jueves, 1 de julio de 2010

La nueva Reina Blanca...Pues yo no estoy de acuerdo.


Por Neuronas Asesinas me enteré el otro día que la actriz Alice Eve había sido la elegida para en la hipotética próxima película de los “X-Men” que llevará por título “X-Men: First Class” interpretar a Enma Frost y me dio un poco de yuyu nostálgico porque Enma Frost, por siempre La Reina Blanca del Club Fuego Infernal, para mí se merecía ser representada y reivindicada por una actriz con algo más de empaque.

Corría el año 1980, cuando los inspirados Claremont y Byrne incorporaron a la galería de villanos de la Nueva Patrulla X al Circulo Interno del Club Fuego Infernal, cuya sano objetivo no era otro que la dominación mundial y demás. El Círculo Interno lo formaban importantes hombres de negocios y ricos aburridos que gustaban de vestirse con ropones decimonónicos ellos y apretados corsés y braguitas ellas y la cosa no hubiera sido más sosa que la asistencia de la Reina Sofia a las reuniones del Club Bildeberg si no fuese porque entre los miembros del Circulo Interno, Claremont incorporó a un grupete de inteligentes mutantes con un excelente gusto para incorporar beldades a sus filas y darse de tortas con los alumnos de Xavier. Dejando de lado a las lozanas Reinas Negras con las que tanto disfrutábamos los adolescentes de la época – la Jean Grey malvada tan alejada de su versión ñoña de la faldita verde o la bruja Selene que de buen grado hubiéramos dejado que nos absorbiera la energía vital por un instante entre sus brazos…-, destacaba la glacial Reina Blanca, Enma Frost, una telépata poderosa que podía hacer levantar de la silla al calvorota de Xavier sin necesidad de usar sus bastos poderes mentales, con una mera caída de ojos.

La Reina Blanca era una villana soberbia porque lo tenía todo: era guapa, era despiadada era astuta y era una manipuladora excelente, pero Claremont no la daba el protagonismo que se merecía siempre a la sombra de Sebastian Shaw, el Rey Negro que manejaba el cotarro en el Club Fuego Infernal, hasta que en la colección de “Los Nuevos Mutantes” el británico la otorgó un retiro dorado, convirtiéndola en la némesis de Xavier y otorgándola el pupilaje de los retoños del Club Fuego Infernal, con el supergrupo de villanos mutantes adolescentes conocidos como Los Infernales cuyo único objetivo era vérselas tiesas con los nuevos alumnos de la Academia de Jóvenes Talentos. Ni que decir tiene que como adolescentes torpones que eran Los Infernales y Los Nuevos Mutantes sus enfrentamientos eran pánfilos de cuidado pero tenían la gracia de la inexperiencia y que al final acababa apareciendo por ahí la mala de Enma para poner a cada uno en su sitio, y todos los niños tan amigos. La cosa estaba entretenida y Claremont no desmerecía todavía.

Sin embargo, esto derivó en “Generación X”, una serie completamente olvidable perpetrada por los prescindibles Chris Bachalo y Scott Lobdell, sobre la que mejor correremos un tupido velo salvo para destacar los tiras y aflojas entre Enma y Banshee que le dieron un poco de pimienta a tanta ñoñería. Tras la marcha final de Claremont y los constantes quiero y no puedo de las licencias mutantes durante años, tuvieron que llegar Morrison y Quitely para darle una nueva dimensión a la querida Reina Blanca en "The New X-Men" y convertir por esas retorcidas cosas que tiene el escocés en la amante del insulso Scott Summers (¿Qué pérfida atracción sienten los guionistas por emparejar al agonías de Cíclope con hembras muy por encima de sus posibilidades?). En esta etapa en que héroes y villanos se entremezclan en lindo batiburrillo quizás es en la que el personaje de Enma Frost más ha brillado y alcanzado su verdadero status dentro del elenco mutante aun cuando yo la prefería de Reina Blanca. Tan ambigua como cuando era villana pero con un nuevo poder – volverse tan dura como el diamante por fuera, (ya lo era por dentro…)- se casó con el zoquete de Scott y se convirtió en un poder manipulador a la sombra de los que más les gusta dominar que figurar siguiendo con el entrenamiento y pupilaje de jóvenes y anodinos mutantes.

No conozco el trabajo de Alice Eve pero para mí ni por edad ni por físico me parece que dé el perfil de Enma Frost, un personaje que ya desde su origen da una edad superior a la de esta jovencita. Supongo que buscarán el tirón de los adolescentes pero realmente si tenían que haber elegido a una actriz que pudiese encarnar con dignidad a tan pérfida y encantadora dama del cómic creo que Rebeca de Mornay o Kim Basinger hubieran sido más adecuadas. ¿Y vosotros que opináis?

“No Hero”, de Warren Ellis y Juan José Ryp.

Nueva obra de la editorial Avatar que nos llega de la mano de Glénat y en la que destaca sobre el correcto guión del disperso Warren Ellis– alma mater de la cia. y mente pensante prácticamente de todos sus proyectos- el buen hacer del talentoso Juan José Ryp, que confirma en esta historia de superhéroes oscuros en la línea “adulta” que pretende promover la nueva editorial que su talento tiene hueco en el complicado y competitivo mercado estadounidense.

No Hero” es una miniserie de ocho episodios recopilados en un único TPB en la que asistimos al reclutamiento del joven justiciero Johs Carver, por El Frente, el supergrupo conocido en sus inicios en los años sesenta como Los Niveladores y que desde hace más de cincuenta años se encarga de mantener el orden y la paz en el mundo. Carver llega al grupo en su momento más crítico, cuando sus miembros están siendo eliminados uno a uno por una misteriosa conspiración y su líder, aparentemente inmortal e inventor de una misteriosa droga con la que dota de poderes a los candidatos adecuados, acelera el proceso de captación de miembros para hacer frente a la amenaza desconocida. Mientras El Frente intenta salvar su imagen frente a la opinión pública e iniciar al nuevo recluta en sus secretos ninguno de sus miembros puede imaginarse quién va acabar con ellos.

Warren Ellis ofrece una historia entretenida en la que en supuesta clave superheroicabasa el armazón de la historia en los revolucionarios grupos musciales aparecidos en los sesenta que pretendían cambiar el mundo y acabaron convirtiéndose en meros productos industriales cuyo único fin era la obtención de dinero. Ellis utilizando ese original punto de partida plantea una historia que va diluyéndose conforme avanza sobre un grupo de “superhéroes” fascistoide, cool y ambiguo. Ellis, desarrollada la historia a un ritmo acelerado cuando la historia hubiera requerido una mayor extensión y un mejor desarrollo para acabar de perfilar unos personajes que resultan demasiado planos y las situaciones planteadas se quedan en la mera superficialidad, para acabar cayendo en estereotipos reconocibles de anteriores obras del inglés (“Authority”, “Transmetropolitan” o incluso “Black Summer”) o de sus autores de referencia ( Moore y “Watchmen”), limitándose la historia a ofrecer algunos puntos originales en el argumento que el guionista acaba por limitarse a esbozar r para optar por la solución fácil, que no adulta, de caer en el abuso del “gore” ultraviolento. Los superhéroes “adultos” propuestos no son tales sino que son seres ambiguos e hipócritas movidos por sus propios intereses prosaicos con los que la interesante pregunta sobre la que se sustenta toda la historia – “¿Hasta donde estarías dispuesto a llegar para ser un superhéroe?”- acaba quedando sin respuesta más allá de su evidente gancho comercial.

En el aspecto gráfico, Juan José Ryp deja constancia de su buen hacer y lo adecuado de su espectacular estilo para el cómics de superhéroes en una historia llena de referencias a clásicos del género en la que el dibujante se muestra mucho más atrevido y depurado que en anteriores trabajos haciendo gala de un detallismo poco habitual en los dibujantes del género quizás por su propensión al característico “horror vacui” que le lleva a rellenar cada rincón de la página y que si no fuese por su buen hacer acabaría saturando al lector con tantos detalles. A nivel narrativo, Ryp mejora sustancialmente llevando el peso de la historia y complementando los acertados diálogos de Ellis con quién ha logrado un gran entendimiento permitiendo el lucimiento del dibujante en una serie de espectaculares splash page que a más de uno llevarán a preguntarse sobre su necesidad. Podría exigírsele quizás algo más a Ryp a la hora de caracterizar a los personajes –parece que todos tienen las mismas caras- o la narración de alguna secuencia de lucha que queda "rara" pero son defectos que no empañan la progresión de un artista en continua evolución y que por derecho propio se ha convertido en el dibujante estrella de Avatar.

En definitiva, “No Hero” es un tebeo que cuenta con algunas ideas atractivas que hubieran resultado más interesantes si Ellis se hubiera preocupado en desarrollarlas enmascarando bajo la etiqueta de cómic de “superhéroes adulto” propuestas que hubieran merecido una mayor reflexión pero que quedan diluidas en el acelerado desarrollo de la historia y la espectacular imaginería de Ryp. Otra vez será.