lunes, 28 de noviembre de 2011

“Incógnito: Malas Influencias”, de Ed Brubaker y Sean Phillips.


Panini publica un nuevo arco argumental de “Incógnito”, la serie protagonizada por Zack Overkill, supervillano metido a superhéroe contra su voluntad, en la que Brubaker y Phillips continúan preguntándose en torno a sus recurrentes temas favoritos y claves del género superheroico, la identidad y la ambigua moralidad de los seres con poderes extraordinarios, en clave de intriga y espionaje.

En este nuevo arco argumental, Zoe Zeppelin encarga una nueva misión de infiltración a Overkill tras haber metido a su antiguo jefe Muerte Negra entre rejas. Tras un año en el programa de protección de testigos, Overkill debe volver a asumir su identidad supervillana para infiltrarse en Nivel 9 y contactar con otro agente doble del SOE, Simon Matanza, que parece descontrolado. Overkill deberá convencer a sus antiguos socios que ha vuelto al lado oscuro mientras un nuevo justiciero que ha asumido la identidad de Lázaro, un antiguo superhéroe del que Overkill es un doble genético, se dedica a acabar con todo aquel con el que se cruza y parece ir tras los protagonistas.

A lo largo de su carrera, Brubaker siempre ha mostrado su interés por el tema de la ambigüedad moral que existe entre superhéroes y supervillanos, hermanados más allá de sus diferencias éticas por unas habilidades extraordinarias que acaban situando a unos y a otros por encima de los ciudadanos de a pie a los que nos les importa sacrificar en sus particulares guerras. Esta idea que iguala a superhéroes y supervillanos y ya aparecía en la magnífica “Sleeper” aparece de nuevo desarrollada en “Incógnito”, una serie que es una especie de reflejo negativo de aquella.

Y es que “Sleeper” e “Incógnito” comparten el mismo estilo de thriller de espionaje variando exclusivamente el rol de los protagonistas. Los que en la primera eran héroes en la segunda son villanos para acabar llegando a similares conclusiones a través de unas tramas de espionaje que Brubaker desarrolla con oficio pero sin la intensidad de antaño.

Todo ello se plasma en este “Malas influencias” en el que Brubaker estira la premisa del anterior arco, infiltrando al protagonista en un nuevo grupo de villanos y paseándole por unos bajos fondos supervillanos que recordarán mucho a los de “Sleeper”. La historia un tanto artificiosa y forzada pero, a pesar de ello, entretenida está orquestada por Brubaker para enfrentar al protagonista con Simon Matanza, un personaje que es el contrapunto de Overkill y trasunto del Carver desquicidado de “Sleeper”, un personaje interesanteeste Simon Matanza porque en su nihilismo destructivo y aparente locura es el único con la lucidez suficiente como para ver que ambos bandos no dejan de ser la misma cosa.

En el aspecto gráfico, el efecto reflejo negativo con “Sleeper se refuerza al contar de nuevo Bru con su habitual Sean Phillips que también se encargó de aquella serie. Phillips es un excelente narrador pero un pésimo dibujante de acción con lo que las escenas de lucha que aparecen en el cómic quedan confusas abusando en ocasiones de los fondos neutros aunque siempre cuente con la justificación de su estilo sombrío.

Al menos, Brubaker ha tenido la previsión de dejar montado un interesante cliffhanger carcelario para la siguiente entrega que ya veremos como desarrolla. Eso sí, que nadie espere excesiva originalidad visto lo que ha sido “Incógnito” hasta ahora, aunque a falta de brillantez sí un oficio que asegurará pasar un buen rato.