lunes, 9 de junio de 2008

“La Niebla de Stephen King” de Frank Darabont.



Si hay un autor literario que ha sido adaptado al cine hasta la saciedad, y con escasa fortuna la mayor parte de las veces, ese no es otro de Stephen King. Desconozco el dato de la cantidad de películas, series y telefilms que se han hecho sobre sus novelas y relatos y si me atreviese a aventurar una cifra probablemente iba a quedarme corto. Sin embargo, me caben en los dedos de una mano y me sobran dedos (creo) para contar aquellas adaptaciones que realmente merecen la pena no ser olvidadas. Entre estas últimas, hay dos, “La Milla Verde” y “Cadena Perpetua”, dirigidas por Frank Darabont por lo que tenía puestas muchas esperanzas en esta nueva adaptación después del fiasco que supuso “1408”. Por suerte, no me equivocaba, aunque el resultado no es todo lo redondo que cabría esperarse.

Tras una aparatosa tormenta eléctrica que ha destrozado su casa, Thomas Jayne y su hijo, van en busca de provisiones y pertrechos al super del pueblo donde viven y coinciden con algunos de sus vecinos de toda la vida. Todo se desarrolla con aparente normalidad salvo por una extraña y densa niebla que desciende de las montañas. Cuando un vecino irrumpe aterrado en el supermercado explicando que en la niebla hay algo que ataca a la gente todos los vecinos se verán de repente atrapados en una situación irreal y sorprendente para la que no están preparados.



La Niebla de Stephen King” tiene un saludable sentido de producción de serie B años cincuenta que resulta entrañable y minimiza sus grandes defectos de guión, convirtiéndola en un producto realmente entretenido dentro de sus limitaciones.



Partiendo de una asumida falta de tensión a la hora de enfrentar al espectador con el terror que se oculta dentro de la niebla y que demasiado pronto se nos muestra, el susto provocado por los sucesivos ataques queda enseguida en un segundo plano para centrarse la historia en el desarrollo de los personajes y convertirse en un entretenido estudio de las conductas de los grupos reducidos ante una amenaza a la que no pueden hacer frente (lo que no deja de ser otro elemento habitual en las películas de terror).


Es precisamente en el tratamiento del elemento psicológico y en la supuesta normalidad llena de tópicos de lo que han de ser los habitantes de un pueblecito norteamericano -de Maine, por supuesto- atrapados en el supermercado donde el guión del propio Darabont destaca dotando a los distintos personajes atrapados en el supermercado de reacciones fácilmente identificables y entendibles por el espectador que sigue sus peripecias en la oscuridad aun cuando algunas de las situaciones que provocan los conflictos resulten un tanto forzadas, encontrándose el auténtico horror que esconde la cinta en la progresiva involución de las personas conforme van sufriendo los ataques de los engendros que se esconden en la niebla y deben enfrentarse a un peligro de muerte que se encuentran más allá de sus razón, dejando que la locura y la irracionalidad ordene sus actos, como bien señala uno de los personajes en la cinta. Aun cuando este sea sin duda el elemento más destacable de la historia que Darabont nos relata sin demasiada brillantez, la película resultaría demasiado predecible y nada la haría destacar respecto a otras producciones de serie B de hace cincuenta años con más encanto e ingenio si no fuese por el estupendo trabajo de todo el plantel de secundarios a la hora de dar vida a sus personajes y hacerlos creíbles para el espectador a pesar de su artificiosidad, destacando en este sentido una Marcia Gay Harden (“Mystic River”, “Pollock”) desbordante de talento a la hora de encarnar a la espeluznante Sra Carmody, una fanática chiflada que es lo más inquietante de todo el filme, y unos geniales William Sadler y Toby Jones (“Historia de un crimen”) en sus papeles de mecánico cazurro y encargado de supermercado con fondo de héroe. Precisamente, gracias a ese carácter coral e de la cinta queda menos patente la escasa entidad como protagonista de Thomas Jane ("The Punisher”) a quién le falta carisma para soportar la carga dramática que encierra su personaje (en las escenas con el niño pierde claramente la partida…¡y recuerden que yo odio las películas con niño llorón!) lo que finalmente redunda en que la película pierda entidad a pesar del sorprendente y efectista último giro de los acontecimientos que el guión nos depara (seguro que para la venta en DVD tienen un final alternativo preparado) .

En definitiva, The Mist, “La Niebla de Stephen King” (nada que ver con la de Carpenter, que esa era The Fog) resulta una buena alternativa para pasar el rato disfrutando de una película sin demasiadas pretensiones en sus asumidas limitaciones y que tiene en la buena actuación de la mayor parte de su reparto su principal aliciente.

Ahí les dejo el trailer de la película. No se me pierdan en la niebla que con este mes de Junio tan raro cualquiera sabe lo que se encuentran…