viernes, 24 de septiembre de 2010

A Meat Loaf le gusta Bernie Wrightson.


No sé si a Marvin Lee Aday, alías Meat Loaf, le gustarán los cómics pero comprobando su buen gusto a la hora de seleccionar los ilustradores de sus discos sospecho que sí.
Tras colaborar con Corben en el exitoso “Bat out of Hell” que comentábamos el otro día acudiría a otro maestro, Bernie Wrightson para la portada de su siguiente disco “Dead Ringer”, de 1981.
Ahí os dejo el videoclip del clasicazo “Dead Ringer for Love”, cantado al alimón con Cher.

“El gourmet solitario”, de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi.

Escribir una opinión sobre “El gourmet solitario”, la última obra de Jiro Taniguchi junto a Masayuki Kusumi aparecida en España de mano de Astiberri, es complicado sin caer en la repetición de opiniones que acaban convirtiéndose en tópicos dado el nivel de coherencia de este autor maduro que no se preocupa demasiado por la innovación. Casi resulta más sencillo decir que si habéis leído previamente alguna de las obras del japonés y os ha gustado “El gourmet solitario” no decepcionará porque hasta cierto punto es “más de lo mismo” y por ese mismo motivo si no os ha gustado es poco probable que encontréis razones que os atraiga aunque quizás en esta obra sí se puedan encontrar algunos alicientes para darle una nueva oportunidad. Os cuento.

A lo largo de diecinueve capítulos, Taniguchi y Kusumi nos acercan a las andanzas cotidianas de un anodino comerciante japonés cuya actividad profesional le lleva a visitar distintas zonas de Tokyo y alrededores. Nuestro protagonista encuentra en los momentos de esparcimiento de la comida uno de los escasos momentos de tranquilidad de su estresante jornada convirtiendo cada comida y sus prolegómenos –elegir y combinar los platos, los restaurantes, el ambiente y la clientela…- en un placer cotidiano

Utilizando como hilo central de la historia la comida –que al parecer en el Japón da para todo un género dentro del manga-, Taniguchi va esbozando con minuciosidad exquisita el retrato de su solitario protagonista del que capítulo a capítulo irá proporcionando detalles de su vida y personalidad para acabar conformando un retrato con el que probablemente se identifican muchos japoneses medios contemporáneos. Frente a la alienante realidad presente de trabajo autónomo, Taniguchi propone como vías de escape la evocación nostálgica del pasado –una constante en toda su obra- y el gusto por la observación de las pequeñas anécdotas cotidianas a las que añade, en el caso de esta obra, el momento de la comida como un instrumento reafirmante de la identidad y que resume en una de las frases finales de la obra, “Comemos luego Existimos”.

Sin llegar al nivel evocativo de “El Caminante” con la que Taniguchi trasladaba a sus lectores toda la carga interpretativa de la obra, “El gourmet solitario” tiene otras cualidades más allá de los temas habituales en su obra que pueden atraer a un lector cansado de aquellas propuestas como una fuerte carga de costumbrismo en la descripción que realiza a partir de la riqueza gastronómica de Japón (existe una pormenorizada descripción de cada plato y su precio) del mosaico de ambientes y clases, localizando cada una de las obras en un barrio o localidad de Japón donde el protagonista vive una anécdota relacionada con la comida más o menos agradable con lo que la obra se convierte en una ventana abierta a la observación de la diversidad y contrastes del Japón contemporáneo de la que se sirven Taniguchi y Kusumi para enriquecer la obra más allá de su carácter introspectivo.

Por otro lado, quizás el gran defecto que se le pueda encontrar a “El gourmet solitario” es la repetición constante de una misma fórmula en la presentación y desarrollo de cada uno de los capítulos propia de su originaria publicación seriada en Japón y que hacen que la obra leída de corrido pueda resultarle plana y repetitiva a algunos. Sin embargo, a pesar de su sencillez formal, Taniguchi logra una vez más atraparnos en las vicisitudes de su protagonista descritas con su minucioso y pulcro estilo puesto al servicio de su agudo sentido de la observación convirtiendo “El gourmet solitario” en una lectura hipnótica y a su protagonista en un amigo en cuya compañía vamos de comida.

En definitiva, “El gourmet solitario” es una joyita más en la trayectoria de un autor consolidado que ha hecho de la crónica de lo ordinario y cotidiano el motor sobre el que construir su obra.

Otras obras de Jiro Taniguchi en El lector impaciente:

- "El almanaque de mi padre”.

- “Un zoo en invierno”.

Inicio alternativo de “Iron Man 2”.

Como hay que vender la versión DVD ahora sacan estas cosas, aunque hay que reconocer que tiene su gracia.

Mi opinión sobre la película, aquí.

(Visto en Entrecómics)