lunes, 11 de abril de 2011

“Hellblazer 1”, de Jamie Delano y otros.

Planeta sigue con su tarea de recuperar el material clásico de “Hellblazer” en una nueva edición uniforme y, tras publicar la etapa de Garth Ennis, ahora le ha tocado el turno a la de Jamie Delano en una decisión puramente comercial pues cronológicamente los tebeos de Delano son anteriores a los de Ennis. Este primer tomo de la etapa Delano reúne, por tanto los diez primeros números de la serie original norteamericana y, aparte de suponer un ejercicio de nostalgia para aquellos que los leyeran en su momento (lagrimilla por Ediciones Zinco y nuestra juventud perdida) es una buena muestra para los neófitos de lo maravillosos que eran los tebeos de los años ochenta.

Tras el éxito que tuvo el personaje de John Constantine creado por Alan Moore para la serie de “La Cosa del Pantano”, Moore recomendó –y Karen Berger aprobó- para la serie protagonizada por el mago de la gabardina a su por entonces semidesconocido amiguete Jamie Delano. Y lo cierto es que Jamie Delano, sorprendiendo a propios extraños y con bastante mano libre para hacer lo que quisiera, llevó a cabo a lo largo de los cuarenta episodios de su etapa el que quizás sea su trabajo más conseguido rellenando los huecos insinuados por Moore en su desarrollo del personaje al tiempo que profundizaba en su personalidad y la dotaba de un carisma que lo acabarían convirtiendo en uno de los personajes más atractivos de los años ochenta incorporando a las tramas sobrenaturales de corte barkeriano un contexto de crítica social al neoliberalismo thatcheriano imperante en el Reino Unido saludablemente transgresor y comprometido para un cómic DC de aquella época.

En estos primeros diez números, Delano adapta las estructuras clásicas de las series de novela negra para, sin prisas, ir desarrollando al personaje y desvelando poco a poco su pasado utilizando a los variopintos espantajos que se cruzan en su camino (Mnemoth, los demonios yuppies que comercian en el mercado de almas o las sectas de variopinto pelaje) en metáforas para terrores más cercanos y peligrosos. En estos primeros diez números, el peso de Constantine en la trama es secundario respecto a la ambientación desarrollada por Delano aprovechando el conocimiento que del personaje ya tenían los lectores y se centra sobre todo en las otras notas características de la obra quedando, curiosamente, el personaje protagonista como un elemento más de los muchos que enriquecen una obra en que se antoja casi más importante la opresiva atmósfera que logra transmitir. Jamie Delano se descubre como un guionista comprometido, competente y sutil que, a pesar de resultar en ocasiones farragosamente literario, tiene bastante claro lo que se trae entre manos con lo que, a pesar del tiempo transcurrido, la obra resiste bastante bien los años.

En el aspecto gráfico, aparte de las excelentes portadas de Dave McKean, destaca el trabajo de todo un veterano como John Ridgway durante los nueve primeros números. Un dibujante de amplia experiencia que le da a la serie el toque sucio que requiere –especialmente en los dos últimos, 8 y 9, entintados por Alfredo Alcalá - y se adapta progresivamente a las complejas composiciones de página requeridas por los guiones de Delano cumpliendo honradamente con su cometido. Como curiosidad, tras entre los créditos del décimo número figura un jovencito Mark Buckingham en uno de sus primeros trabajos para DC que junto a Richard Piers Rayner o con Alcalá se mantendrá en siguientes episodios de la serie.

En definitiva, este primer tomo de “Hellblazer” de Jamie Delano es un ingrediente indispensable sin el que habría sido posible cocinar unos añitos después el sello Vertigo y estos tebeos de Delano deben ser considerados todo un clásico del terror moderno. De un terror sofisticado, comprometido, inteligente y, por desgracia, minoritario. Dicho queda.

(La nueva edición solo recoge las cinco primeras portadas de la serie. Es de esperar que el resto aparezcan en posteriores volúmenes. Por si acaso, yo las he reproducido ilustrando la entrada).

Alan Moore, Dave Sim, el Cómic, el Arte, la realidad, el infinito…

"Afirmar que los cómics son un medio que no se presta a producir obras de gran extensión parece un comentario que no tiene ningún sentido, incluso ignorando Our Cancer Year, Maus, Stuck Rubber Baby y el resto de obras del estilo.


Asumamos que los cómics son un medio que no está lo suficientemente maduro como para poder soportar trabajos de gran longitud. Incluso si esa fuese la verdad, la respuesta apropiada sería “¿y qué?”. Los aspectos prácticos de la industria del cine garantizan más o menos que las películas de más de dos horas sean algo relativamente extraño. Eso no parece demostrarnos que el cine sufra de alguna restricción. En la pintura, las sencillas leyes de la física y la arquitectura humanas determinan más o menos que un lienzo, aunque sea enorme, no será mayor que la pared de una casa normal. Realmente no se tendrá un espacio mayor por mucho que se quiera. Me lo llevo repitiendo desde la pubertad y ha terminado siendo una gran verdad.


La idea de que el Arte sólo debería ser el espejo de la realidad simpre me ha parecido una gilipollez, dado que el Arte, siempre y en cualquier sitio, se ha acicalado y disfrazado impecablemente, incluso aunque la Realidad llevase un par de Adidas de dos años de antigüedad y una camiseta de Toy Story. Por lo que a mí respecta, intentar reflejar el Arte es más bien un trabajo de la Realidad. El propósito del Arte no es ser espejo de la Realidad, sino darla forma estampando las ambiciones de la mente humana."


(Alan Moore en una carta a Dave Sim. Frog2000 en su intensa búsqueda de la superación personal con cada nueva e interesante traducción que nos ofrece en su blog esta vez acomete la correspondencia entre esos dos monstruos del cómic que son Alan Moore y Dave Sim publicada previamente en “The Extraordinary Works of Alan Moore”. Aquí la primera parte de siete).