lunes, 3 de enero de 2011

“Kitaro”, de Shigeru Mizuki.


Shigueru Mizuki es un tipo con un mérito enorme. Que pierdas un brazo en la II Guerra Mundial y logres ganarte la vida como dibujante aprendiendo a dibujar con el brazo que te queda y, de paso, acabes convirtiéndote en una de las figuras más respetadas del cómic nipón me parece ya casi tema para un biopic de Sam Wood. Pero, es que este es uno de esos casos en que la realidad supera la ficción y Glénat y Astiberri se empeñaron el año pasado en reivindicar la obra y figura de este prolífico autor japonés publicando algunas de sus mejores obras. La última de las publicadas por Astiberri es precisamente por la que es más conocido a la que deba buena parte de su fama, el clásico manga de yokais “Kitaro”.

Bajo su aspecto infantil, Kitaro de los Cementerios es un yokai, un ente sobrenatural último descendiente de una casi extinguida estirpe de fantasmas japoneses. Bajo su apariencia inocente y asesorado por la única parte de su difunto padre que se mantiene viva –un ojo-, Kitaro dotado de grandes poderes mágicos se dedica a vagabundear por el mundo ayudando a los humanos y otros yokais frente a todo tipo de curiosas amenazas sobrenaturales.

Esta primera entrega de “Kitaro” es un tebeo sumamente adictivo y fresco a pesar de cincuenta años transcurridos de su primera publicación en Japón. Mizuki aprovecha la fértil mitología nipona, rica en leyendas de monstruos y espíritus, para desarrollar un personaje que se convierte a través de esas aventuras en el guía perfecto con el que adentrarse en ese extraño mundo. para el lector occidental. “Kitaro” es una lectura destinada a un público juvenil en primer término aun cuando incorpore en sus sencillas tramas que aúnan terror macabro e inocencia infantil elementos que la conectan directamente a obras occidentales como “La Familia Addams” de Charles Addams o la posterior filmografía burtoniana y el “Lenore”, de Roman Dirge, con lo que las imaginativas historias de Mizuki llegarán a los lectores más adultos gracias además a unos sorprendentes giros que a mí me recuerdan a la tradición Bruguera.

Kitaro” es un tebeo al que merece la pena darle una oportunidad no solo por su calidad intrínseca sino también por su influencia en mangakas posteriores tan aparentemente dispares como Akira Toriyama y su “Doctor Slump” o Hideshi Hino y su “Onimbo”. Ya me contáis.

Otras obras de Shigeru Mizuki en El lector impaciente:

Hitler: la novela gráfica”