio para las pequeñas alegrías de la infancia y la adolescencia que el autor parece añorar. También se aprecía una evolución en el aspecto gráfico, lo cuál es de agradecer en un autor tan contrastado como Giménez, desde la publicación de las primeras historias de “Barrio” hace ya casi treinta años hasta las últimas publicadas el año pasado. Así, Jiménez abandona las composiciones a una página que usara en el primer álbum y que tan bien explotara en su obra más reconocida, “Paracuellos” por una composición de página más moderna y libre basada en viñetas más grandes y detalladas en las que los escenarios del barrio se convierten en los auténticos protagonistas perdiendo de este modo “Barrio” parte del elemento opresivo que destilaba “Paracuellos” en busca de una mayor libertad. Esa evolución, casi ruptura estilística, alcanza su punto culminante dentro de la serie a lo largo de las historias recogidas en el segundo tomo en las que un Giménez en plena forma es capaz de escribir alguna de las mejores historias de su ya extensa carrera. En ocasiones, Giménez aborda la narración de sus historias como narrador impersonal de la historia, dejando que el peso de la misma recaiga en las situaciones y personajes mientras que en otras deja que el dramatismo de la historia se desarrolle a través de los ojos inocentes de un niño que no comprende lo que ocurre a su alrededor, como en "Ese día..." (tomo IV) , para escribir historias tan duras como crueles en las que ajusta cuentas con las costumbres de la época.
En definitiva, “Barrio” es una obra para todos aquellos que quieran saber cómo era España no hace tantos años y aprender a valorar más lo que tenemos ahora. Un cómic que nadie debe dejar escapar.
Aquí podéis leer sobre otras obras de Giménez en "El lector impaciente".